El pasado martes celebramos la primera sesión del club de lectura del curso 2013/14, a la que asistimos: dos profesores, dos madres y cinco profesoras, para hablar de cinco relatos de Edgar Allan Poe. Lástima que los alumnos no se animaran a participar en la actividad, a pesar de haberse anunciado en las clases, particularmente en las de 4º de ESO, donde estamos leyendo, durante el primer trimestre, estos textos del escritor norteamericano.
La presentación de Poe, cuidadosa y prolija, corrió a cargo de María Sanjuán, quien destacó hechos lamentables de su vida, que quizá explican su tendencia a la depresión: el fallecimiento de sus padres, a causa de la tuberculosis, cuando él era un niño; las pésimas relaciones con el padre adoptivo, que acabó desheredándole; el alcoholismo crónico y la afición a las drogas que provocaron su expulsión, primero, de la Universidad de Charlottesville y, después, de la famosa academia militar de West-Point; los intentos infructuosos de crear su propia revista; el fallecimiento prematuro de su joven mujer, también a causa de la tuberculosis; y su propia muerte, cuando tan sólo contaba 38 años, bajo los efectos del “delirium tremens”. Pero también mencionó aspectos positivos del autor como: su facilidad para el aprendizaje de las lenguas clásicas, que provocó la admiración de compañeros y profesores de universidad; su aguda inteligencia; y sobre todo el estilo cáustico y elegante, como escritor, que mereció el reconocimiento de sus colegas y que lo han convertido en una de las figuras más importantes de la literatura universal.
En el turno de opiniones sobre los relatos, hubo casi unanimidad en valorar la actualidad de los mismos, a pesar de haber transcurrido casi 200 años desde que fueron escritos. Igualmente, se destacó su extraordinaria capacidad para describir lugares y ambientes, sugiriendo mucho más que lo que dice, con lo que consigue crear la tensión del lector y dar verosimilitud a las historias que cuenta. La excepción, en este sentido, la constituyó Lola a quien la lectura de los relatos no había interesado tanto como a los demás, a causa sobre todo de la omnipresencia del mal y de los aspectos negativos de la condición humana. Antonio comentó que, para leer a Poe, había que tener una cierta predisposición para enfrentarse a la literatura de terror psicológico que cultiva.
Entre los relatos, habían gustado especialmente, sobre todo a Puri y Toñi, “El gato negro” y “El corazón delator”, que tienen una serie de aspectos en común:
- Los dos protagonistas advierten, al principio, de que no están locos.
- Cometen crímenes horribles y ocultan los cadáveres cuidadosamente.
- Ellos mismos acaban delatándose a la policía.
- Aparecen los temas de la locura, la maldad y el sentimiento de culpa.
Los protagonistas de ambos relatos, caracterizados por su comportamiento maligno, nos llevaron a reflexionar e intercambiar opiniones sobre la presencia del mal en la naturaleza humana. Unos entendíamos que sí forma parte, como contrapunto del bien, como los conceptos del yin y el yang, que según el taoísmo exponen la dualidad de todo lo existente en el universo. Así, lo entendía Carmen. Para otros, en cambio, como Pepa, hay que hablar más de la presencia de instintos agresivos, que de maldad, pues esta implica intencionalidad.
¿Qué mueve al protagonista de “El gato negro a actuar de modo tan violento?, nos preguntamos.
La respuesta fue que no sólo el alcohol sino también su propio pasado, especialmente la niñez, en la que fue objeto de bromas por parte de sus compañeros, a causa de «la docilidad y humanidad de su carácter». Para Ana este personaje no es nada inteligente y responde al perfil de hombre maltratador, tan presente en la sociedad actual.
¿Cómo se comportan estos seres malignos, después de cometer sus crímenes?, seguimos planteándonos.
Acaba remordiéndoles la conciencia, y el protagonista de “El corazón delator la calma delatándose ante la policía y el de “El gato negro” contando su historia, el día antes de ser ajusticiado: “mañana voy a morir y quisiera aliviar hoy mi apenado espíritu. Deseo mostrar al mundo, clara y concretamente, una serie de simples acontecimientos domésticos que, por sus consecuencias, me han aterrorizado, torturado y anonadado”.
Antonio comentó que en los dos personajes puede haber un reflejo del propio Edgar Allan Poe y en sus víctimas un reflejo de los padres de éste, principalmente del padre adoptivo con el que tuvo unas relaciones muy tensas. El subconsciente -naturalmente nos referimos al del escritor norteamericano-, quizá le jugó una mala pasada o simplemente cumplió su función de dar salida periódica a las frustraciones que se acumulan en él.
Coincidimos en que el más terrible y sobrecogedor de todos los relatos es “El pozo y el péndulo”, por su estructura “in media res”, que nos sitúa desde el principio en un momento dramático de la vida del protagonista, sentenciado a la pena máxima por el Tribunal de la Inquisición; y porque Poe acierta a describir con maestría los diferentes métodos de tortura y de muerte y consigue que el miedo del personaje se convierta primero en terror y después en pánico, sensaciones que acabamos experimentando también los lectores. Es lo que se denomina terror psicológico. No obstante, el final, por el que se preguntaba Toñi, con la aparición repentina del general francés que salva al preso, nos pareció un tanto impostado.
De “Los crímenes de la calle Morgue” elogiamos el minucioso proceso de investigación llevado a cabo por Auguste Dupin, que servirá de inspiración a otros autores de novela policiaca; su capacidad para fijarse en los pequeños detalles, que normalmente pasan inadvertidos, con el fin de descubrir al culpable de los crímenes. El propio Dupin lo resume en un pasaje, que le había gustado particularmente a Lola: “Vidoc –se refiere a un inspector de policía que ha estudiado el caso sin éxito- era un buen adivinador y hombre perseverante. Pero, como no tenía educada la inteligencia, se descarriaba constantemente, por la misma intensidad de sus investigaciones. Menoscaba su visión por mirar el objeto tan de cerca. Era capaz de ver acaso una o dos circunstancias con desusada claridad, pero al hacerlo necesariamente perdía la visión total del asunto. Puede decirse que ese es el defecto de ser demasiado profundo. La verdad no siempre está dentro del pozo. En realidad, en cuanto a lo que más importa conocer, yo pienso que es invariablemente superficial. La profundidad está en los valles donde la buscamos, pero no en las cimas de las montañas desde donde la descubrimos.”.
Hablamos de la simbología de la historia que se cuenta en “Manuscrito hallado en una botella”. Se barajaron dos hipótesis tratando de interpretarla: que representa la vida humana la cual inexorablemente acaba en la muerte, como sosteníamos unos, o la leyenda del holandés errante que fue condenado a navegar por los mares eternamente, como apuntaron Puri y Pepa. Esta última llamó la atención igualmente sobre la ausencia casi total de mujeres en los relatos de Poe y cómo las pocas que parecen acaban asesinadas. Sin duda es un reflejo del papel secundario y subordinado al hombre, que tradicionalmente ha desempeñado la mujer.
Finalmente, comentamos los elementos comunes a todos los relatos:
- El punto de vista de narrador protagonista, que les da verosimilitud.
- El tema de la muerte y los terrores que invaden al ser humano (el sufrimiento y sus posibles causas: torturas, fantasmas, oscuridad).
- Que son relatos “autorreflexivos”, en los que el autor, a través del narrador protagonista medita y razona sobre ideas (cualidades que se necesitan para jugar al ajedrez y a las damas) o sobre sí mismo (su afición a la filosofía, el retorno a la vida del desvanecimiento y su estado físico, la cordura con que es capaz de contar la historia).
- La descripción de ambientes y lugares para crear el clima de terror y para sugerir lo que va a suceder.
- Y por supuesto la actualidad de los mismos, a pesar de los años transcurridos.
Próxima lectura: Liquidación total de Petros Markaris, autor del que ya leímos un libro de relatos el curso pasado. Hablaremos sobre esta novela el martes, 5 de noviembre, a las 18 horas, en la biblioteca, como siempre.
Este pasado verano, cuando estaba en Tailandia, un libro con una selección muy amplia de las obras de Poe en inglés. Algunas ya las conocía, sobre todo las que se han llevado al cine. Ahora bien, leer a Poe en inglés puede ser insufrible en algunas de sus historias. Utiliza un lenguaje con expresiones que ya ni se utilizan o bien se hacen en un contexto demasiado concreto. Esto dificulta la lectura y hace complicado mantener el interés ya que a cada dos por tres tenía que estar mirando el traductor. Aún así, viva Poe como inspirador de tantas historias de terror (ser enterrado vivo sigue y seguirá siendo uno de mis mayores miedos).