El pasado martes, en el turno de opiniones breves sobre la novela, una alumna, Elena, dijo que la lectura de “Fahrenheit 451” le había resultado monótona, gris y plana, pues no sucede nada interesante y los personajes apenas te sorprenden. Antonio le respondió que el tipo de sociedad uniforme y deshumanizada, que se describe, exige ese tono y esa historia. Con lo cual se produce una contradicción entre los intereses del lector y los de de un libro escrito con la finalidad de denunciar el futuro negro que se avecina, lo que María, en su presentación del autor, definió como antiutopía.
Al ir analizando los diferentes elementos narrativos, comprobamos que todos abundaban en esta contradicción:
- El punto de vista de narrador omnisciente, que relata en tercera persona, sin emitir juicios sobre las situaciones y personajes, le da mayor realismo y objetividad a la historia, mayor valor científico, pero le resta apasionamiento y complicidad con el lector.
- La estructura “in media res”, porque se nos cuenta la vida del protagonista, cuando ya tiene 30 años y ejerce de bombero pirómano, dedicado a quemar libros, pero no sabemos nada sobre su pasado. La razón estriba en que esa es la parte de la vida que le interesa contar, aunque como lectores hubiéramos agradecido un mayor peso existencial, una mayor complejidad del personaje.
- Incluso el tiempo en que se desarrolla la acción, el otoño, estación del año en la que se marchitan las flores y caen las hojas de los árboles, contribuye a describir esa sociedad futura decadente, donde la felicidad se impone a las personas, porque interesa que no piensen, que no cuestionen el poder establecido.
A medida que avanzábamos en el análisis de la novela, nos íbamos dando cuenta de que todo cuadraba, de que existía una perfecta adecuación entre la forma y el contenido, y esto, a su vez, demandaba del lector una gran esfuerzo de concentración en una lectura que no le atrapaba, como otras, que no le facilitaba la identificación con el personaje protagonista.
Pero quizás lo que más nos asombró a los asistentes, tratándose de una novela publicada en 1953, es la condición de profeta de Ray Bradbury, su capacidad de predecir un futuro que hoy día se ha convertido en presente, como cuando pone en boca del capitán Beathy estas frases:
- “Más deportes para todos, espíritu de grupo, diversión, y no hay necesidad de pensar.”
- “Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales… Atibórralos de datos… que se sientan abrumados… Entonces, tendrán la sensación de que piensan…”
Es difícil ser más certero en las predicciones.
También apuntan en esta dirección:
- La manipulación de las noticias por los medios de comunicación de masas, cuando anuncian la falsa muerte de Montag, que conecta con lo que sucede en la actualidad.
- La explicación de Clarisse para faltar a clase: “Pero ha de saber que nunca hacemos preguntas o, por lo menos, la mayoría no las hace, ¡zas!, ¡zas!, y nosotros sentados allí cuatro horas de clase…”. Las alumnas presentes en la reunión confirmaron la vigencia de estas palabras, pues les gustaría tener un mayor protagonismo en las aulas.
- Y por supuesto la falta de intimidad de las personas, ya que en la novela se narra en directo, a través de la televisión, la persecución del protagonista, del mismo modo que, hoy día, en programas como “Gran Hermano”, podemos seguir la vida de un grupo de jóvenes; o mediante los móviles de última generación, tener localizados permanentemente a sus dueños; o a través de las redes sociales en Internet, conocer las opiniones y movimientos que realizan los que hacen uso de ellas.
Una novela, “Fahrenheit 451”, que valorada globalmente nos pareció desigual, pues, aunque tiene un inicio atractivo, decae en la segunda parte y recupera el interés en la tercera y última. Hay sucesos un tanto forzados, como la guerra que culmina en la destrucción de la ciudad, aunque con esta se abren nuevas expectativas para sus habitantes, un futuro esperanzador, con la maravillosa idea de los hombres libro, gracias a los cuales las grandes obras de la literatura universal perdurarán.
Echamos de menos a los padres y madres del instituto; sus puntos de vista siempre han enriquecido las reuniones del Club de Lectura.
Próximas lecturas:
- “Balzac y la joven costurera china” de Dai Sijie. Una novela que se desarrolla durante la revolución cultural china y que está protagonizada por dos jóvenes que tienen que cumplir un proceso de reeducación. La lectura de libros les servirá para conquistar a la atractiva sastrecilla.
No hay ningún motivo para perderse esta novela. Hablaremos de ella el 9 de abril, lunes, a las 7 de la tarde. Hay ejemplares en Vicedirección.
- La semana siguiente, el miércoles, 18 de abril, miércoles, a las 6 de la tarde, debatiremos sobre «La casa de Bernarda Alba«. Esta sesión está incluida en el homenaje que haremos a García Lorca, con motivo del 75 aniversario de su fusilamiento. También de esta obra disponemos de ejemplares en Vicedirección.
Fahrenheit 451 es otra de las novelas distópica clave en la historia de la literatura, con muchas conexiones con otros clásicos como Un mundo feliz o 1984. Ya por aquel entonces, el autor mostraba las consecuencias de la idiotización de la sociedad, señalando a la televisión como la herramienta fundamental de las élites para esta labor. Hoy día podemos ver muchos ejemplos de que estas profecías se van cumpliendo. Por suerte, los libros no han desaparecido ni se condena al que los lee, pero sí es cierto que la gente cada vez lee menos, que preferimos lo inmediato y no nos molestamos en darle al coco y ser críticos con lo que los medios nos muestran. Sobre las críticas a los libros y la persecución a los que nos gusta leer, me he acordado del comentario que le hizo una vecina a mi madre, cuando yo era pequeño, y me gustaba más leer que jugar a la pelota en la calle. Dijo que de tanto leer me iba a quedar tonto, jajaja.