Estábamos obligados a leer una obra de Miguel Delibes, no sólo por su reciente fallecimiento, sino por su importancia en la historia de la literatura española. Así, lo hicimos ayer, debatiendo sobre “El camino”, novela con la que este autor inicia una forma de escribir sencilla, con abundante léxico rural, que se va a convertir en una de sus principales características.
Quizás por los cambios de fecha de la reunión del club de lectura, la asistencia fue menor que en otras ocasiones, aunque estuvimos quince personas, entre alumnos, profesores y madres.
La introducción al autor corrió a cargo de María Sanjuán que nos informó sobre la vida y obra del mismo, haciendo hincapié en aspectos como: su afición a la caza, el discurso de entrada a la Real Academia de la Lengua Española y la denuncia social de algunas de sus obras.
En la valoración general se destacó el protagonismo de los tres niños y la relación de amistad que mantenían, porque todos los asistentes, de una u otra forma, se identificaron con ellos. También se comentaron algunos aspectos técnicos de la obra, como: el punto de vista narrativo y el estilo indirecto que le permiten a Delibes combinar la objetividad y la subjetividad; la estructura circular en lo que supone de ruptura con la linealidad del tiempo; el sentido del humor, que se percibe en el uso de términos y expresiones rurales desconocidos por la mayoría de los alumnos, y en situaciones que hoy en día nos parecen insólitas, porque son propias de una dictadura, como cuando la Guindilla Mayor coloca en su tienda el cartel “Cerrado por deshonra”, después de que su hermana se fugara con un hombre.
Otro aspecto de la novela que se comentó, fue la costumbre de poner apodos a la gente, en el ámbito rural, y que en opinión de algunos de los asistentes, todavía permanece, porque, con frecuencia, identifica mejor a las personas que su propio nombre y apellidos, tal y como sucede en los personajes de “El camino”.
Entre estos, llamaron la atención: la Guindilla Mayor y las absurdas confesiones que le hacía al cura; el sentimiento de amistad y la ternura del “Mochuelo”; las travesuras de éste y sus amigos, el Moñigo y el Tiñoso; sus conversaciones sobre la muerte y el sexo; etc.
En conjunto, se valoró la novela como un canto a la infancia y a la vida en contacto con una naturaleza que refleja los sentimientos de los personajes.
En próxima fecha, comunicaremos la siguiente lectura.
María Sanjuán y Matías Regodón.