Así, con esta frase, finalizamos el pasado jueves la sesión del club de lectura dedicada a Los desposeídos, porque entendimos que representa lo mejor de las sociedades que se contraponen en la novela: la capitalista y la anarquista. Lo explicó muy bien Clara, a quien le había fascinado este personaje, a caballo entre los dos mundos: Urras y Anarres.
Pero antes, María presentó a Ursula K. Le Guin, hija de una escritora de cuentos infantiles y un antropólogo, que, a lo largo de su vida, se ha mostrado como una activa militante pacifista y feminista. Ha escrito prosa y verso: más de cien cuentos, seis libros de poesía y veinte novelas, entre las que se encuentra Los desposeídos, por la que recibió los premios: Nébula (1974), Hugo (1975), Locus (1975) y Promethens (1993).
Las opiniones iniciales sobre esta novela de ciencia-ficción fueron simplemente favorables, pero, como ha sucedido en otras ocasiones, a medida que se desarrollaba la sesión, fue creciendo el interés hacia la misma. Es la magia de la comunicación y el intercambio de ideas entre las personas.
Abrieron el turno José Miguel, María Jesús y Víctor, a quienes les había gustado la reflexión de la autora sobre los dos tipos de sociedad, así como las dudas que genera lo desconocido, pues existe una desconfianza mutua entre los habitantes de una y de otra. También Enrique, aunque no es aficionado a la ciencia-ficción, destacó el contraste entre Urras, que se corresponde con el planeta que habitamos, y Anarres, que representa a una hipotética sociedad anarquista o “arquista”, palabra inventada por la autora. No obstante, había echado en falta en la novela una mayor profundización en las características de esta segunda.
José Miguel expresó su admiración por la estructura de Los desposeídos, la cual había desconcertado a algunos compañeros de su clase, y por cómo se describen los dos mundos, que al principio parecen ideales, pero de los que progresivamente van aflorando sus defectos. Este mismo aspecto fue valorado por Ana, a quien la novela le había descubierto un tipo de país, Anarres, donde no le gustaría vivir, fundamentalmente, por la falta de libertad.
Carmen se había sentido atraída por la reflexión sobre el lenguaje como reflejo de una ideología: por ejemplo, cómo en Pánico eliminan el uso del posesivo, porque implica posesión, lo cual está en contra de los principios anarquistas. Y María, finalmente, que había leído, por primera vez, la novela, en su época de estudiante, resaltó la dimensión histórico-filosófica de la misma y la forma con que aborda la autora temas como el feminismo y la relación de pareja.
En un análisis más pormenorizado, comentamos el título, “Los desposeídos”, que alude a los habitantes de Anarres, los cuales dejan de definirse en términos de lo que tienen, porque para ellos ser anarquista, como se consideran, es ofrecer a los demás y no tomar. Y también su estructura circular, pues en el primer capítulo se cuenta el viaje de Shevek al país vecino; después, en los siguientee se van alternando dos pasados: uno en Urras, que hace relación a esta visita, y otro en Anarres, durante la juventud del protagonista; y en el último esas dos acciones, que se han ido progresivamente acercando, se unen con la narración del viaje de regreso.
Sobre los personajes, nos detuvimos en los siguientes:
• Shevek, el protagonista, como ya se ha dicho. Un científico que pretende desarrollar una teoría que permita la comunicación interestelar, superando la velocidad de luz y la teoría de la relatividad. Lucha por la fraternidad entre Urras y Anarraes.
• Takver, su pareja, con el que tiene dos hijas, que demuestra lealtad y perseverancia en su comportamiento, y necesita para vivir, en contra de la costumbre de Anarraes, del vínculo matrimonial.
• Odo, mujer que dio lugar a la sociedad anarquista, encabezando la insurrección del año 747, 200 años antes de los hechos que se cuentan en la novela. Sus ideas inspiran al pueblo de Anarres, para el que se ha convertido en un símbolo.
• Rulag, madre de Shevek, que abandonó a éste cuando era niño. Se opone a que su hijo realice el viaje a Urras, quizá por despecho, porque cuando se acercó a él, en busca de la reconciliación, no lo logró.
• Bedap, amigo del protagonista, homosexual, irónico, enigmático y con libertad de espíritu, lo cual le trae problemas en Anarres.
• Sabul, investigador poco brillante y no original, como lo demuestra el hecho de que firmara el libro de Shevek, como si fuera coautor del mismo. Representa el poder y la censura en el régimen anarrasti.
• Atro, el físico más importante de Urras; tiene antecedentes aristócraticos y cree que la vida es una lucha, una competencia, en la que el débil es eliminado.
• Y Pae, también perteneciente a este país. Un físico muy inteligente y con sentido de la oportunidad, pero sin profundidad ni escrúpulos en su conducta.
Entre los numerosos temas que plantea la novela, comentamos:
• Las diferencias entre la sociedad capitalista (Urras) y la anarquista (Anarres): una organización jerárquica, basada en la coerción, frente a otra federativa y horizontal supuestamente basada en la libertad; presencia de instituciones y leyes, frente a la ausencia de las mismas; separación de lo público y lo privado, frente a la no distinción de ambos elementos; la discriminación de la mujer, frente a su igualdad con respecto al hombre; el trabajo como una actividad individual, frente a una consideración social del mismo; una educación basada en exámenes y caificaciones, frente a otra donde se da prioridad al aprendizaje de destrezas y habilidades que te valgan en la vida; etc.
• El peligro de la centralización y la burocratización en Anarres, un país teóricamente libre, pero donde existe la CPD (Coordinadora de Producción y Distribución), que controla los movimientos de todos los ciudadanos, en especial de los que desarrollan actividades intelectuales y artísticas.
• La represión política, consecuencia de lo anterior, y que sufren escritores, como Tirin, al que obligan a ir a una terapia de rehabilitación, porque sus obras no gustan; investigadores, como Shevek, que tiene dificultades para trabajar en su teoría del tiempo y es considerado como traidor y egotista; y músicos, como Salas, que compone un tipo de múscia alejada de lo que se enseña en el conservatorio.
Estos aspectos negativos de Anarres nos hicieron pensar en el experimento comunista llevado a cabo en la Unión Soviética, sobre todo en la época de Stalin, donde la centralización y la burocratización se acabaron convirtiendo en un cáncer para el propio sistema.
Pero comentamos que la represión también se da en Urras, donde Shevek descubre que todos sus movimientos son controlados y tiene micrófonos en la habitación, porque representa los ideales del anarquismo, opuestos a la sociedad capitalista; y comprueba que la manifestación con la culmina la huelga es reprimida con dureza por la policía provocando numerosos heridos y muertos.
• Y la injusticia social, que caracteriza a este país, donde hay un abismo entre el mundo de los ricos y el de los pobres.
Llegamos a la conclusión, con Ursula K. Le Guin, de que no hay sociedades perfectas, y que lo ideal sería un mundo en el que se combinen la libertad y la justicia social. Shevek lo da a entender en su discurso de la Plaza de el Capitolio, antes los miles de urresti que le escuchaban entusiasmados:
“Es nuestro sentimiento lo que nos une. El amor no obedece a la mente, y cuando se lo violenta se transforma en odio. El vínculo que nos une está más allá de toda posible elección. Somos hermanos. Somos hermanos en aquello que compartimos. En el dolor, en ese dolor que todos hemos de sufrir a solas, en la pobreza y en la esperanza reconocemos nuestra hermandad. La reconocemos, porque hemos tenido que vivir sin ella. Sabemos que para nosotros no hay otra salida que ayudarnos los unos a los otros, que ninguna mano nos salvará si nosotros mismos no tendemos la mano. Y la mano que vosotros tendéis está vacía, como lo está la mía. No poséis nada. No sois dueños de nada. Sois libres. Todo cuanto tenéis es lo que sois, y lo que dais…”
Por eso, haciendo nuestras estas palabras, finalizamos la sesión con un brindis por Shevek.
Próxima lectura, a propuesta de María: La importancia de llamarse Ernesto de Óscar Wilde, una comedia sobre la que hablaremos el 31 de marzo, jueves, a las 18:30.