Como mencionaba Carmen Jurado, en su brillante crónica sobre “La canción que más nos gusta”, el viernes, 23 de diciembre, celebramos una doble sesión del Club de Lectura sobre dos cuentos de Óscar Wilde: “El gigante egoísta” y “El fantasma de Canterville”.
La primera tuvo lugar en el salón de actos, a las 9:15 horas, y asistieron una veintena de alumnos de 1º de ESO, acompañados por su profesor de Lengua Española, Paco Ortiz; la segunda, en la biblioteca, con la participación de numerosos alumnos del resto de los niveles educativos: desde 2º de ESO hasta 1º de Bachillerato.
En ambas sesiones, la presentación del autor corrió a cargo de María Sanjuán, con su acostumbrado rigor y erudición. Nos descubrió a los asistentes a un Óscar Wilde inteligente e ingenioso, que defendía la teoría estética del arte por el arte y que sentó las bases de lo que se denominó dandismo. De su producción literaria, destacó la novela “El retrato de Dorian Gray”, que le reportó críticas feroces de los sectores más puritanos de la sociedad inglesa, así como sus obras de teatro “”Salomé” y “La importancia de llamarse Ernesto”, que le dieron a conocer como dramaturgo. Para poner de manifiesto la singularidad de este autor, contó la anécdota de que, cuando Óscar Wilde viajó a Estados Unidos, respondió a los empleados de la aduana: “No tengo nada que declarar, excepto mi talento”. Hizo referencia a la condena que sufrió de dos años de cárcel y trabajos forzados, bajo la acusación de homosexualidad, que supuso para él la pérdida de toda la gloria conseguida como escritor. Y finalmente, contó los últimos años de su corta vida, que se caracterizaron por las dificultades económicas y por sus problemas de salud, derivados del excesivo consumo de alcohol.
Paradójicamente, la primera sesión resultó más íntima y placentera, pues los alumnos de 1º de ESO expresaron sus opiniones con sencillez y naturalidad. A casi todos les había gustado más “El gigante egoísta”, porque era fácil de leer y entender, excepto el final, que suscitó las dudas de algunos de ellos, que fueron aclaradas por sus propios compañeros. En concreto, las señales de dos clavos en las palmas de las manos y en los pies del niño, que más había amado el gigante y que resultó ser Jesucristo.
En cambio, “El fantasma de Canterville” les había resultado más difícil de comprender, en especial el significado de la muerte del fantasma, ayudado por la joven y hermosa Virginia, que le permitió al fin, después de tantos años, olvidar una vida llena de pecados y descansar en paz.
De ambos cuentos, comentamos su estructura tripartita (introducción, nudo y desenlace), que es la habitual en las narraciones tradicionales, y cómo la situación inicial de calma se ve interrumpida por otra de tensión, que permite desarrollar la historia y conducirnos hacia un final feliz, del que se desprende la moraleja.
En la segunda sesión, prácticamente, se ocuparon todas las sillas de la biblioteca, aunque la presencia de alumnos que no habían leído los cuentos perjudicó el desarrollo del debate.
Una de los aspectos más criticados fue el final de “El gigante egoísta”, pues no se comprendía bien la referencia religiosa, que permite al protagonista obtener la salvación eterna. La explicación, en opinión de Lola, es que la sociedad conservadora y puritana de la época, así lo exigía, como sucede en “El príncipe feliz”, otro cuento de Óscar Wilde, donde un ángel le lleva a Dios las dos cosas más valiosas de la ciudad: el corazón de plomo del príncipe y la golondrina muerta, que habían ayudado a la gente más pobre.
De “El fantasma de Canterville” se comentó la presencia de todos los elementos de las novelas de terror: un fantasma; la casa, donde habita éste, alejada siete millas de la estación de ferrocarril más próxima; el clima espantoso, con tormentas frecuentes; la mancha de sangre junto a la chimenea; el viento soplando con fuerza, en el silencio de la noche; los ruidos de cadenas que se arrastran en el pasillo; etc.
La intención, con la que creó este cuento Óscar Wilde, de parodiar las narraciones de terror, nos llevó a establecer un paralelismo con El Quijote, escrito con la finalidad de ridiculizar las novelas de caballerías. Del mismo modo que Alonso Quijano es objeto, por ejemplo, de las burlas del ventero, el fantasma de Canterville es agraviado por la familia Otis, especialmente por los gemelos.
Tras esta parodia, se oculta un choque entre dos culturas diferentes, dos formas de entender la vida, dos clases sociales: de una parte, la nobleza británica, representada por lord Canterville; de otra, la burguesía americana, a la que pertenece la familia del ministro Otis.
Esta segunda sesión terminó de forma abrupta, cuando sonó el timbre del recreo. A los habituales del Club de Lectura nos quedaron algunas cosas en el tintero, que nos hubiera gustado comentar. En fin, ya nos resarciremos en la próxima reunión.
Como las III Jornadas de Teatro, organizadas por el IES Gran Capitán, se celebrarán entre el 8 y 10 de febrero de 2012, acordamos hablar, a la vuelta de vacaciones, sobre las obras incluidas en su programación:
- “La mismísima piedra” de Ricardo Luna
- “Historia del zoo” de Edward Albee
- “Novecento” de Alessandro Baricco
La fecha probable para debatir sobre estas obras será el miércoles, 18 de enero, a las 18 horas, en la biblioteca. Podéis conseguir ejemplares de las mismas en vicedirección.
Nos despedimos con unos versos que Óscar Wilde escribió sobre sus amigos:
“Quiero amigos serios, de aquellos que hacen de la realidad su fuente de aprendizaje,
pero luchan para que la fantasía no desaparezca.
No quiero amigos adultos ni aburridos. Los quiero mitad infancia y otra mitad vejez.
Niños, para que no olviden el valor del viento en el rostro y viejos, para que nunca
tengan prisa.
Tengo amigos para saber quién soy yo(…)”
Os deseamos un año 2012 muy venturoso y lleno de amigos, que os ayuden a saber quiénes sois.