La supervivencia

Esta fue una de las palabras que más se repitió ayer en la sesión del club de lectura que dedicamos a Zuleijá abre los ojos, novela donde se cuenta la historia de esta joven mujer que fue deportada a Siberia, junto con otras familias tártaras, durante la época de las colectivizaciones forzosas en la Unión Soviética. La supervivencia sólo es posible con la unidad del grupo, de tal forma que cada uno aportará lo que mejor sabe hacer.

La presentación de la autora, Guzel Yájina, corrió a cargo de María, que se refirió a su nacimiento en Tatarstán en 1977, a sus estudios de Humanidades y Educación en la Universidad Estatal de Tártara, y a su graduación en escritura de guiones en la Escuela de Cine. Trabajó en relaciones públicas y publicidad y comenzó a publicar sus primeros escritos, incluidos fragmentos de Zuleijá abre los ojos, en revistas.

La novela está inspirada en la vida de la abuela de la propia autora que fue deportada con tan solo siete años a Siberia; pero la protagonista representa también a muchas personas que pasaron por una situación similar. Zuleijá abre los ojos entronca con la tradición novelística rusa y su éxito en todo el mundo se explica sobre todo por la dimensión humana; por la capacidad de sobrevivir en un entorno hostil, que demuestran estos personajes.

El turno de opiniones breves lo iniciamos leyendo un correo de Paco Paños, que no pudo asistir a la sesión: “Con Zulejá abre los ojos la escritora Guzel Yájina nos hace compartir el aire de aquellos tiempos terribles, en la antigua URSS, en los que se pretendió imponer una Utopía sin miramientos, de la mano de unos individuos despiadados, que utilizaban el comunismo como señuelo. Esto es lo que más me ha interesado del libro, más que los avatares de las vidas, aunque todas merecen atención, Ignatov por encima del resto, más incluso que Zuleijá. En la faja del libro -añade Paco- hay unas palabras de Almudena Grandes, que recojo: «La he leído como si me la comiera, como si me la bebiera, como si necesitara avanzar por sus páginas para seguir respirando. Es una novela escrita con un material singular, una sustancia afín al corazón humano». No diría tanto, pero sí que es una novela de las que merecen la pena, de las que dejan huella”.

Miguel comentó que le había encantado, a diferencia de otras novelas que hemos leído recientemente en el club, porque hay una historia, unos personajes, una sustancia… Contó que en 1973 leyó un libro sobre la represión terrible llevada a cabo en la Unión Soviética, Un día de la vida de Iván Denísovich de Alexandr Soljenitsin, que le influyó mucho en la toma de decisiones, cuando estudiaba en la Universidad, incluido el no afiliarse al Partido Comunista. En Zuleijá abre los ojos, el protagonista, en su opinión, es el sistema, no tanto los personajes porque todos son víctimas y carecen de maldad, incluido Ignatov. Es una novela de supervivencia que te engancha desde el principio, aunque le falta penetrar más en la psicología de los personajes, quizá porque se trata de la primera escrita por su autora.

Bela confesó que le había atrapado tanto que no podía dejar de leerla, probablemente porque la voz narradora consigue transmitir los sentimientos  y sensaciones que experimentan estos personajes. Lo que más le había gustado es la metamorfosis de Zuleijá, desde su sometimiento completo al marido, a ser capaz de tomar sus propias decisiones, como le ha sucedido a muchas mujeres. También, la leyenda de los treinta pájaros que simboliza la historia de los deportados, porque, tanto unos como otros logran sobrevivir, cuando se unen.  

Enrique también valoró la evolución de los personajes, en especial  Zuleijá, que pasa de una dictadura familiar a otra política, aunque en esta paradójicamente se siente libre. Se trata de una mujer luchadora, capaz de superar todas las adversidades. Además, hay una crítica clara al sistema comunista que se implantó en la Unión Soviética, que ha sido  muy negativo para la humanidad.

A María le había seducido, como pocas novelas, pues congenia muy bien el contexto histórico con la historia de los deportados, que luchan juntos por la supervivencia. Le había gustado también la forma de sentir el bosque, respetándolo; la transformación de Zuleijá; etc.

Víctor reconoció que le había perjudicado leerla en el móvil, aunque la novela le había interesado desde el punto de vista histórico, en particular la crítica de las deportaciones forzosas y colectivizaciones agrarias, que no sirvieron para nada. También, las descripciones de paisajes y la visión del pecado que tiene Zuleijá, por ejemplo, cuando renuncia a mantener la relación con Ignatov, después de que su hijo esté a punto de perecer en la taiga, lo cual  ella interpreta como un castigo por el pecado cometido.

María Jesús manifestó que la autora no se recrea en la descripción detallada de los personajes, como hacían los novelistas rusos del siglo XIX, sino que opta por que se definan con su comportamiento. La novela tiene rasgos propios del realismo mágico por sus referencias a los espíritus (de la entrada de la casa, del bosque…), e incluso la colonia de trabajo que crean junto al río Angará, le recuerda al Macondo de Cien años de soledad. Citó algunas imágenes para ella inolvidables, como la de la tumba de las hijas de Zuleijá o cuando esta dispara en el bosque sobre el oso que está a punto de matar a su hijo. E igualmente han llamado su atención las historias secundarias, como la de la Vampira y la de su hijo, que aparece, al principio de la novela, con su cabeza apoyada en el vientre de la madre, como si fuera un bebé.

A Benito la novela le había cautivado y motivado para buscar información complementaria. En especial le había gustado el estilo cinematográfico en el que está escrita, tanto que tenía la sensación de haber visto una película sin tener que mirar una pantalla. Otro valor es que Guzel Yájina, a partir de una historia familiar, nos muestra toda una época, que a él le ha recordado a la historia de los primeros americanos. Los personajes, en particular Ignatov, están bien perfilados y forman un crisol de profesiones y trabajos. Finalmente, nos aconsejó ver la serie de televisión basada en la novela, muy bien ambientada e interpretada, y con una magnífica banda sonora.

Carmen felicitó a María por haber propuesto para el club esta novela, que a ella le ha encantado, hasta el punto de temer que se acabara, sensación que no tenía desde hace tiempo. Destacó la plasticidad de las descripciones y la capacidad para introducir al lector en todo lo que sucede. Los personajes le parece que están bien tratados y perfilados, particularmente el médico. También le había gustado la relación de los deportados con el bosque, donde encuentran leña para el fuego y comida para alimentarse. Por último, dijo que esta situación límite saca lo mejor de ellos, pues cada uno aporta algo en beneficio de todos.  

En el debate posterior sobre la novela, se coincidió en la importancia que tiene, para atrapar al lector, la voz que cuenta la historia: un narrador omnisciente que sabe todo de los personajes y cuyos pensamientos, a veces positivos, a veces, negativos, nos muestra e incluso valora: “¡Lo ha conseguido! ¡Se ha salido con la suya! ¡Eres un as, Zuleijá! ¡El pollo mojado se las sabe todas!” dice de la joven protagonista, después de que esta haya robado dos láminas de manzana del desván, sin que su marido se dé cuenta.

Igualmente, estuvimos de acuerdo en el simbolismo del título, Zuleijá abre los ojos, porque se refiere a que esta mujer, convertida en una esclava de su marido y su suegra, acaba tomando las riendas de su vida, a raíz de su deportación a la Siberia Oriental.

Comentamos los dos planos en los que se estructura la novela: el social, relacionado con las colectivizaciones forzosas en la antigua URSS, y el individual, que es la historia de Zuleijá. Ambos planos se van alternando, aunque poco a poco el segundo, con la liberación de la protagonista, se impone al primero. El final se consideró abierto porque quedan preguntas por responder, tanto referidas al futuro incierto de Yuzuf, que huye de la colonia de trabajo, como a la relación entre Zuleijá e Ignatov, que parece reiniciarse. 

En cuanto a los personajes, nos detuvimos en los tres más complejos, dinámicos e imprevisibles:

Ignatov, aunque es el comandante del Ejército Rojo que dirige a los deportados, siente dolor por ellos y las caras de los muertos se le aparecen en sueños impidiéndole dormir. Se considera culpable de sus desgracias, aunque también los cuida y defiende: “Personas, personas y más personas:  centenares de personas se yerguen ante él. Es él quien sale a recibirlos cuando llegan a este confín del mundo. él, quien los manda a la taiga, los atormenta con los trabajos inhumanos; los obliga con mano de hierro a cumplir el plan, los maltrata, los asusta, les impone castigos. También es él el quien hizo construirles casas, se deja la piel para proveerlos de alimento y medicinas, los defiende de las arbitrariedades del centro. Los mantiene a salvo. Y ellos lo mantienen a salvo a él”. Es pues un personaje ambivalente en su comportamiento y pasa de ser verdugo a víctima, cuando es destituido de su cargo por no prestarse al juego sucio y corrupto de Kuznets.

Zuleijá, a raíz de la muerte de su marido y la deportación, experimenta una transformación, pues se va alejando de la religión y las supersticiones, de las normas de conducta para una mujer honrada y sumisa que le había enseñado su madre, y se olvida de los muertos, para centrarse únicamente en su hijo. Además, descubre algo desconocido para ella: el amor hacia un hombre, que le permite realizarse como mujer.

Leibe es un profesor de origen alemán que trabaja en la Universidad de Kazán, como antes lo fueron su padre y su abuelo, y además ejerce la cirugía. Tiene cincuenta y cinco años pero ha perdido la memoria hace diez, los mismos que no sale de su habitación. Cree que vive en un huevo que lo protege de todo lo malo. Denunciado por contrarrevolucionario, es detenido y deportado, aunque no es muy consciente de la represión de la que está siendo víctima. Curiosamente, recupera la cordura y su capacidad como médico, cuando se siente útil, asistiendo al parto de Zuleijá.

Sobre los temas que aparecen en la novela, comentamos los siguientes:

El islamismo y los dioses paganos

Zuleijá profesa la religión musulmana, como lo demuestran los agradecimientos a Alá; pero también cree en los dioses paganos, pues evita pisar el umbral de la casa para no atraer a los malos espíritus;  lleva nueces o pipas a la “bichura del baño” para mantenerla contenta;  y dulces al “basu kaka iyase”, para que los malos espíritus no traspasen la linde del pueblo.

Por otra parte, la Vampira tiene sueños proféticos que anuncian normalmente sucesos negativos, como el incendio que destruyó el granero y el viejo baño, o la epidemia de fiebre aftosa que acabó con el ganado de Yulbash, o la muerte de las cuatro niñas que parió Zuleijá. 

Después, cuando Zuleijá se marcha deportada y se supone que la Vampira ha muerto, el espíritu de esta se le aparece para corregir su “mal” comportamiento.

Las deportaciones en la antigua Unión Soviética

El régimen comunista consideró enemigos del comunismo a los campesinos por ser explotadores, y a los intelectuales y artistas por ser parásitos de la sociedad y críticos con el sistema. Por eso, los deportan a Siberia, y no admiten que algunos de ellos ahorren dinero, cultivando las nuevas tierras, porque lo interpretan como una propensión irreprimible al individualismo. Al final, la represión afecta a todo aquel que manifieste algún tipo de disidencia, pues se convierte en elemento socialmente peligroso.

La liberación de Zuleijá

Es progresiva y se va manifestando, de forma sutil, a través de diferentes detalles: incumple la orden del marido de darle a la yegua el terrón de azúcar impregnado de veneno; conoce a mujeres independientes como Isabella, la cual le impresiona cuando recita poemas en voz alta; tiene un hijo, Yuzuf, que sobrevive, a diferencia de sus cuatro hijas, y que materializa su deseo de maternidad; y sobre todo mantiene una relación afectiva y libremente elegida con Ignatov, que le hace sentirse realizada como mujer.  

Esta liberación alcanza su cenit cuando rechaza a la Vampira: “¡Fuera de aquí!- le gritó Zuleijá, que sintió cómo una rabia sorda inundaba su cuerpo, cómo le ardían las raíces del cabello, cómo su corazón golpeaba en el pecho contra las costillas- ¡No te atrevas a volver a aparecer por aquí nunca más! ¡Esta es mi vida y tú ya no me das órdenes!”.

 El realismo socialista

Ikónikov es obligado por las autoridades soviéticas a pintar cuadros en este estilo artístico que tiene como finalidad extender la conciencia de clase y el conocimiento de los problemas sociales: “En esos lienzos rozagantes, leñadores, panaderas pechugonas y pioneros de mejillas sonrosadas aparecían sentados o de pie, solos o en grupo, y siempre dirigiendo sus miradas a la prístina lejanía”.

Las dos visiones de la muerte

La muerte que infunde temor tiene una presencia constante en la vida de Zuleijá: el fallecimiento de sus cuatro hijas, el asesinato de su marido, la muerte del grano enterrado para la próxima cosecha que se acabará pudriendo en la caja de madera; la muerte en los vagones que llevan a los campesinos deportados a Siberia; los 300 que murieron ahogados en el río Angará; etc. Pero también aparece una muerte, que no infunde temor, y que está presente en la taiga, estrechamente unida a la vida: “Allí la muerte es una presencia constante, pero una muerte simple comprensible, una muerte en cierto modo sabia y justa. Las hojas y las agujas caen de los árboles y los pinos y se pudren en la tierra, los arbustos se rompen bajo el peso de las enormes patas de los osos y se quedan secos, la hierba es pasto de los ciervos tanto como estos lo son de las manadas de lobos…”

El simbolismo de la leyenda de los 30 pájaros

Según la leyenda que le cuenta Zuleijá a su hijo, solo treinta de ellos resistieron firmes en su búsqueda del Semrug, el pájaro más hermoso y sabio de la tierra, al que querían nombrar rey, hasta que se dieron cuenta de que todos ellos, tanto juntos como por separado, eran Semrug.  

Esta leyenda es una alegoría de los treinta deportados que llegan a la taiga y se unen para sobrevivir. Prueba de ello es el nombre que le ponen a la colonia de trabajo, Semruk, que tan solo se diferencia en la letra final del nombre del pájaro.

Elogiamos, el estilo sencillo y ágil en el que está escrita la novela, que luce especialmente en algunos pasajes, donde literalmente vemos lo que está sucediendo, como cuando Zuleiá se hunde en el río Angará y está a punto de morir ahogada: “Su cuerpo experimenta otra sacudida y queda quieto por fin. Los brazos le cuelgan como fustas, las piernas se relajan. Las trenzas se estiran hacia lo alto, desplegándose lentamente, como algas. Zuleijá se va hundiendo, con la cara mirando al fondo y las trenzas erguidas. Baja, baja, ya llega la fonfo. las plantas de sus pies aterrizan en el limo y el suave impacto levanta una nube negra y perezosa. Después aterrizan los cabellos, las rodillas, la barriga…”.

Y también el fino sentido del humor del que hace gala Guzel Yájina, como por ejemplo, cuando Ikónikok les hace creer a Ignatov y  a Kuznets que las imágenes de París que aparecen en sus cuadros corresponden a Moscú, aprovechándose de que no conocen ninguna de las dos ciudades.

Próxima lectura: El poder del perro de Thomas Savage, novela de la que hablaremos el miércoles, 16 de marzo, a las 17 horas, en el Albergue Juvenil.

Guion sobre Zuleijá abre los ojos

Guión para el debate

(Sesión del 25 de enero, martes, a las 17 horas, en el Albergue Juvenil)

  1. Presentación de la autora en su época por María Sanjuán
  1. Opinión breve sobre la novela: si nos ha gustado o no y por qué.
  1. El título: ¿cuál es su significado simbólico?
  1. Punto de vista narrativo: ¿a quién corresponde la voz narradora?
  1. Espacio: ¿en qué espacios se desarrolla la historia?
  1. Tiempo: ¿qué tiempo abarca?
  1. Estructura

Interna: ¿en qué dos planos se estructura?, ¿cómo avanza el tiempo?, ¿se producen flashback?, ¿cómo interpretas el final?, ¿está todo resuelto o quedan preguntas sin resolver?

Externa: ¿cómo se estructura formalmente la novela?

  1. Personajes

Zuleijá

Murtazá

La Vampira

Ignatov

Nastasia

Leibe

Gorelov

Avdei 

Ashkenazi

Sumlinski

Ikónikov

Kuznets 

Yuzuf

  1. Temas

El islamismo y los dioses paganos

La discriminación de la mujer

La revolución de 1917: ¿qué supone para los campesinos y los intelectuales?, ¿y para los que participaron en ella y la defienden?

La deportación y la reeducación 

La supervivencia

La propaganda: ¿qué función desempeña en el régimen comunista?

El realismo socialista en el arte

La liberación de Zuleijá

El amor: ¿qué diferencia la relación de Zuleijá con su antiguo marido de la que mantiene con Ignatov?, ¿qué es más importante para ella el amor hacia este hombre o el que siente hacia su hijo?

La muerte: ¿qué dos visiones contrapuestas de la muerte aparecen en la novela?

Le leyenda: ¿qué valor simbólico tiene la de los 30 pájaros?

  1. Estilo

¿Por qué rasgos se caracteriza?, ¿se podría hablar de un estilo cinematográfico?

El arte de la narración y la descripción

El humor: ¿con qué finalidad lo utiliza? 

  1. Frases para la reflexión

“¿Y acaso puede haber vida si no se tiene rabia? ¿Qué clase de vida es esta? Nunca tendrás la vida que valga la pena vivir”, le dice la Vampira a Zuleijá.

“Su madre solía decirle que el trabajo aleja las penas”

“La muerte es ubicua; más hábil, más lista, más poderosa que la vida, esa tonta criatura que siempre pierde el duelo que entabla con ella”

“La libertad es como la felicidad, para unos nociva y útil para otros“

“Intentar es palabra de flojos. Los comunistas no intentan las cosas sino que las hacen”

“Partir es morir un poco“ es un proverbio que le enseña Isabella a Yuzuf.

“Para alcanzar una meta, basta perseguirla” es otro proverbio 

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