El placer de escuchar

Ayer, en la sesión que dedicamos a Herejes de Leonardo Padura, se puso de manifiesto esta máxima de un club de lectura, puesto que todos disfrutamos escuchando, primero, a Paco Paños en su sentida y trabajada presentación del autor y, después, al resto de los participantes en sus opiniones sobre la novela.

Expuso que conoce a Padura desde hace muchos años y que valora sobre todo dos de sus novelas: El hombre que amaba los perros, donde se cuenta la expulsión de León Trotsky de la Unión Soviética, su exilio y su confluencia en México con el que sería su asesino, Ramón Mercader, y Como polvo en el viento, donde se narra la historia de un grupo de amigos que ha sobrevivido al exilio y a la dispersión. 

Cuando estuvo en Cosmopoética, en 2016, el escritor cubano declaró que no pudo estudiar periodismo, porque “en los países socialistas existe lo que se llama planificación. En 1975, cuando estaba a punto de entrar en la Universidad, Cuba decidió que no necesitaba más periodistas”. Esto le obligó a escoger otra carrera: Literatura. También dijo que escribía con absoluta libertad y que no se sentía ni un perseguido ni un disidente en Cuba, donde vive en el mismo barrio y en la misma casa de cuando era niño. 

Para Padura la novela ayuda a comprender el mundo y, en las protagonizadas por Mario Conde, la trama policial es un pretexto para explicar otras historias. Considera que Herejes es la búsqueda de la libertad y que, como en sus restantes novelas policiacas, dice más de lo que cuenta. En este sentido,  reconoce entre otros escritores la influencia de Manuel Vázquez Montalbán. Mario Conde, con su escepticismo desde el punto de vista personal y político, es un trasunto del propio Padura. 

Finalmente, Paco expresó su opinión sobre Herejes, novela que le había gustado, porque va más allá de lo policíaco y le había generado un desasosiego que le mantenía atento, y porque, cuando la dejaba de leer, estaba deseando volver a ella. Valora la documentación previa del autor; la estructura tripartita; la presencia del sentimiento cubano; la visión de La Habana de diferentes épocas y la de Ámsterdam del siglo XVII. Quizá la tercera historia encaja menos en el conjunto de la novela; pero probablemente la información recogida sobre la juventud cubana le interesó tanto a Padura que decidió introducirla.

Nana, una amiga que iba a venir por primera vez al Club, pero que no ha podido hacerlo, me ha comentado que Herejes le ha encantado. Es un canto a la libertad, pues, gracias a hombres luchadores, como Daniel Kaminsky y su capacidad para adaptarse al medio, o Elías Ambrosius, que defendió su derecho a pintar en una comunidad que censuraba este trabajo; gracias a los herejes, como dice el título de la novela, el mundo ha cambiado a mejor, se ha hecho más tolerante y libre.

María, que la había leído hace varios años, recuerda que le gustó mucho, especialmente la historia de Elías Ambrosius y la de Judith. Se trata de una novela negra que se convierte en histórica; pero sobre todo habla de la condición humana.

Benito comenzó agradeciéndole a Paco su presentación, con la que había disfrutado mucho. En cuanto a Herejes,  su lectura le había interesado tanto que le entraron ganas de visitar La Habana. Reconoció que le había costado entrar en la trama por la variedad de personajes y por los cambios de tiempo. En su opinión, hace una recreación fantástica de la Amsterdam del siglo XVII y de la casa de Rembrandt. El tema fundamental, la herejía, es de plena actualidad, porque todos, de alguna forma, al ejercer la libertad, estamos en los márgenes y nos salimos de la norma. Sin embargo, la historia de Judith le parece un tanto forzada, aunque el tema de la juventud cubana tenga mucho interés. 

Bela reconoció que le había costado entrar en la novela, por los cambios de tiempo y porque la primera parte es muy descriptiva; pero no sólo acabó entrando sino que le había gustado mucho, en particular, la visión crítica de Cuba, a través de Mario Conde y sus amigos, que pertenecen a una generación desencantada; y también la visión de los jóvenes que se organizan en tribus urbanas, como los emo. Cada una de las tres partes en que se divide Herejes tiene entidad propia, de tal forma que son como tres novelas en una.

Paco Ortiz también confesó que había abandonado hace unos meses la novela, porque al escucharla, mientras conducía, no acababa de entrar en ella, a causa sobre todo de la variedad de personajes. Después, sacó la novela impresa de la biblioteca y su lectura, poco a poco, le fue enganchando. Destaca las tres historias que son como tres novelas sucesivas, pero relacionadas entre sí.

María Jesús, que la ha leído sólo parcialmente, le parece por ahora como un puzzle desordenado, cuyas piezas confía en que acaben encajando. Le ha interesado todo lo relacionado con la historia de los judíos, particularmente la espera del trasatlántico, que le ha recordado el inicio de Cronica de una muerte anunciada de García Márquez. También le parece atractivo el zigzaguear continuo del tiempo y el espacio; y la actitud de los personajes que luchan continuamente por hacerse un espacio en un mundo que se rige por unas normas demasiado rígidas.

Carmen valoró todo lo escuchado a los compañeros del Club de Lectura, en especial, la presentación del autor en su época. Confesó que Herejes al principio le causó un cierto recelo, porque Padura va cerrando las historias sin relacionarlas, de tal modo que tuvo la sensación de que, después de cada una de ellas, acababa la novela. Le ha gustado sobre todo la forma de jugar con el tiempo, la defensa de la libertad y el tema de la amistad, que considera muy cubano, por las conversaciones que ha tenido con personas de este país.

En el debate sobre la novela, valoramos lo acertado del título, que está relacionado con el comportamiento libre que tienen los protagonistas de las tres historias: Daniel, Elías Ambrosius y Judith, aunque también defienden la libertad otros personajes, como el Maestro Rembrandt.

Coincidimos en que Herejes, que forma parte de la serie protagonizada por Mario Conde, no es un mero juego policial entre realidad y misterio, sino que refleja también la problemática de los judíos, a lo largo de la historia, y la sociedad cubana, antes y después de la revolución. Igualmente, estuvimos de acuerdo en que Padura no sólo sabe generar la intriga principal en torno al cuadro y los personajes relacionados con él, sino también las intrigas secundarias, pues los capítulos suelen acabar dejando en el aire una interrogación o una duda, como el 1 que finaliza con la incertidumbre de si el trasatlántico Saint Louis, cargado de judíos, logrará desembarcar o no en La Habana.

En cuanto a los personajes hablamos de los siguientes:

Mario Conde es un ex policía de 54 años que abandonó desencantado el cuerpo hace más de veinte años, que trabaja de detective y que se dedica en ocasiones a la compra y venta de libros de segunda mano. Tiene un grupo de amigos con los que pasa buenos ratos y una novia, Tamara, con la que se plantea contraer matrimonio, ahora que los dos ya son personas maduras. Es culto, abierto y socarrón, pero tiende al pesimismo y al desencanto.

Daniel tiene un espíritu abierto y liberal que le hace rechazar la tendencia de los judíos a aislarse y a vivir en cercanía endogámica. De hecho, a raíz de lo acontecido a sus padres, se aleja de la religión judía, pues se plantea preguntas que le llevan a rechazar el judaísmo, hasta el punto de casarse con Marta Arnáez por el rito católico. No obstante recupera su condición de judío en Miami, probablemente por pragmatismo, es decir, por su capacidad de adaptarse al medio.

Joseph, apodado Pepe Cartera por su maestría para fabricar bolsos, billeteras y carteras de piel,  es un cumplidor estricto de los preceptos del judaísmo, aunque acaba aceptando el alejamiento de esta religión por parte de su sobrino Daniel. Cuando éste se marchó a Miami, asesinó al responsable de la muerte de su hermano y su familia, Román Mejías, para que su sobrino no tuviera que hacerlo y aún sabiendo que su alma no tendría salvación.  

Ricardo es un hijo de Caridad, al que adoptó Joseph y le dio su apellido. Es doctor y se siente muy agradecido a su padrastro: “Si abuela Caridad -le dice a su primo Elías Kaminsky- fue una mujer feliz y si yo soy el hombre que soy y ustedes las personas que son, es por aquel polaco, el tío abuelo de este señor, mi papá, que nos dio a mi mamá y a mí las tres cosas más importantes que puede recibir un ser humano: amor, respeto y dignidad”. Precisamente, en un acto de nobleza y generosidad, renuncia a la parte que le corresponde por la venta del cuadro.

Elías Ambrosius es antepasado de los Kaminsky y contemporáneo de Rembrandt, hacia el que sentía una gran admiración, tanta que la contemplación de un cuadro suyo le incitó a ser pintor. El Maestro le regaló el cuadro que había de ocasionar tantas desgracias a la familia. Elías aprendió del Maestro, de Ben Israel y de su abuelo el valor de la libertad, que le costó ser acusado de herejía y procesado, aunque logró huir. También ejerce su libertad en contra de la religión en su iniciación sexual con Marian Roca, sin estar casados.

El Maestro Rembrandt tenía un carácter heterodoxo y perdió a su joven mujer a causa de la tisis y a tres de los cuatro hijos que tuvo con ella. Su pintura libre e innovadora no fue bien valorada en su época hasta el punto de que apenas tenía encargos y se declaró en bancarrota.

Judith Torres es una joven desaparecida, que se muestra irreverente y atrevida: “Si un país o un sistema no te permite elegir dónde quieres estar y vivir, es porque ha fracasado. La fidelidad por obligación es un fracaso”. Quería cambiar su vida, porque la consideraba un asco, sobre todo la relación con su padre, al que odia a causa de su comportamiento corrupto. Por eso, busca la alternativa de ser emo, para liberar su mente del cuerpo finito, condenado a la muerte, y que te pueden controlar.

De los temas que plantea Leonardo Padura en la novela, comentamos los siguientes:

Los judíos: su persecución, su sentido de la obediencia y la sumisión 

El antisemitismo se dio en el siglo XVII, en Polonia, donde los judíos vivieron una de las más terribles persecuciones por los cosacos y tártaros. Antes en España cuando fue decretada su expulsión en 1492 y, después, en Alemania, donde se sitúa la historia de Daniel, cuya familia, que embarcó en el Saint Louis en 1939 desde Alemania a Cuba huyendo de los nazis, finalmente, fue exterminada en un campo de concentración. Esta persecución de siglos acabó provocando en ellos un espíritu de gueto, o tendencia al aislamiento, y a vivir en cercanía endogámica, con negocios entre judíos, matrimonios entre judíos, comidas entre judíos, etc. Además, tanto en el siglo XVII, como en la Alemania nazi, alentados por los rabinos, aceptaron la persecución y el exterminio con sumisión, como si formara parte del destino que les tenía reservado Dios. 

Los judíos y los alemanes 

Elías  Kaminsky, en sus conversaciones con Mario Conde, establece un curioso paralelismo entre las aspiraciones de los judíos y de los alemanes durante el periodo nazi:

“Lo jodido de la historia es que cuando los judíos las practicaban (la avaricia , la cobardía y la ambición) al modo alemán, era porque soñaron con parecerse a los alemanes, porque muchos quisieron ser más alemanes que los propios alemanes, pues consideraron a esos hombres entre los que vivían como la imagen perfecta de cuanto hay de hermoso y bueno en el mundo de la burguesía ilustrada, de la cultura, la urbanidad a la cual muchos de ellos aspiraban a pertenecer para dejar de ser diferentes y para ser mejores…”

“el sueño de los alemanes era justo lo inverso: parecerse a lo esencial de los judíos, o sea, ser puros de sangre y espíritu como decían ser los judíos, sentirse superiores, como los judíos, por su condición de pueblo de Dios, ser fieles a una Ley milenaria, ser un pueblo, un Volk, como decían los nacionalsocialistas, y gracias a todas esas posesiones maravillosas resultar indestructibles, como los judíos, quienes a pesar de no tener patria y de haber sido amenazados mil veces con la destrucción, siempre habían sobrevivido. En pocas palabras: ser diferentes, únicos, especiales, gracias al amparo de Dios”

El arte: la pintura 

La intriga de la novela, como se ha dicho, gira en torno a un cuadro valioso, que podía haber beneficiado a la familia Kaminsky, en especial a los padres de Daniel, Isaías y Esther, y a su hermana Judit,  aunque finalmente no les benefició. Pero sobre todo comentamos las explicaciones que le da Rembrandt a Elías Ambrosius sobre el arte y cómo expresar en el lienzo algunos sentimientos:  

“Si eres capaz de pintarte a ti mismo y poner en tus ojos la expresión que deseas, eres pintor (…) El resto es teatro…, manchas de colores, una al lado de la otra…”

“La tristeza está más allá de los ojos (…) Por eso, muy pocos hombres han logrado retratar la tristeza… Un hombre triste nunca miraría al espectador. Buscaría algo que está más allá de quien lo observa, una huella remota, perdida en la distancia y a la vez dentro de sí mismo (…) Debe tener la mirada fija en lo insondable”

También mencionamos la reflexión que le hace el rabino Samuel a Elías, después de contemplar el cuadro de Rembrandt: “El arte es poder; pero no para dominar países y cambiar sociedades, para provocar revoluciones u oprimir a otros. Es poder para tocar el alma de los hombres y, de paso, colocar allí las semillas de su mejoramiento y felicidad…”

La amistad 

Para Daniel Kaminsky la amistad con sus amigos cubanos fue de las experiencias más importantes de su vida. Por eso, cuando perdió a Pepe Manuel, alias Calandraca, sufrió una gran sensación de desvalimiento: “El vacío que dejaba la muerte de aquel hombre bueno había caído sobre el estado de desorientación y la pesada tristeza que ya lo acompañaban, y le reveló la medida exacta de todas las pérdidas que acumulaba en aquel instante…”

También para Conde son muy importantes los amigos con los que se reúne para conversar y sincerarse: “En la soledad del paraje y atrapados por una historia de muerte y amor, otra vez la sensación de tiempo detenido (…) Aquellos concilios de practicantes fundamentalistas de la amistad, la nostalgia y las complicidades tenían el efecto benéfico de borrar los dolores, las pérdidas, las frustraciones del presente …”

La revolución cubana 

No hay una crítica directa al régimen comunista, pero sí indirecta, a través de lo que dicen o piensan los personajes:

Roberto Fariñas, que luchó contra la dictadura y se quedó en Cuba apoyando la revolución, califica a los dirigentes de esta de “talibanes políticos“. La profesora que mantiene relaciones con Judith le dice a Conde que no haga pública la conversación con ella “por tres razones que va a entender: porque soy lesbiana y me gusta serlo, pero vivimos en un país donde todavía mi preferencia sexual es un estigma…”.  

La corrupción también afecta a los dirigentes de la revolución, después de cincuenta años, según cuenta Manolo, un amigo de Conde: “Hay una tonga de gente gorda presa o en camino. Pero gordas gordas. Ministros, viceministros, directores de empresas (…) Qué bonito, ¿eh? El mejor de los mundos posibles… Y ahora, así, de pronto, descubren que ese mundo estaba lleno de corruptos, putas, drogadictos, aberrados que prostituyen a niñas…”

Hablando de los jóvenes, como Judy, la doctora Cañizares, especialista en este tipo de tribus urbanas, le dice a Conde: “Chico, la cosa es que esos muchachos no creen en nada porque no encuentran nada en que creer. El cuento de trabajar por ese futuro mejor que nunca ha llegado, a ellos no les da ni frío ni calor, porque para ellos ya no es ni un cuento…, es mentira. Aquí los que no trabajan viven mejor que los que trabajan o estudian, los que se gradúan en la universidad después se las ven canutas para que los dejen salir del país si quisieran irse, los que se sacrificaron por años hoy se están muriendo de hambre con una jubilación que no les da ni para comer aguacates”.

Cuando Mario Conde lamenta que a sus 55 años nunca había viajado, aunque le hubiera gustado hacerlo sobre todo a Italia, podemos leer: “Pero siempre fueron puros sueños, irrealizables para sus posibilidades económicas y de un ciudadano de un país con las fronteras prácticamente clausuradas por murallas de decretos y prohibiciones…”

La libertad

Como se ha dicho, es muy importante para Daniel que decide libremente renegar de su fe, a causa del destino trágico de sus padres. También defiende la libertad ante sus alumnos Elías Ambrosius, antepasado de Daniel, que la considera otorgada por el creador: “Yo, Dios, te he dado vida y muerte; bendición y maldición: escoge vida, recalcando la posibilidad de elección más que la elección misma”. Igualmente, Rembrandt  le habla de la libertad a Elías, como hemos mencionado. Y los emo, a los que pertenece Judith, “están cansados de que les digan lo que tienen que hacer y cómo tienen que ser. Para ellos solo vale la pena militar en la tribu que han elegido libremente.

Con respecto al estilo, comentamos que Padura domina el arte de la narración y de la descripción, como por ejemplo, cuando Elías Ambrosius evoca la primera noche que tuvo una relación íntima con su novia, que es un prodigio de pasión y delicadeza: “Sí, esto es lo sagrado”, se dijo cuando sintió cómo, luego de un breve forcejeo con el virgo, su cuerpo se deslizaba dentro de las entrañas de Mariam Roca. Ella, después de la ruptura, que le provocó la molestia de un dolor sobre el cual ya estaba advertida, abrió los ojos, tragó aire, mientras devoraba hacia sus entrañas el pene circuncidado que ocupaba con ambición su espacio propicio de mujer, dándole el mayor sentido a la vida. Adiestrado por las lecturas bíblicas, Elías Ambrosius tuvo la suficiente lucidez para ejecutar la estrategia de Onán y desconectarse, para eyacular sus simientes fuera del pozo de la joven. Sabía que antes de darse al goce pleno sería preciso romper las copas con las que se recordaban las ceremonias tradicionales celebradas por sus antepasados en el demolido Templo de Jerusalén. Por ahora debía conformarse con aquella revelación de lo sagrado, sin pretender eternizarla con el milagro de la procreación”.

Finalmente, Benito explicó la importancia de las referencias musicales en Herejes,  en particular las preferencias de Mario Conde y sus amigos, que son las del propio Padura y que él ha recogido en La biblioteca musical de Mario Conde. “Herejes” … de su blog “Así suenan los libros” y en el podcats correspondiente:

Próxima lectura: Vestida para un baile en la nieve de Monika Zgustova, novela que ha propuesto Lola Cortés y de la que hablaremos el 21 de febrero, martes, a las 17 horas, en el Albergue Juvenil.