Creo que esta cita de ‘El Principito’ describe con bastante exactitud por qué los libros son libros y no son, qué sé yo, hongos o dálmatas; me explico: cuando leemos un libro, éste evoca emociones diferentes en sus diferentes lectores y de ahí que ayer nos costase un poco ‘definir’ lo que la lectura de «Siddhartha» ha provocado en nosotr@s. Pero eso está bien (creo yo) porque eso significa que no estamos limitando las posibles lecturas que pueden hacerse de esta novela a una única y común. Y es que esto, buscar un único significado, es imposible; y si no, mira tú a Siddhartha, que desde su adolescencia (o incluso antes, si hacemos cuentas) se lanza a la búsqueda del significado de su vida, pasando por los bramhanes, los samanas, la vida en solitario, la vida materialista y disoluta… Al principio, todo su afán es aspirar a la perfección, al Nirvana; después, rechaza aprender y, al final, descubrimos que toda su vida, como la de cualquiera de nosotr@s, no es sino un cúmulo de experiencias, de aciertos y errores, de los que aprender muchas cosas, pero sobre todo a conocerse a sí mismo. A lo largo de este proceso, Herman Hesse nos da un buen paseo por la filosofía oriental y aquí sí que estuvimos todos de acuerdo: hay pasajes que se escapan un poco a la comprensión de un coeficiente intelectual medio. Sin embargo, lo cierto es que de nuevo disfrutamos mucho discutiendo la novela, y, si bien es cierto que el número de asistentes ayer dejó bastante que desear (dichosos exámenes), esto permitió que nos recreásemos más en nuestras intervenciones.
Así pues, desde aquí os invitamos a uniros a nuestra próxima cita que tendrá lugar el jueves 5 de marzo a las 18.00, donde discutiremos «Otra vuelta de tuerca», de Henry James, y donde nos aventuramos en un nuevo género literario.
Me leí Siddhartha en pocos días. Pensaba que se me iba a hacer más pesado y que era más denso por todo el contexto filosófico en el que se enmarca, pero al final se me hizo un relato muy ameno. Además, venía que ni pintado durante esos días, cuando me encontraba viajando por Tailandia. Ahora se lo he dejado a mi mujer, que es budista, para ver que impresiones le genera.
Más allá de la conexión con el budismo, el viaje instropectivo de Siddhartha se puede equiparar al que muchas personas hacen en sus vidas para encontrar su verdadera vocación y motivación en la vida. Y para ello no hace falta irse a un monasterio de la India o Camboya. Pueden ser suficientes unos meses viviendo fuera de la ciudad natal y lejos de la familia y amigos, para conseguir establecer un diálogo con nuestro yo interior y reflexionar sobre lo que de verdad queremos hacer en esta vida, ya sea a nivel laboral, educativo, social o espiritual.