Una sesión con Julia

La sesión de ayer del club de lectura fue especial, porque pudimos preguntar  a Julia Osuna Aguilar, traductora de la novela Niña, mujer, otras, sobre diferentes aspectos de la misma. Nunca antes habíamos tenido esta oportunidad y le agradecemos muy encarecidamente su presencia virtual, así como su magnífica disposición.

La sesión comenzó con la presentación de la autora, Bernardine Evaristo, a cargo de María, quien mencionó algunos datos relevantes de su vida: el nacimiento en 1959 en Londres; su condición de mujer mestiza;  su lucha por el reconocimiento del trabajo de la literatura y el arte negros; la creación de la primera compañía de teatro de mujeres negras de Gran Bretaña; etc. Es editora, profesora de escritura creativa y autora de ocho libros de ficción y versos que exploran aspectos de la diáspora africana. Ha experimentado con la forma y el punto de vista narrativo, fusionando el presente con el pasado, la ficción con la poesía, la realidad con la especulación… Su novela más conocida y admirada es precisamente Niña, mujer, otras, por la que ha recibido el Premio Booker 2019.

En el turno de opiniones, Carmen comentó que, a pesar de que en un principio le había costado leerla, poco a poco le había gustado cómo esas piezas que aparecían descolocadas iban encajando y teniendo sentido. En conjunto, le parece una novela fresca y diferente a las que últimamente estábamos leyendo en el club.

Benito reconoció también que le había costado bastante entrar en ella, especialmente por la ausencia de signos de puntuación, hasta que consiguió entender este planteamiento formal. En cuanto al contenido, trata de la diversidad dentro de la raza negra y de lo que ha sido la vida de doce mujeres, las cuales te puedes encontrar tanto en Inglaterra como en Estados Unidos. Además, Bernardine Evaristo nos ofrece estas vidas sin juzgarlas, lo cual considera un acierto.

Miguel la ve como una novela extraña en su sentido etimológico (exterior, externa), con personajes con los que cuesta identificarse. Al leerla por segunda vez, ha ido entrando en cada uno de ellos, incluidos los hombres, que desempeñan un papel importante en las diferentes historias y de los que paradójicamente se ofrece una imagen positiva. Los adjetivos que más le cuadran, en su opinión, son entretenida y diversa.

A Víctor, en principio, le parecía que cada historia era diferente, aunque poco a poco se dio cuenta de que estaban relacionadas. Le han agobiado algunos personajes, como Nzinga, por sus ideas radicales sobre el feminismo y su conducta violenta con Dominice, y a otros, como Mega, no los ha entendido por su condición de “agénere”. La novela refleja bien la sociedad británica y, en particular, el mundo de la educación en este país.

También a María le parecieron historias diferentes, al empezar a leer la novela, pero poco a poco fue captando la relación entre ellas y los complejos personajes, sobre todo femeninos, que las protagonizan. A esto hay que añadir la dimensión social y el tono de humor, reconocible tanto en los fragmentos narrativos, escritos en tercera persona, como en los de discurso directo.

Y Bela reconoció que al principio quiso dejar de leerla, aunque se fue enganchando progresivamente por el tipo de personajes, algunos de los cuales se vieron obligados a marcharse de su país natal buscando un futuro mejor, como sucedió en España en la segunda mitad del siglo pasado con la emigración a Alemania. En este sentido, se imagina la difícil situación que debieron pasar estas mujeres, sobre todo las mayores, al llegar a un país completamente desconocido para ellas, con una lengua y unas costumbres diferentes. 

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Después de este turno de opiniones, llamamos a Julia para plantearle nuestras dudas y curiosidades sobre la novela y sobre su trabajo como traductora:

  • A la pregunta sobre la especial disposición tipográfica, respondió que no había respetado con exactitud la partición de las líneas de la novela original, porque el inglés y el español son dos lenguas muy diferentes, sino que había buscado sobre todo el ritmo.
  • En cuanto a los fragmentos en primera persona, señaló que, al traducirlos, había tratado de captar la psicología de cada personaje, su idiolecto, y luego trasladar al español estos fragmentos con el tono de cada uno.
  • El título, Niña, mujer, otras, lo puso la editorial, lo cual es una norma habitual en las traducciones, aunque ella les sugirió sustituir “otras” por “otres”, porque el tema de las identidades sexuales no sólo aparece en la novela, sino que además está muy de moda y podía ser un atractivo para los posibles lectores,
  • Sobre el sentido del humor, que atraviesa la novela de principio a fin, Julia confesó haberse sentido muy cercana a la autora, hasta el extremo de que, mientras la traducía, se acabó produciendo una conexión emocional entre ambas, la cual se refleja en el tono irónico predominante. 
  • Finalmente, aclaró que había entrado en contacto con la autora, Bernardine Evaristo, para plantearle algunos aspectos relacionados con la traducción.

Después de esta gozosa experiencia de hablar con la traductora de la novela, comentamos el punto de vista narrativo: cómo Bernardine Evaristo alterna con naturalidad a un narrador omnisciente con la voz de cada una de las mujeres que la protagonizan: 

“Dominique subió la denuncia a abuso sexual paterno y consiguió una habitación en un albergue con carácter de urgencia; a los dieciocho meses, tras lacrimógenas llamadas semanales a la oficina de la cooperativa, acabó en un piso protegido de un dormitorio en un pequeño bloque de Bloomsbury de la década de los cincuenta 

hice lo que tuve que hacer por conseguir un techo, le contó a Amma, no es de lo que estoy más orgullosa en esta vida, lo reconozco, pero nadie salió perjudicado, mi padre no se va a enterar”

También reflexionamos sobre la estructura interna, que se puede considerar circular, si exceptuamos el epílogo, pues comienza con una referencia al estreno en el National de una obra de Amma; después siguen las historias de las doce mujeres a las que se va situando dentro del teatro; y finaliza con la fiesta posterior a la representación en la que se encuentran la mayoría de ellas: “no ha parado de recibir el gesto reconocimiento de la sonoridad negra, como si de algún modo la obra las conectara a todas” piensa Carole al contemplar a las mujeres negras que han asistido al estreno. 

Además, el orden en que aparecen las vidas de estas mujeres no es aleatorio sino intencionado, pues obedece a las relaciones que tienen entre sí, bien de amistad o bien de lazos familiares. Por ejemplo, a la historia de Shirley le sigue la de su madre Winsome, de tal modo que aspectos que se han omitido en la primera se mencionan en la segunda. 

Con respecto a los numerosos temas que aparecen en la novela, mencionamos:

  • El machismo tanto de los hombres hacia las mujeres, como de una mujer a otra mujer. Este último llamó especialmente nuestra atención, en concreto el que ejerce Nzinga sobre Dominique, pues la relación entre ambas se basa en el sometimiento completo de la segunda a la primera, llegando incluso al maltrato.
  • La identidad de género: Megan tiene un concepto amplio del mismo, no se identifica ni con el masculino ni con el femenino, porque se siente atraída por personas de ambos espectros, aunque su compañera de vida sea una mujer trans; mientras que Dominique organizó un festival sólo para mujeres nacidas mujeres, porque un hombre puede que no se sienta como tal, pero el mundo lo ha tratado como tal. Fue acusada de transfobia por Morgan. 

Estas ideas contrapuestas sobre la identidad de género, suscitaron, después de la sesión propiamente dicha, un interesante y apasionado diálogo entre los asistentes, donde se manifestaron opiniones a favor de una y otra postura.

  • El racismo se refleja en la novela de diferentes formas, unas más directas y ofensivas, y otras más sutiles, aunque no menos desagradables. Por ejemplo, se dice de Carole cuando llegó a la universidad, donde apenas había estudiantes de color: “la gente daba rodeos para evitarla o la miraba al través como si fuera transparente”. Y sobre Lennox, el marido de Shirley: “era un buen estudiante de secundaria, aunque pronto comprendió que por fuera era visto como una mala persona, un enemigo de la nación por culpa del color de su piel, al que los policías tenían el derecho y el deber de parar y cachear, algo que empezó a padecer cuando tenía doce y aparentaba quince, aterrado cuando esos hombres adultos lo mangoneaban en la calle delante de todo el mundo y él intentaba con todas sus fuerzas no llorar”.
  • De la educación, se valora su importancia para equilibrar las diferencias sociales; pero al mismo tiempo se critica al alumnado díscolo y desmotivado, así como la burocracia del sistema educativo: “el cuartel general de la Gestapo impuso entonces la programación de aula, otra palabrota que agregar al canon cada vez más amplio de Shirley: ¡plan de estudios nacional! ¡ránquines de posicionamiento! ¡programación de aula!…”
  • Los intelectuales que aparecen en la novela son de dos tipos: integrados y opuestos al sistema. Roland pertenece al primer grupo, ya que es invitado por la BBC para participar en debates sobre asuntos importantes para la sociedad, como el Brexit. Sylvester, en cambio, que se considera independiente, pertenece al segundo. Por eso, considera que Amma, al estrenar su última obra en el Nacional, se ha aliado con los representantes de las multinacionales que financian a los grupos de teatro. 

En cuanto a los personajes, coincidimos en que la mayoría de ellos tuvieron que superar circunstancias traumáticas a lo largo de su vida. Hablamos de los siguientes:

  • Yazz estudia Filología Inglesa en la universidad y se siente muy segura de sí misma. Cree en el valor del esfuerzo para progresar socialmente: “y ella no haría trampas ni aunque fuera rica, va a sacarse el grado con todas las matrículas que pueda…”. 
  • Dominique, amiga y productora de las obras de teatro, que escribe Amma. Es una mujer fuerte y autosuficiente que acaba siendo dominada por Nzinga, aunque, cuando abandona a esta, recupera su fortaleza y la seguridad en sí misma .
  • Carole  logra primero sobreponerse a una violación en grupo, cuando apenas era una niña; estudiar en la universidad de Oxford, superando el racismo existente en esta; y, una vez licenciada, desempeñar un cargo importante en un banco de Londres. 
  • Shirley estudió Historia y ejerce como profesora en su antiguo instituto. Es conocida entre el alumnado como la King y es la única de una familia humilde que ha conseguido estudiar en la universidad. Se preocupa por que todos  sus alumnos tengan una oportunidad, en especial los que están en desventaja, como ella lo estuvo. 
  • Penélope trabaja en el mismo centro que Shirley y hace valer su voz ante los compañeros, que la discriminan. No supo que era adoptada hasta los dieciséis años, lo cual le afectó, causándole un gran daño emocional. 
  • Megan, aunque nació mujer, se siente hombre. Por eso, cambia su nombre por el de Morgan. Sufrió la homofobia en el instituto; después, se enganchó a las drogas para ser más feliz. No obstante, se acaba definiendo como ”agénero”, porque su problema no es haber nacido mujer, sino las expectativas de la sociedad con respecto a este tipo de personas. Por eso, se plantea usar palabras neutras para referirse a ella y opta por el morfema -e: “yo sólo puedo representarme a mí misme”.
  • Hattie, su bisabuela, vive sola en la granja Pastos Verdes. Es una mujer muy apegada a la naturaleza, a la que gusta ir siempre descalza, y a la que ignoran los miembros de su familia, con la excepción de Morgan. Hattie guarda el secreto de una hija que tuvo cuando tenía catorce años y que su padre le quitó para entregársela a una familia de adopción. 

Finalmente, en cuanto al estilo, destacamos la escritura de la novela en verso libre y sin puntos, lo cual le confiere un ritmo más propio de la poesía, así como el sentido del humor. Ambos aspectos se reflejan en este fragmento, que nos recordó a la película La vida de Brian, donde se reúnen los ocupantes del edificio conocido como la República Libre de Freedonia y cada grupo quiere imponer su idea a los demás: 

«tenían que idear un sistema para administrar el edificio y se reunieron una mañana de sábado en el vestíbulo para hablar del tema

los marxistas exigieron que se instaurara un Comité Central de la República de los Trabajadores de Freedomia, lo que era echarle un poco de cara, pensó en su momento Amma, puesto que la mayoría de ellos había aprovechado su «fundamentada postura contra los perros de presa del capitalismo» como excusa para no trabajar 

los hippies sugirieron que formaran una comuna y lo compartieran todo, pero eran tan relajados y tranquilones que todo el mundo los pisaba hablando 

los ecologistas quisieron prohibir los aerosoles, las bolsas de plástico y los desodorantes, cosa que volvió a todo el mundo en su contra, incluso a los punkis, que no eran precisamente conocidos por oler a eucalipto 

los vegetarianos exigieron una política de carne cero, los veganos eran partidarios de extenderla a lácteos cero, los macrobióticos sugirieron que todos comieran repollo al vapor para desayunar 

los rastafaris pidieron legalizar el cannabis y que se les destinara una parcela del solar de detrás para sus reuniones nyabinghi 

los hare krishnas quisieron que todos se les unieran esa misma tarde para aporrear tambores por Oxford Street 

los punkis querían permiso para poner música vociferante y fueron debidamente callados a voces

los gais querían que la constitución del edificio contemplara una legislación anti homófoba, a lo que todo el mundo respondió ¿qué constitución? 

las feministas radicales querían dependencias solo para mujeres, con su cooperativa autogestionada 

las feministas lesbianas radicales querían sus propias dependencias lejos de las feministas radicales no lesbianas, también con su cooperativa autogestionada 

las feministas radicales negras querían lo mismo pero sumando la condición de que a las suyas no se les permitiría el acceso a blancos de ningún sexo 

los anarquistas se largaron porque cualquier forma de gobierno suponía una traición a todo en lo que creían»

Próxima lectura, a sugerencia de Lola: Panza de burro de Andrea Abreu, novela corta (176 páginas) de la que hablaremos el 9 de noviembre, martes, a las 18 horas, en el patio del Albergue Juvenil.

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