Un testimonio necesario

Todos los asistentes a la sesión del Club de Lectura, el pasado miércoles, coincidimos en la necesidad de escribir y publicar El olvido que seremos, un libro en el que Héctor Abad reconstruye la vida de su padre, que fue asesinado en plenno centro de Medellín (Colombia), en 1987, por defender la igualdad social y denunciar la violación de los derechos humanos en su país.

En la presentación del autor, María se refirió a su infancia feliz, en el seno de una familia acomodada, con mayoría de mujeres; a su inconstancia en los estudios universitarios, pues empezó las carreras de Medicina, Filosofía y Periodismo, sin concluir ninguna de ellas; a su expulsión de la Universidad Pontificia por un artículo irrespetuoso contra el Papa; a su viaje a Italia, tras ser amenazado de muerte, donde se licenció en Literaturas Modernas; y a su regreso a Colombia, donde se dedicó fundamentalmente a escribir, tanto ficción como artículos periodísticos.

Entre sus libros mencionó: Angosta, Asuntos de un hidalgo disoluto, Fragmentos de amor furtivo y Basura, todas ellas novelas; y dos volúmenes de cuentos: Malos pensamientos y El amanecer de un marido.

No obstante, Héctor Abad Faciolince es conocido sobre todo por El olvido que seremos, con la que consiguió el Premio Wola-Duke Human Rights.

En el turno de opiniones sobre el mismo, Clara comentó que le había interesado sobre todo la segunda parte, donde el autor se refiere a la muerte de su hermana Marta, a causa del cáncer, y al asesinato de su padre por los paramilitares de ultraderecha, pues en la primera manifiesta un cariño hacia éste, que, en ocasiones, resulta excesivo.

Para Mª Carmen la explicación de este elogio sin medida estriba en la perspectiva infantil desde la que lo ve, que es propicia a las exageraciones tanto en un sentido positivo, como negativo. Precisamente a Ana le había atraído sobre todo el personaje del padre, pues, a pesar de su idealismo, demuestra un compromiso social encomiable, tanto en su faceta personal como profesional.

Pepa confesó que lo que más le había gustado del libro es su título y el soneto de Borges del que lo toma el autor:

Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres, y que no veremos.

Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el término. La caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los ritos de la muerte, y las endechas.

No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre.
Pienso, con esperanza, en aquel hombre

que no sabrá que fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo
esta meditación es un consuelo.

Aunque pueda parecer inverosímil, el día que lo mataron, el padre llevaba en el bolsillo un papel con el poema copiado a mano.

Destacó, igualmente, la valentía del autor para mostrar abiertamente sus sentimientos hacia el padre. En esta misma línea de pensamiento, Lola valoró la naturalidad con la que se abre a los lectores, contando aspectos íntimos de su vida.

Miguel, en cambio, fue crítico con el libro, pues le parece reiterativo en algunos aspectos, como la muerte del padre, y además se detiene en personajes, que nada aportan a la historia principal, mientras que otros, en verdad relevantes, apenas le merecen unas líneas.

Se preguntó Carmen sobre el género literario al que pertenece El olvido que seremos, llegando a la conclusión de que es difícil de clasificar, ya que en su mayor parte es una biografía, aunque tiene pasajes, como los capítulos finales, más reflexivos, que lo acercan al ensayo, y donde demuestra una especial preocupación por la forma.

Analizamos la relación entre el padre y el hijo y comentamos los mimos excesivos que había recibido éste. Julia recordó algunas acepciones de la palabra “mimar”:

• Hacer caricias y halagos.
• Tratar con excesivo regalo, cariño y condescendencia a alguien, y en especial a los niños.
• Favorecer a alguien, tratarlo con mucha consideración.

Y constatamos que todas se podían aplicar a la educación recibida por el autor del libro.

También, fue objeto de análisis la curiosa relación entre el padre y la madre, a pesar de las diferencias existentes entre ambos: él, ateo confeso y con una ideología de izquierdas; mientras que ella es una mujer muy religiosa y con mentalidad conservadora.

Debatimos sobre los años transcurridos, aproximadamente 20, desde el asesinato del médico Héctor Abad Gómez, hasta que su hijo se decide a escribir sobre el mismo. Para algunos quizá no tuvo el valor de iniciar el libro antes; para otros –coincidiendo en este sentido con el propio autor- necesitaba ese tiempo para poder hacerlo sin animadversión hacia los asesinos y con un cierto grado de objetividad.

Sobre la intención que pretendió, leímos algunas frases del libro que la revelan:

• “La única venganza, el único recuerdo, y también la única posibilidad de olvido y perdón, consiste en contar lo que pasó”.
• “Este libro es el intento de dejar testimonio de ese dolor, un testimonio, al mismo tiempo, inútil y necesario”.
• “Yo necesito contar la historia de su vida y de su muerte para que se sepa. Para alargar su recuerdo un poco más”.

En cuanto a los temas, comentamos:

• El abismo existente en la sociedad colombiana entre una clase alta, que vive lujosamente en grandes mansiones, que no respeta los derechos humanos y que sólo busca su enriquecimiento; y una clase social baja, que está mal alimentada y que vive en barrios miserables, sin letrinas, alcantarillado y agua potable.

• La violencia, que, en último extremo, está relacionada con esta desigualdad, porque los asesinados suelen ser personas comprometidas, que tratan de ayudar a los que menos tienen; personas que denuncian la injusticia y la violación de los derechos humanos, como Héctor Abad Gómez.

• La salud pública en la que creía este médico y que estaba basada en la prevención de las enfermedades, mejorando las condiciones de vida de la población, construyendo acueductos para llevar el agua clorada a la ciudad, realizando campañas de vacunación, etc.

Finalmente, surgió el tema de la posible homosexualidad del padre, cuando el autor, al revisar los papeles de la oficina donde trabajaba aquel, encuentra datos personales que le sorprenden y que revelan aspectos ocultos sobre su intimidad:

“Mi papá me había lanzado muchos mensajes indirectos sobre su intimidad. No confesiones, ni franquezas brutales, que suelen ser más un peso para los hijos que un alivio para los padres, sino pequeños síntomas y signos que dejaron entrar rayos de luz en sus zonas de sombra, en ese interior del cubo que es la caja oculta de nuestra conciencia. Yo había dejado esos indicios en una zona también intermedia entre el conocimiento y las tinieblas, como esas sensaciones que nos da la intuición (…)

Dos veces, por ejemplo, dos veces me llevó mi papá a ver una película, Muerte en Venecia, de Luchino Visconti ( …) en la un hombre en el declinar de sus días (…) siente que al mismo tiempo se exalta y sucumbe ante la belleza absoluta representada por la figura de un muchacho polaco, Tadzio (…) Yo estaba demasiado metido en mi propio mundo cuando mi papá insistió en que volviéramos a ver la película por tercera vez, quizá al darse cuenta de que yo no había sido capaz de percibir su sentido hondo y más oculto.”

Nos quedamos con ganas de ver el documental sugerido por Víctor en Facebook, Carta a una sombra, inspirado en la vida y muerte de Héctor Abad Gómez y dirigido por su nieta Daniela Gómez y Miguel Salazar, para completar la visión sobre este médico colombiano, que nos ha proporcionado El olvido que seremos.

la foto 1

Próxima lectura, a propuesta de Miguel: Identidades asesinas de Amin Maalouf, donde se denuncia la locura que incita a las personas a matarse entre sí, en el nombre de una etnia, una lengua o una religión. Por tanto, de mayor actualidad, imposible. Además, es un libro breve, que apenas llega a las 200 páginas. Hablaremos de él, el 14 de enero, jueves, a las 17 horas, en la biblioteca.

FELICES FIESTAS A TODOS EN NOMBRE DE LOS COMPONENTES DEL CLUB DE LECTURA

El olvido que seremos

GUIÓN PARA LA SESIÓN DEL CLUB DE LECTURA
(25 de noviembre, miércoles, a las 17:30, en la biblioteca)

1. Presentación del autor.
2. Opinión breve sobre la novela: si nos ha gustado o no y por qué.
3. El título: ¿a qué causa obedece?, ¿y la foto de la portada?
4. Punto de vista narrativo.
5. Estructura:

5.1. Formal: ¿cómo se estructura la novela?
5.2. Del contenido: ¿qué dos partes se distinguen?, ¿cuál de las dos interesa más?, ¿por qué?, ¿cómo se desarrolla la historia?

6. Lugar: ¿en que lugar se desarrollan los hechos?, ¿condiciona el desarrollo de los mismos?
7. Tiempo.
8. Personajes:

• Su Padre
• Héctor Abad
• Su madre
• Su abuelo
• Su hermana Marta
• Su tío, Rafael Cepeda
• El loco Aguirre

9. Temas:

9.1. La familia: ¿estamos de acuerdo en que el mejor sistema educativo es mimar a los hijos?, ¿cómo nos educaron a nosotros y cómo hemos educado a nuestros hijos?, ¿cómo evolucionan relaciones entre el padre y el hijo?, ¿cómo se considera la expresión de afectos entre hombres?
9.2. La sociedad: ¿por qué se caracteriza la sociedad colombiana?, ¿en qué clases está dividida?, ¿a cuál de las dos pertenece la familia del protagonista?
9.3. La corrupción: ¿a quién alcanza la corrupción en Colombia?
9.4. La violencia: ¿está relacionada con la injusticia social?, ¿estamos de acuerdo con el padre en esta cuestión?, ¿la desaparición de alguien es un crimen tan grave como el secuestro o el asesinato?
9.5. La universidad: ¿existe la libertad de cátedra?, ¿con qué problemas se enfrenta el padre?
9.6. La educación: ¿qué dos concepciones contrapuestas de la educación aparecen?
9.7. La salud pública: ¿qué concepto de salud tiene el padre?
9.8. La iglesia: ¿qué dos visiones o formas de vivir la religión aparecen en la novela?, ¿quiénes las representan?, ¿con cuál estamos más de acuerdo?
9.9. La independencia ideológica y mental: ¿es importante conservar la independencia mental, viviendo como queremos hacerlo?
9.10. La muerte: ¿hay más silencios que palabras en la descripción de las dos muertes, como dice Vargas Llosa? ¿es aconsejable no revelar una grave enfermedad a quien la padece, como hicieron con Marta?, ¿muertes como la suya nos demuestran que la viada es una absurda tragedia para la que no vale ningún consuelo?
9.11. El sexo: ¿qué dos formas de entenderlo aparecen?¿somos, como el padre, más conservadores en la vida que en el pensamiento?
9.12. La música: ¿qué función desempeña la música clásica en la vida del padre?

10. Intencionalidad: ¿con qué intención escribe la novela?, ¿por qué se escribe?
11. Frases para la reflexión:

• Si hubiera Dios de verdad, a él le tendría sin cuidado que lo adoraran o no. Además, si de verdad fuera bueno y todopoderosos, no permitiría que ocurrieran tantas cosas horribles en el mundo. (77)
• Si en la infancia y primera juventud se nos inculcan creencias metafísicas, o si por le contrario nos enseñan un punto de vista agnóstico o ateo, llegados a la edad adulta será prácticamente imposible cambiar de posición. (92)
• Todo fundamentalismo era para él pernicioso, y no sólo el de los creyentes, sino también el de los no creyentes. (95)
• Nunca he entendido mi posición profesoral como renuncia a mis derecho de ciudadano y a la libre expresión de mis ideas y opiniones en la forma en que lo crea conveniente. (96)
• No era necesario que yo lograra nada en la vida, que mi sola existencia era suficiente para la felicidad de él. Mi existencia feliz y fuera como fuera. (141)
• En cada viaje de su esposo le aconsejaba que en el maletín de viaje le empacara siempre una cajita de condones, porque los hombres… a la hora de la verdad, en el instante de la tentación, la moral se le s olvidaba. (142)
• Cuando la felicidad nos toca, es cuando menos nos damos cuenta de que somos felices. (145)
• Siempre me ha parecido que los despiadados carecen de imaginación literaria. (179)
• No hay un sitio mejor para enfermarse de la cabeza que un manicomio. (187)
• Un papá tan perfecto puede llegar a ser insoportable. (196)
• Mi papá lloraba sin avergonzarse del llanto, no como los hijos del estoicismo español sino como los héroes homéricos. (199)
• Son necesarios el conocimiento, la sabiduría y la bondad para enseñar a otros hombres. (200)
• Cada uno de nosotros debe hace algo para mejorar el mundo en que vivimos y en el que vivirán los que nos sigan. (219)
• Soy muy buen padre, pero muy mala madre. (220)
• La única posibilidad de olvido y perdón, consistía en contar lo que pasó, y nada más. (225)
• La personalidad de cada uno es como un cubo puesto sobre una mesa. (226)
• Los tristes asesinos… no nos van a ganar, porque el amor a la vida y a la alegría (lo que él nos enseñó) es mucho más fuerte que su inclinación a la muerte. (258)
• ¡Viva la muerte, abajo la inteligencia! (269)

12. Estilo: ¿en qué tipo de prosa está escrito el libro?
13. Próxima lectura.