Así, lo constatamos el pasado miércoles, en la primera sesión del club de lectura, hablando de Coto vedado de Juan Goytisolo, pues, si la vida de cualquier persona es compleja y con aristas, la de este escritor barcelonés aún más, pues vivió la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista; perdió prematuramente a su madre; sufrió abusos, cuando era niño, por parte de un familiar cercano; y tenía una sexualidad ambigua, que le costó mucho tiempo aceptar.
En la presentación del mismo nos demoramos, como nunca lo habíamos hecho, pues todos los asistentes aportamos nuestro granito de arena. Juan Goytisolo nació en 1931 y era el tercero de cuatro hijos de un matrimonio de clase media. Pronto, con tan solo siete años, conoció las consecuencias de la Guerra Civil, muy especialmente, la muerte de su madre, Julia Gay, en un bombardeo de la aviación italiana. Estudió en dos colegios religiosos: el los jesuitas de Sarriá y en los hermanos de la Doctrina Cristiana, experiencia que considera muy negativa para él. En 1948 ingresó en la Universidad de Barcelona, donde comienza la carrera de Derecho con la intención de convertirse en diplomático, aunque nunca la acabará. Durante esta época descubre la literatura contemporánea y manifiesta, de forma inequívoca, su ateísmo.
En uno de sus viajes a París, conoce a Monique Lange, con la que compartirá buena parte de su vida. En 1956, constreñido como escritor y como persona por la dictadura franquista, se instala en la capital francesa, donde comienza a trabajar como asesor literario de la editorial Gallimard. Después, guiado por su espíritu nómada, residirá en diferentes lugares fuera de España: California, Boston, Nueva York, Tánger, Marrakech… Desde la muerte de su mujer, Monique Langue, en 1996, fija su residencia en esta última ciudad.
En 2012 Juan Goytisolo afirmó que dejaba la narrativa para siempre: «Es definitivo. No tengo nada que decir y es mejor que me calle. No escribo para ganar dinero ni al dictado de los editores». Dos años después, pensó en la eutanasia, a causa de su deterioro físico y también porque no quería malgastar el poco dinero que le quedaba en tratamientos médicos costosos, en lugar de destinarlo a que pudieran estudiar sus tres ahijados. La concesión del Premio Cervantes, dotado con 120.000 euros, impidió que hiciera uso de ella.
Falleció el 4 de junio de 2017 en Marrakesh, Marruecos, a los 86 años de edad. Fue enterrado en el cementerio civil de Larache. A su lado se encuentra la tumba del escritor Jean Genet, fallecido en 1986.13 En la ceremonia tomó la palabra, entre otras personas, su traductora al francés, Aline Schulman, que citó unos versos de Federico García Lorca: “Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, / un español tan claro y tan rico en aventuras”. Nunca mejor traídas estas palabras.
A grandes rasgos, se distinguen dos etapas en su producción literaria:
Etapa de realismo social, que se caracteriza por que, a través de la obra literaria, se pretende la transformación de una sociedad injusta (“la poesía es un arma cargada de futuro” escribirá Gabriel Celaya), y por que se dirige a un público lo más amplio posible (“a la inmensa mayoría” dirá Blas de Otero). Esto supone escribir con sencillez y realismo, supeditando la forma al contenido.
Pertenecen a esta etapa: su novela Juegos de manos (1954), donde un grupo de jóvenes de clase burguesa juegan a ser revolucionarios; y los libros de viaje Campos de Níjar (1959), en el que se mezcla la emoción ante la belleza del paisaje con la descripción de la miseria de sus habitantes; y La chanca (1962), donde refleja la brutal problemática tercermundista de este barrio de cuevas y chabolas de Almería: el subdesarrollo, el analfabetismo, la injusticia social, la resignación, la violencia institucionalizada de la Guardia Civil.
Etapa de madurez, que se inicia con Señas de identidad (1966) y que se caracteriza por una serie de rasgos formales, que suponen la superación de las limitaciones del realismo social: el uso de diferentes personas narrativas, el abandono de signos de puntuación, la inclusión de poemas en prosa, las rupturas del orden cronológico, la inclusión de textos ajenos, ya sean literarios o de cualquier otra procedencia (publicidad, radio, discursos oficiales), etc.
Con cada una de las novelas de esta etapa de madurez, entre las que se encuentran Reivindicación del conde don Julián (1970), Juan sin tierra (1975), Makbara (1980) y Paisajes después de la batalla (1982), Goytisolo intenta una propuesta literaria diferente, lo que ocasiona una gran diversidad estilística de su narrativa y con ello una mayor dificultad para el lector. No obstante, hay un elemento común a todas ellas: el rechazo a la España tradicional y conservadora, que con el paso del tiempo, se irá transformando en un rechazo del pensamiento conservador occidental y de los dogmatismos políticos y religiosos.
A estas novelas hay que añadir dos libros de memorias: Coto vedado (1985) y En los reinos de taifa (1986) y numerosos artículos y reportajes periodísticos, publicados sobre todo en el diario El País.
Entre todos los reconocimientos que ha recibido, destaca el Premio Cervantes de 2014. Estos son algunos pasajes de su discurso el día de la entrega del mismo, donde podemos apreciar algunos de sus grandes valores humanos:
Su humildad y el rechazo de los halagos:
«Llevo en mí la conciencia de la derrota como un pendón de victoria», escribe Fernando Pessoa, y coincido enteramente con él. Ser objeto de halagos por la institución literaria me lleva a dudar de mí mismo, ser persona non grata a ojos de ella me reconforta en mi conducta y labor.
Desde la altura de la edad, siento la aceptación del reconocimiento como un golpe de espada en el agua, como una inútil celebración.” (…)
Sus reservas ante los nacionalismos:
“Mi instintiva reserva a los nacionalismos de toda índole y sus identidades totémicas, incapaces de abarcar la riqueza y diversidad de su propio contenido, me ha llevado a abrazar como un salvavidas la reivindicada por Carlos Fuentes nacionalidad cervantina.” (…)
Su rechazo también de la gloria:
“Alcanzar la vejez es comprobar la vacuidad y lo ilusorio de nuestras vidas, esa «exquisita mierda de la gloria» de la que habla Gabriel García Márquez al referirse a las hazañas inútiles del coronel Aureliano Buendía y de los sufridos luchadores de Macondo.” (…)
Su conciencia social y solidaridad con los que sufren:
“Es empresa de los caballeros andantes, decía don Quijote, «deshacer tuertos y socorrer y acudir a los miserables» e imagino al hidalgo manchego montado a lomos de Rocinante acometiendo lanza en ristre contra los esbirros de la Santa Hermandad que proceden al desalojo de los desahuciados, contra los corruptos de la ingeniería financiera o, a Estrecho traviesa, al pie de las verjas de Ceuta y Melilla que él toma por encantados castillos con puentes levadizos y torres almenadas socorriendo a unos inmigrantes cuyo único crimen es su instinto de vida y el ansia de libertad.” (…)
Y su no resignación ante la injusticia:
«Como dije hace ya bastantes años, la locura de Alonso Quijano trastornado por sus lecturas se contagia a su creador enloquecido por los poderes de la literatura. Volver a Cervantes y asumir la locura de su personaje como una forma superior de cordura, tal es la lección del Quijote. Al hacerlo no nos evadimos de la realidad inicua que nos rodea. Asentamos al revés los pies en ella. Digamos bien alto que podemos. Los contaminados por nuestro primer escritor no nos resignamos a la injusticia.”
Después de esta extensa y fructífera presentación, donde todos los asistentes intervinimos para aportar algún dato u observación, pasamos al turno de opiniones breves sobre el libro:
Benito comentó que le había interesado sobre todo el personaje de Juan Goytisolo por sus valores humanos. En concreto, se identifica con el sentimiento de culpa por pertenecer a la clase burguesa, que marcó toda su vida. Igualmente, como gran lector del escritor barcelonés, nos recomendó la lectura de otro de sus libros, Carajicomedia, una novela transgresora, escrita en clave humorística, donde habla indirectamente, a través de personajes literarios, de su homosexualidad, y del papel represivo e hipócrita de la iglesia católica.
Carmen valoró, por una parte, desde el punto de vista formal, los cambios en el punto de vista narrativo, y por otra, en cuanto al contenido, la coherencia del autor al contarnos su vida, sin omitir los detalles más escabrosos, y hacer al mismo tiempo un examen de conciencia.
A Víctor, por el contrario, le habían descolocado estos cambios de la voz narradora, aunque admiraba la sinceridad de Juan Goytisolo al escribir sus memorias. También le había interesado la información que proporciona sobre la época franquista y, en particular, las referencias a personajes, como Alberto Oliart, que llegó a ser Ministro de Sanidad en el gobierno de Adolfo Suárez, y sobre el cual él mismo había investigado guiado por la curiosidad.
Clara confesó que este libro de memorias le había emocionado, en primer lugar, por una razón personal: Juan Goytisolo nació en el mismo año que su padre, lo cual le había hecho recordar, durante la lectura, lo que le contaba éste sobre su época. También valoró positivamente la forma impecable en que están escritas.
María, que ya había leído de este autor, cuando estudiaba COU, Señas de identidad, y posteriormente, En los reinos de Taifa, el segundo tomo de sus memorias, manifestó que el libro le había gustado muchísimo. En especial, le había llamado la atención la vida de los intelectuales, que lucharon contra la dictadura franquista, así como los fragmentos escritos en letra cursiva.
Enrique, finalmente, reconoció que el inicio de Coto vedado, cuando Juan Goytisolo se refiere a sus antepasados, y en concreto a su bisabuelo Agustín, que se convirtió en un magnate de la industria azucarera en Cuba, no le había interesado; pero, que, poco a poco, se había sentido atraído por la época: por lo que cuenta sobre los colegios religiosos; sobre el servicio militar; etc. En su opinión el personaje más espiritual e influyente es la madre del autor, que paradójicamente pasó de puntillas por la vida.
Coincidimos en que el título, “Coto vedado”, puede estar relacionado con el mundo marginal que le atrae al autor y con el amor homosexual, pues el término infame de “maricón” suscitaba repulsión en la sociedad de aquella época.
Sobre las variaciones del punto de vista narrativo, comentamos que usa la primera persona para contar su vida, de un modo más o menos objetivo. La segunda, para reflexionar sobre él mismo o sobre algunos acontecimientos que le marcaron especialmente, como el fallecimiento de su padre: “A media noche la enfermera os había convocado a susurros en la habitación: tu padre yacía con los ojos abierto, estertores y jadeos se sucedían a ritmo cada vez más lentos, sus labios apenas boqueaban. Esponjosa irrealidad de unos instantes sin emoción alguna, sensación de desdoblamiento…”. Y la tercera persona, por ejemplo, para marcar distancias con aquel joven presuntuoso y ridículo que fue, cuando estudiaba en la universidad, y en el que ahora, en el momento de escribir sus memorias, no se reconoce.
Hablamos de los siguientes temas:
• La dictadura franquista y la ausencia de libertades, que se refleja en diferentes aspectos: el estado confesional, pues la religión católica condicionaba la vida; la censura, que sufrió personalmente el autor, pues su libro de viajes La Chanca, estuvo prohibido durante años; la persecución de los homosexuales; etc.
• El nomadismo o la falta de raíces de algunas personas, como Juan Goytisolo, que se sienten ciudadanos del mundo y consideran su única patria la lengua castellana: “la relación apasionada con ella fue a partir del día en que, lejos de Cataluña y España, descubrí que era mi patria auténtica y objeto simultáneo de odio y amor”.
• El atraso de los pueblos del Sur de España, con el que el autor toma un primer contacto en el Servicio Militar, cuando habla con jóvenes procedentes de Almería, que le cuentan cómo viven en sus pueblos. Después, acompañado de su mujer, visitará “esta tierra expoliada y exangüe, minas abandonadas, chimeneas en ruina… mujeres de luto, prematuramente gastadas, hombres callados y tristes…”
• Etc.
Finalmente, en cuanto a los personajes, consumimos buena parte del tiempo en departir sobre el propio Juan Goytisolo y las relaciones con su mujer, Monique. Los consideramos como dos personas de mentalidad abierta, que inician una relación no absorbente: “Cada uno de vosotros conservará su libertad y no aspirará a la posesión exclusiva del otro. En tanto permanecéis separados debéis permitiros alegremente pequeñas infidelidades”.
Pero nos planteamos la duda de si el comportamiento de él con ella era ético, al no hablarle abiertamente de su homosexualidad. Para unos es evidente que Monique, una mujer inteligente y conocedora de ese mundo, lo sabía; pero otros, en cambio, no lo vemos tan claro, a tenor de lo que escribe el propio autor en el segundo tomo de sus memorias, donde cuenta las enormes dificultades que tuvo para confesarle por carta su relación con otros hombres y cómo reaccionó ella.
Y así, con este enriquecedor intercambio de opiniones, finalizó la sesión, pasadas las 20:30.
Próxima lectura: El llano en llamas de Juan Rulfo, un libro de cuentos, donde nos ofrece su visión del mundo rural mexicano, habitado por la miseria y recorrido por la violencia. Hablaremos de este libro el 8 de noviembre, miércoles, a las 18 horas.