Así, de esta forma tan poco habitual, se desarrolló la última sesión del Club de Lectura, celebrada ayer, por la tarde. Comenzamos hablando de la novela “El Sur” de Adelaida García Morales y acabamos debatiendo sobre la película homónima, dirigida por Víctor Erice, que vimos, previamente, en el salón de actos.
Se trata de una novela –así lo consideramos- que deja algunas incógnitas por despejar, como la extraña relación entre Rafael y Gloria Valle, particularmente en lo concerniente a este personaje y al hijo que tienen ambos; también, por qué no fructifica la misma: ¿qué fue lo que verdaderamente ocurrió? La razón de estas incertidumbres estriba en la brevedad del texto, que apenas llega a las 60 páginas. Hay quien hubiera deseado un desarrollo mayor de la historia y quien, por el contrario, la considera bien como está.
Elogiamos el tono intimista de la novela, contada por la hija, cuya relación con el padre roza los límites del amor. Algunas de las asistentes a la reunión reconocieron, en este personaje enigmático, rasgos de su propio progenitor.
La película es una obra maestra del cine, sobre todo, desde el punto de vista técnico: los efectos de luz y sonido, trabajadísimos; los planos fijos, tan poco frecuentes en el cine de hoy día; el manejo de la cámara, que se acerca y aleja para describir el paso del tiempo o para abrir y cerrar un escena -recordamos, en este sentido, la escena magistral de la fiesta de la primera comunión-; etc. Estos aspectos técnicos proporcionan a la película una lentitud, que permite al espectador recrearse en las imágenes, que son las que, al fin y al cabo, diferencian el buen cine del mediocre.
Pero el guión es una adaptación de la novela y hay personajes que cambian: por ejemplo, la madre es casi irreconocible, pues su frialdad y aspereza se tornan amor y cariño.
Valoramos la llegada de las dos mujeres del Sur –en especial, de una inconmensurable Rafaela Aparicio- como uno de los momentos más conseguidos: es como una irrupción de vida en el espacio de silencio y soledad, donde vive el matrimonio con la hija. La emoción y los recuerdos estallan en el camino, que recorren ambas mujeres, desde la puerta del jardín hasta la casa.
El final truncado, aunque en el guión de Víctor Erice figuraba una segunda parte, a algunos les pareció un acierto, porque activa la imaginación del espectador, que, así, se ve obligado a construir, libremente, el viaje al Sur, que va a realizar la hija; a otros, en cambio, nos quedó la frustración de habernos privado de otra hora de buen cine.
PRÓXIMA LECTURA: «Tokio Blues» de Murakami. Cuenta la historia de un adulto que, escuchando una canción de los Beatles, evoca una realación amorosa, que tuvo, cuando era joven, con un chica extraña. Fecha de la reunión: 24 de marzo, jueves, a las 17:30 h.