Las novelas de ciencia-ficción suelen ser frías, objetivas y con una ausencia de sentimientos tan marcada que a algunos lectores ni nos emocionan ni nos enganchan. Otros, en cambio, son capaces de imaginar historias contadas de esta manera y acaban descubriendo valores más profundos.
En estas dos actitudes podrían resumirse las opiniones vertidas el pasado martes en la sesión del club de lectura sobre ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Algo parecido sucedió el pasado curso con Fahrenheit 451 de Ray Bradbury.
Ana comentó que la novela le había interesado desde el principio y destacó la capacidad de predicción de su autor, Philip K. Dick, en aspectos como la necesidad cada vez mayor de sustancias artificiales para sentirnos mejor, que es la función que desempeña en la novela el Órgano de Ánimos Penfiel. Antonio, por su parte, pensaba que el autor no había intentado predecir una sociedad futura sino describir la que él mismo vivió. A Guti también le había gustado la novela, especialmente, tras los dos primeros capítulos, un tanto confusos y difíciles de entender.
En el otro punto de vista, estábamos los críticos, los que a duras penas reconocíamos una historia que seguir, o unos personajes, con el suficiente fuste, como para identificarnos con ellos en algún momento, o pasajes que exigieran una relectura por su brillantez formal o por su capacidad de sugerencia.
Carmen se situó en un punto intermedio, pues había llegado a la novela, a través de la película Blade Runner, que era una de sus favoritas, aunque prefiere esta a aquella.
Antes de este turno de opiniones, María había presentado al autor, con su profusión habitual de datos biográficos, entre los que destacó sus coqueteos con las drogas y su amistad con los componentes de la Generación Beat (Allen Ginsberg, Jack Kerouac y Willian S. Burroughs) la cual se caracterizó por el rechazo de los valores estadounidenses clásicos, el uso de drogas, una gran libertad sexual y el estudio de la filosofía oriental.
El hastío o abatimiento que significa el término “beat” podemos reconocerlo en la visión del mundo que nos ofrece Philip K. Dick, en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, donde las personas programan sus sentimientos y son superadas en inteligencia y sensibilidad por los mismos seres artificiales creados por ellas.
Comentamos los riesgos, en la época en la que se publicó la novela, de una guerra nuclear, como consecuencia de la división del mundo en dos bloques: el capitalista y el comunista; la caja de empatía, instrumento para identificar a los androides, que eran incapaces de establecer complicidad afectiva; el mercerismo, como religión montada a imitación del catolicismo, a la que se unen las personas para superar sus problemas terrenales, pero de la que al final se descubre su falsedad; el show del Amigo Buster, programa de televisión para entontecer a la población; la importancia que se le da a los animales reales, que están en vías de extinción y que elevan la posición social de sus dueños; etc.
Entre los personajes, descuellan: Rick Deckar, que trabaja localizando y dando muerte a los androides, que han huido de Marte, porque los tienen sometidos en un régimen de esclavitud, aunque finalmente acaba remordiéndole la conciencia, porque estos seres experimentan sentimientos, como él mismo; John Isidore, quizá el más íntegro y sensible entre los hombres; Rachael, una androide, especialmente inteligente, que tiene un encuentro sexual con Deckar; etc.
Sobre esta extraña relación íntima entre un humano y una androide, comentamos la frialdad de la misma, tanto en los prolegómenos como en su materialización, pues se reduce a un acto meramente mecánico.
En fin, una novela que no despertó unanimidad entre los asistentes, de la misma manera que El extranjero de Albert Camus tampoco la suscitó; porque de eso se trata en el club de lectura: de intercambiar impresiones y puntos de vista diferentes sobre una obra leída previamente por todos.
Próxima lectura, ahora sí, Pedro y el capitán de Mario Benedetti, que tuvimos oportunidad de ver representa la pasada semana, en nuestro salón de actos, dentro de las IV Jornadas de Teatro y Gastronomía. El escritor uruguayo aborda, de forma crítica, la práctica de la tortura en los regímenes autoritarios de América Latina; aunque su reflexión puede ser aplicada a cualquier país que no respete el derecho de las personas a no ser maltratadas, que recoge la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Día: martes, 5 de marzo, a las 18 horas, en la biblioteca.
Conocía de sobra Blade Runner, pero no la obra que la inspiró. Es tremenda y también terrible la visión que Dick ya tenía en los 60 de lo que podría ser el mundo del futuro. La cosa es que no iba muy desencaminado al paso al que vamos. Especialmente con el tema de la inteligencia artificial, reflejado en el riesgo de androides inteligentes, capaces de aniquilar a seres humanos, los cuales están cada vez más atontados. Es curioso que la manera que tiene el cazarrecompensas de averiguar si alguien es un humano o una maquina es con un test que supuestamente mide la empatía. Me pregunto cuántos fallos positivos obtendría Rick Deckar si se pusiese a hacer pruebas a la sociedad en la que vivimos en estos momentos, aletargada y aparentemente indiferente a todas las tragedias que ocurren en el mismo y a hechos, como el cambio climático, que nos afectan a todos. Igual lo que necesitamos son androides que compensen esa falta de humanidad que a veces se ve.