En esta frase sintetizó Benito la actualidad de Demian, novela de la que hablamos ayer lunes en el Club de Lectura del Instituto, pues, en efecto, todos creemos ser los elegidos, todos creemos tener la razón.
Antes, se presentó, a su autor, Hermann Hesse, nacido en Alemania, en 1877, en el seno de una familia religiosa, lo cual le lleva a ingresar en el seminario de Maulbronn a la edad de catorce años, aunque su espíritu rebelde hace que tenga enfrentamientos constantes con la disciplina que regía en el centro, de donde acaba huyendo. Después, pasa sucesivamente por un hospital psiquiátrico, donde Hesse intenta suicidarse por un desengaño amoroso, un manicomio, un centro de salud, y un centro educativo, el liceo de Cannstatt, que abandona al cabo de un año.
Se dice sobre él en uno de los informes: “Se ha puesto de manifiesto que le falta en un alto grado la capacidad de autocontrol y de mantener su espíritu y sus sentimientos en los límites necesarios para su edad y para su educación fructífera en un seminario. […] En segundo lugar, creemos que su estancia en el Seminario puede convertirse en un peligro para sus compañeros. Hermann está demasiado lleno de ideas exaltadas y sentimientos exagerados, a los que tiende a entregarse en exceso. Si los comunica a sus compañeros puede suceder, como hasta ahora, que no encuentre comprensión y , en consecuencia, se sienta, según sus propias declaraciones, aislado e incomprendido, o que con el tiempo arrastre, como es de temer, a otros hacia su anormal y morboso mundo de ideas y sentimientos”.
Su problema, a la luz de este informe, parece ser el carácter apasionado y el descontrol que le lleva a ser rechazado e incomprendido por sus compañeros.
Posteriormente, cae en profundas depresiones a causa de un conjunto de factores: la Primera Guerra Mundial que le provocó una grave crisis, además, de ser acusado en Alemania de traidor por su crítica a la contienda; una enfermedad grave de su hijo más joven, Martin; la muerte de su padre en 1916; una crisis matrimonial; etc. Su estado de salud está tan maltrecho que interrumpe su trabajo de atención a los prisioneros de guerra, para someterse a una cura de baños, sin éxito, y después a un tratamiento psicoanalítico.
Este encuentro con el psicoanálisis, le ayudó a enfrentarse a los conflictos de sus años de juventud y se refleja en Demian (1919), donde también se reproducen las charlas terapéuticas con el Dr. Lang (que en la novela se llama Pistorius): «Todo, incluso lo más banal, chocaba dentro de mí en el mismo punto con un mazazo silencioso y continuo. Todas las sesiones ayudaban a raspar pieles de mí, a romper cáscaras de huevo, y después de cada una la cabeza se alzaba un poco más, algo más libre, hasta que mi pájaro amarillo eclosionaba como un hermoso pájaro con cabeza de depredador saliendo de la destruida cáscara del mundo.»
Su espíritu contestatario y su posición pacifista fueron adoptados por parte de la juventud de los años 60, quienes se identificaban con sus textos de búsqueda de identidad y experiencia mística.
Hermann Hesse falleció mientras dormía el 9 de agosto de 1962 a causa de una hemorragia cerebral, en Montagnola, Suiza. Tenía 85 años. Está enterrado en el cementerio de la iglesia de San Abbondio de esta ciudad.
En el turno de opiniones sobre esta novela, María, la única alumna presente, manifestó que le había gustado la primera parte, pero que la segunda se le había hecho algo pesada. Añadió que le habían sorprendido dos cosas: que el amor de Sinclair fuera la madre de Demian y el final, con la muerte de éste durante la guerra.
Para Miguel se trata de una novela de época, con el telón de fondo de la primera guerra mundial. Cuando la leyó, con 17 años, le hizo pensar y plantearse muchos problemas. Confesó que él tenía un Demian particular: su amigo Pericles, que le inició en la lectura de grandes escritores, como William Faulkner y Hermann Hesse.
Benito dijo que no puede separar esta novela de otras leídas en su juventud, como Sidharta y Bajo las ruedas del propio Hesse. La descubrió por el álbum de Santana, Abraxas, donde se cita un texto de Demian. Su lectura le dio las claves para seguir buscando las respuestas que necesitaba, pues empezó a perdonarse a sí mismo el sentimiento de culpa que le habían inculcado.
Carmen confesó que no había leído esta novela, en su momento, cuando era joven, y que, ahora, al leerla descontextualizadamente, no le ha aportado tanto como le podía haberle aportado.
En opinión de José Ángel, Hesse utiliza la adolescencia como un pretexto, para autoanalizarse y autoconvencerse. En este sentido, le había interesado Demian más por su contenido que por su estética.
Inés nos reveló que la había comprado en 1980 y que había intentado leerla, en varias ocasiones, sin conseguirlo, por la dificultad que entraña; y que ahora, para la sesión del Club de Lectura, la ha escuchado en audio-libro, con informaciones recogidas en Internet, y se ha sentido atraída, sobre todo, por el mundo interior del protagonista.
Abraham manifestó que la había leído hace catorce años, junto con otras novelas de Hesse; pero no había conseguido congeniar con ninguna de ellas. Por eso, esperaba conocer, en el desarrollo de la sesión, lo que supuso esta novela para los jóvenes de los años 70 y lo que ha supuesto para los lectores actuales.
Víctor nos desveló que, leyendo la introducción, había encontrado una frase que siempre le había llamado la atención, escrita en un almanaque: “La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el intento de un camino, el esbozo de un sendero”. Este encuentro inesperado le había estimulado a continuar con la lectura, aunque, desde su punto de vista, Hesse abusa de la interpretación de los sueños.
Enrique, finalmente, comentó que, a pesar de su fama, Demian no le parece un libro indispensable para tener cultura; aunque sí tiene interés como trasunto de la vida del propio autor.
En cuanto al género literario, coincidimos en que se trata una novela de formación o iniciación, porque narra la evolución espiritual de un adolescente, hasta el punto que se ha considerado como un libro de autoayuda.
Se aprecian en ella influencias del gnosticismo, doctrina dualista, del bien frente al mal y del espíritu frente a la materia, en la que el conocimiento introspectivo de lo divino sólo es revelado a una élite de iniciados, tal como sucede en Demian. Este último aspecto también la emparenta con Nietzsche, pues a esta nueva raza superior pertenecen Frau Eva, Demian y el propio Sinclair. Y comparte con Jung la presencia en nuestro inconsciente de imágenes y símbolos primitivos, cuyo origen no se debe al aprendizaje, sino a una especie de memoria inconsciente que tenemos los seres humanos.
Sobre los temas que nos plantea Hesse, mencionamos los siguientes:
- La etapa infantil frente a la etapa adulta: la primera es el paraíso del que no queremos movernos, el mundo de la claridad; mientras que la madurez es el salto a la vida y al futuro, para poder crear el destino de cada uno.
- El estigma de Caín, que lo poseen aquellos que han superado el antagonismo entre el bien y el mal, entre Dios y el demonio, entre Abel y Caín; que carecen del espíritu gregario y no siguen el camino de la mayoría. Sinclair lo define como “Una señal hermosa y honorable que significaba amor y muerte”.
- Un concepto de la sexualidad ambiguo, porque, cuando el protagonista conoce a Demian, le parece atractivo y le gusta estar cerca de él (“aún recuerdo con qué placer aspiraba yo, en el aire viciado de hospicio de aquella aula repleta, el perfume fresco y suave de jabón que exhalaba su nuca”), aunque, al mismo tiempo, sueña con mujeres; y, después, fantasea con una mujer con rasgos masculinos.
- La duda como principio para vivir, ya que Sinclair aprende a interpretar los dogmas religiosos con más libertad y fantasía. Por ejemplo, cuestiona la maldad de Caín o la historia del buen ladrón que acompaña a Jesucristo en la cruz, a cuyo arrepentimiento no le ve sentido. También critica que Dios represente siempre lo bueno y lo elevado, cuando en el mundo hay otras cosas; o que se le venere como padre de la vida, negando al mismo tiempo la vida sexual, sobre la que se basa esta. En su opinión, se debería venerar al mundo en su totalidad, el bien y el mal, el culto divino y al demonio.
- Y la búsqueda de uno mismo, que es el gran tema de la novela: “Sólo había una cosa segura en mí: la voz de mi interior, mi sueño… Aquello me bastaba para vivir, porque estaba dirigido hacia la grandeza y la lejanía y me conducía a Abraxas”, dice Sinclair, el cual se apoya, sucesivamente, para hacer este camino, en Demian, que es el primero en hablarle bien de Caín; en Beatrice, una joven de la que se enamora platónicamente, con la que no llega a hablar, pero que le ayuda a abandonar la vida disipada que lleva; en Pistorius, que le guía para aceptarse a sí mismo, para a encontrar su camino…
Entre los personajes, aparte de Singlair y Demian, nos detuvimos para hablar de Abraxas, que representa, frente a la separación radical del bien y del mal, propia de las religiones monoteístas, el espíritu libre en busca de su identidad, mediante la unión de contrarios: lo divino y lo demoníaco, el hombre y la mujer, el mundo oscuro y el mundo claro; y de Frau Eva (Mujer Eva), que es una especie de diosa femenina a la que se puede identificar con el amor y la sabiduría, y que está en el subconsciente colectivo de la humanidad.
Finalmente, comentamos la vigencia de Demian, o mejor dicho, la actualidad de algunas de las ideas que se critican en esta novela, por ejemplo, los antagonismos en doctrinas y, sobre todo, en opiniones, pues en el mundo de hoy cada vez resulta más difícil matizar y defender posturas intermedias. Por ejemplo, en el terreno de la política: o se es independentista o centralista; o en el ámbito social: o se está de acuerdo con el feminismo o en contra; etc.
Acabada la sesión, nos fuimos a comer a un restaurante cercano para celebrar el décimo aniversario del Club de Lectura del IES Gran Capitán.
Próxima lectura, a propuesta de Carmen: Relatos de Arturo Barea, de la que hablaremos el 12 de septiembre, miércoles, a las 11:30.
Feliz verano lector a toda la comunidad educativa.
¡Feliz verano lector y feliz primera década de lectura!
Muchas gracias por tus crónicas, Matías. Con ellas repasamos agradablemente cada sesión
Acabo de leer tu comentario, Carmen. Gracias, con mucho retraso. Y feliz inicio de curso.
Esto me encanto!!