Ayer, en la sesión del club de lectura, coincidimos en que este libro de Tomás Moro tiene plena vigencia, por el tipo de sociedad ideal que describe, a pesar de algunas contradicciones.
Enrique se encargó de presentar al autor (1478-1535), un intelectual, de amplísima cultura, nacido en el seno de una familia noble. Estudió en la Universidad de Oxford, y ejerció como jurista en la corte inglesa. Dominaba varios idiomas, incluido el latín, y fue pensador, teólogo, político, humanista, escritor, poeta, profesor, abogado y juez. Como miembro del parlamento, defendió posturas contrarias a la tiranía. En su experiencia como abogado, reflexionó sobre la injusticia en el mundo, inspirándose en intelectuales humanistas, como Erasmo de Rotterdam, y en filósofos, como Platón. Enrique VIII, que se sintió atraído por su valía intelectual, le nombró sucesivamente: miembro del Consejo Privado, portavoz de la Cámara de los Comunes y Canciller. Pero Tomás Moro acabó enfrentándose al monarca por motivos de conciencia, cuando éste anuló su matrimonio con Catalina de Aragón y se casó con Ana Bolena, rompiendo relaciones con el Vaticano y exigiendo al clero inglés un sometimiento a su autoridad. Fue encerrado en la Torre de Londres y decapitado en 1535. La Iglesia Católica le nombró Santo en 1935, por actuar consecuentemente con su fe religiosa, hasta el extremo de entregar su vida por ella.
Su principal obra es Utopía, publicada en Latín, en 1516, que significa etimológicamente “no lugar”, porque describe una sociedad deseable, pero de muy difícil realización.
En el turno de opiniones, Inés aludió a la actualidad total de este libro, por los valores que contiene y que ella comparte: la solidaridad entre las personas, la defensa de la paz, el cuestionamiento del dinero, las viviendas colaborativas, etc.
Lola valoró Utopía sobre todo por el contenido, aunque, en su opinión, se abordan demasiados temas, lo cual le exigiría una lectura más reposada.
Benito reconoció que no le había entusiasmado. Además, no consideraba que fuese un libro original, porque ya antes, desde Platón, se habían expresado ideas parecidas. Añadió que a Tomás Moro, con el descubrimiento de América, probablemente le llegaron noticias sobre comunidades indígenas que vivían en un tipo de sociedad similar a la que se describe en la isla, sin darle importancia al oro ni al dinero, y compartiendo todos los bienes. Señaló algunas incoherencias, como por ejemplo: entre la forma de vivir del autor y la que se describe en Utopía; la crítica que hace éste de la guerra y, al mismo tiempo, su justificación en determinadas circunstancias; etc. Finalmente, recomendó la película Un hombre para la eternidad, dirigida por Fred Zinnemann, que se cuenta la vida de Tomás Moro.
Miguel también aludió a la falta de originalidad y a las contradicciones que había encontrado en la obra. No obstante, consideró que, aunque a él no le gustaría vivir en Utopía, en la época de su publicación, inicios del siglo XVI, fue una obra revolucionaria, por el tipo de sociedad que plantea, que contrasta con la que existía entonces.
A Paco, aunque la primera parte le había resultado complicada de leer, la segunda, en cambio, había conseguido interesarle bastante. En su opinión, este libro de Tomás Moro sigue un camino iniciado por los filósofos griegos.
Finalmente, a Carmen no le había gustado, porque, actualmente, le apetece leer para disfrutar. Además, le parece un libro repetitivo y farragoso, que formalmente no aporta nada.
En el análisis de Utopía, comentamos que pertenece al género del diálogo, cultivado en Grecia por Sófocles y Platón, y que no tiene como finalidad la representación sino el análisis de un tema, en este caso el de una sociedad ideal para vivir.
Consta de dos partes: la primera es un diálogo de Tomás Moro con otros personajes, entre los que sobresale Rafael Hitlodeo, que es el que ha visitado Utopía; y la segunda, un monólogo, donde este personaje describe la forma en que está organizada la isla.
Entre los temas que se plantean, en la primera parte, destacamos:
• El papel de los intelectuales en la política, sobre el que hay dos posturas contrapuestas: la de Rafael Hitlodeo, que es partidario de la libertad e independencia del intelectual, con respecto al poder establecido, con el fin de llevar una vida sin sobresaltos; y la de Tomás Moro, para quien el intelectual debe ejercer como consejero de príncipes y reyes, para ser útil a la sociedad.
• La crítica a los reyes y a los nobles, que están más preocupados por ampliar su poder y aumentar sus rentas, que de gobernar el territorio que poseen, buscando el bienestar de sus súbditos.
Además, son derrochadores y viven entregados al ocio y los placeres, y explotan a los campesinos que trabajan para ellos.
• Y la delincuencia, tema que es abordado con extraordinaria sensatez, pues se llega a la conclusión de que la causa de la misma es la pobreza, porque la mayor parte de las personas roba por necesidad. Por eso, no son eficaces penas terribles para evitarla, sino una mayor justicia social.
La segunda parte comprende la descripción de la isla de Utopía, que se rige por una serie de principios generales, los cuales se pueden compartir: lo más importante es la búsqueda de la felicidad de los ciudadanos, de acuerdo con la razón; el bien común está por encima de los intereses particulares; todas las cosas se comparten, lo cual es incompatible con la propiedad privada; etc.
Sin embargo -y en esto coincidimos todos los presentes- lo difícil es la materialización de esos principios de justicia social, pues todos los intentos de llevarlos a cabo, hasta la fecha, incluidos los regímenes comunistas, han fracasado.
En la misma línea utópica, se sitúa la organización de esta isla, en los diferentes ámbitos:
a) Social:
• No hay diferencias sociales entre pobres y ricos.
• A cada uno se le da lo que necesita para vivir.
• La sanidad y la educación son universales.
• El suicidio y la eutanasia están permitidos, cuando la enfermedad es incurable, con grandes y constantes dolores
Nos sorprendió especialmente el reconocimiento de estos derechos a morir con dignidad, que son propios de sociedades avanzadas.
b) Económico:
• Se desdeña el dinero, porque provoca engaños, robos, enemistades, etc.
• La ocupación principal, tanto para mujeres como hombres, es la agricultura.
• La jornada laboral es de 6 horas, que son suficientes para lograr lo necesario para vivir, aunque se debe tender a su reducción, con el fin de cultivar el entendimiento.
También nos pareció de plena vigencia este último punto, porque, en un tiempo relativamente breve y como consecuencia del extraordinario desarrollo tecnológico, los puestos de trabajo disminuirán y no habrá mas remedio que disminuir la jornada laboral y redefinir el tiempo libre.
c) Judicial:
• Existen pocas leyes, pero eficaces.
• Las penas son proporcionales a los delitos y se redimen, si hay arrepentimiento.
• En Utopía impera la justicia, porque, al no existir la propiedad privada ni el dinero, nadie se aprovecha de nadie.
El principio de proporcionalidad, igualmente, lo consideramos propio de sociedades democráticas avanzadas, pues está recogido incluso en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
d) Religioso:
• Se reconoce la libertad religiosa, lo cual es un síntoma de tolerancia, en una época caracterizada justo por lo contrario.
• Se rechaza la crueldad contra los animales, por lo que tienen prohibida la caza.
Comentamos que hay aspectos en Utopía que entran en contradicción con la sociedad tolerante y respetuosa que se describe: la mujer es considerada inferior al hombre, al que debe obediencia como hija o como esposa, aunque, al mismo tiempo, se le reconoce el derecho al divorcio y al libre desarrollo de sus capacidades; tienen esclavos, aunque esta condición la adquiere el que incumple la ley, que en vez de ser encarcelado se le adjudica a una familia, con lo que desempeña una función social y, así, además, puede redimir su pena.
En resumen, valoramos positivamente las ideas sobre una sociedad ideal, que expone Tomás Moro, en este libro, guiándose por las luces de la razón, aunque lamentablemente no se han materializado, quizá porque, como señaló Miguel, nunca se ha cumplido la máxima de Cicerón: “Homo bonus et honestos peritus”, es decir, “Hombre bueno y honrado, experto en hablar”.
El próximo libro que vamos a leer es El informe de Brodie de Jorge Luis Borges. Hablaremos de él el próximo 26 de abril, miércoles, a las 18:30.