El placer de escuchar

Ayer, en la sesión que dedicamos a Herejes de Leonardo Padura, se puso de manifiesto esta máxima de un club de lectura, puesto que todos disfrutamos escuchando, primero, a Paco Paños en su sentida y trabajada presentación del autor y, después, al resto de los participantes en sus opiniones sobre la novela.

Expuso que conoce a Padura desde hace muchos años y que valora sobre todo dos de sus novelas: El hombre que amaba los perros, donde se cuenta la expulsión de León Trotsky de la Unión Soviética, su exilio y su confluencia en México con el que sería su asesino, Ramón Mercader, y Como polvo en el viento, donde se narra la historia de un grupo de amigos que ha sobrevivido al exilio y a la dispersión. 

Cuando estuvo en Cosmopoética, en 2016, el escritor cubano declaró que no pudo estudiar periodismo, porque “en los países socialistas existe lo que se llama planificación. En 1975, cuando estaba a punto de entrar en la Universidad, Cuba decidió que no necesitaba más periodistas”. Esto le obligó a escoger otra carrera: Literatura. También dijo que escribía con absoluta libertad y que no se sentía ni un perseguido ni un disidente en Cuba, donde vive en el mismo barrio y en la misma casa de cuando era niño. 

Para Padura la novela ayuda a comprender el mundo y, en las protagonizadas por Mario Conde, la trama policial es un pretexto para explicar otras historias. Considera que Herejes es la búsqueda de la libertad y que, como en sus restantes novelas policiacas, dice más de lo que cuenta. En este sentido,  reconoce entre otros escritores la influencia de Manuel Vázquez Montalbán. Mario Conde, con su escepticismo desde el punto de vista personal y político, es un trasunto del propio Padura. 

Finalmente, Paco expresó su opinión sobre Herejes, novela que le había gustado, porque va más allá de lo policíaco y le había generado un desasosiego que le mantenía atento, y porque, cuando la dejaba de leer, estaba deseando volver a ella. Valora la documentación previa del autor; la estructura tripartita; la presencia del sentimiento cubano; la visión de La Habana de diferentes épocas y la de Ámsterdam del siglo XVII. Quizá la tercera historia encaja menos en el conjunto de la novela; pero probablemente la información recogida sobre la juventud cubana le interesó tanto a Padura que decidió introducirla.

Nana, una amiga que iba a venir por primera vez al Club, pero que no ha podido hacerlo, me ha comentado que Herejes le ha encantado. Es un canto a la libertad, pues, gracias a hombres luchadores, como Daniel Kaminsky y su capacidad para adaptarse al medio, o Elías Ambrosius, que defendió su derecho a pintar en una comunidad que censuraba este trabajo; gracias a los herejes, como dice el título de la novela, el mundo ha cambiado a mejor, se ha hecho más tolerante y libre.

María, que la había leído hace varios años, recuerda que le gustó mucho, especialmente la historia de Elías Ambrosius y la de Judith. Se trata de una novela negra que se convierte en histórica; pero sobre todo habla de la condición humana.

Benito comenzó agradeciéndole a Paco su presentación, con la que había disfrutado mucho. En cuanto a Herejes,  su lectura le había interesado tanto que le entraron ganas de visitar La Habana. Reconoció que le había costado entrar en la trama por la variedad de personajes y por los cambios de tiempo. En su opinión, hace una recreación fantástica de la Amsterdam del siglo XVII y de la casa de Rembrandt. El tema fundamental, la herejía, es de plena actualidad, porque todos, de alguna forma, al ejercer la libertad, estamos en los márgenes y nos salimos de la norma. Sin embargo, la historia de Judith le parece un tanto forzada, aunque el tema de la juventud cubana tenga mucho interés. 

Bela reconoció que le había costado entrar en la novela, por los cambios de tiempo y porque la primera parte es muy descriptiva; pero no sólo acabó entrando sino que le había gustado mucho, en particular, la visión crítica de Cuba, a través de Mario Conde y sus amigos, que pertenecen a una generación desencantada; y también la visión de los jóvenes que se organizan en tribus urbanas, como los emo. Cada una de las tres partes en que se divide Herejes tiene entidad propia, de tal forma que son como tres novelas en una.

Paco Ortiz también confesó que había abandonado hace unos meses la novela, porque al escucharla, mientras conducía, no acababa de entrar en ella, a causa sobre todo de la variedad de personajes. Después, sacó la novela impresa de la biblioteca y su lectura, poco a poco, le fue enganchando. Destaca las tres historias que son como tres novelas sucesivas, pero relacionadas entre sí.

María Jesús, que la ha leído sólo parcialmente, le parece por ahora como un puzzle desordenado, cuyas piezas confía en que acaben encajando. Le ha interesado todo lo relacionado con la historia de los judíos, particularmente la espera del trasatlántico, que le ha recordado el inicio de Cronica de una muerte anunciada de García Márquez. También le parece atractivo el zigzaguear continuo del tiempo y el espacio; y la actitud de los personajes que luchan continuamente por hacerse un espacio en un mundo que se rige por unas normas demasiado rígidas.

Carmen valoró todo lo escuchado a los compañeros del Club de Lectura, en especial, la presentación del autor en su época. Confesó que Herejes al principio le causó un cierto recelo, porque Padura va cerrando las historias sin relacionarlas, de tal modo que tuvo la sensación de que, después de cada una de ellas, acababa la novela. Le ha gustado sobre todo la forma de jugar con el tiempo, la defensa de la libertad y el tema de la amistad, que considera muy cubano, por las conversaciones que ha tenido con personas de este país.

En el debate sobre la novela, valoramos lo acertado del título, que está relacionado con el comportamiento libre que tienen los protagonistas de las tres historias: Daniel, Elías Ambrosius y Judith, aunque también defienden la libertad otros personajes, como el Maestro Rembrandt.

Coincidimos en que Herejes, que forma parte de la serie protagonizada por Mario Conde, no es un mero juego policial entre realidad y misterio, sino que refleja también la problemática de los judíos, a lo largo de la historia, y la sociedad cubana, antes y después de la revolución. Igualmente, estuvimos de acuerdo en que Padura no sólo sabe generar la intriga principal en torno al cuadro y los personajes relacionados con él, sino también las intrigas secundarias, pues los capítulos suelen acabar dejando en el aire una interrogación o una duda, como el 1 que finaliza con la incertidumbre de si el trasatlántico Saint Louis, cargado de judíos, logrará desembarcar o no en La Habana.

En cuanto a los personajes hablamos de los siguientes:

Mario Conde es un ex policía de 54 años que abandonó desencantado el cuerpo hace más de veinte años, que trabaja de detective y que se dedica en ocasiones a la compra y venta de libros de segunda mano. Tiene un grupo de amigos con los que pasa buenos ratos y una novia, Tamara, con la que se plantea contraer matrimonio, ahora que los dos ya son personas maduras. Es culto, abierto y socarrón, pero tiende al pesimismo y al desencanto.

Daniel tiene un espíritu abierto y liberal que le hace rechazar la tendencia de los judíos a aislarse y a vivir en cercanía endogámica. De hecho, a raíz de lo acontecido a sus padres, se aleja de la religión judía, pues se plantea preguntas que le llevan a rechazar el judaísmo, hasta el punto de casarse con Marta Arnáez por el rito católico. No obstante recupera su condición de judío en Miami, probablemente por pragmatismo, es decir, por su capacidad de adaptarse al medio.

Joseph, apodado Pepe Cartera por su maestría para fabricar bolsos, billeteras y carteras de piel,  es un cumplidor estricto de los preceptos del judaísmo, aunque acaba aceptando el alejamiento de esta religión por parte de su sobrino Daniel. Cuando éste se marchó a Miami, asesinó al responsable de la muerte de su hermano y su familia, Román Mejías, para que su sobrino no tuviera que hacerlo y aún sabiendo que su alma no tendría salvación.  

Ricardo es un hijo de Caridad, al que adoptó Joseph y le dio su apellido. Es doctor y se siente muy agradecido a su padrastro: “Si abuela Caridad -le dice a su primo Elías Kaminsky- fue una mujer feliz y si yo soy el hombre que soy y ustedes las personas que son, es por aquel polaco, el tío abuelo de este señor, mi papá, que nos dio a mi mamá y a mí las tres cosas más importantes que puede recibir un ser humano: amor, respeto y dignidad”. Precisamente, en un acto de nobleza y generosidad, renuncia a la parte que le corresponde por la venta del cuadro.

Elías Ambrosius es antepasado de los Kaminsky y contemporáneo de Rembrandt, hacia el que sentía una gran admiración, tanta que la contemplación de un cuadro suyo le incitó a ser pintor. El Maestro le regaló el cuadro que había de ocasionar tantas desgracias a la familia. Elías aprendió del Maestro, de Ben Israel y de su abuelo el valor de la libertad, que le costó ser acusado de herejía y procesado, aunque logró huir. También ejerce su libertad en contra de la religión en su iniciación sexual con Marian Roca, sin estar casados.

El Maestro Rembrandt tenía un carácter heterodoxo y perdió a su joven mujer a causa de la tisis y a tres de los cuatro hijos que tuvo con ella. Su pintura libre e innovadora no fue bien valorada en su época hasta el punto de que apenas tenía encargos y se declaró en bancarrota.

Judith Torres es una joven desaparecida, que se muestra irreverente y atrevida: “Si un país o un sistema no te permite elegir dónde quieres estar y vivir, es porque ha fracasado. La fidelidad por obligación es un fracaso”. Quería cambiar su vida, porque la consideraba un asco, sobre todo la relación con su padre, al que odia a causa de su comportamiento corrupto. Por eso, busca la alternativa de ser emo, para liberar su mente del cuerpo finito, condenado a la muerte, y que te pueden controlar.

De los temas que plantea Leonardo Padura en la novela, comentamos los siguientes:

Los judíos: su persecución, su sentido de la obediencia y la sumisión 

El antisemitismo se dio en el siglo XVII, en Polonia, donde los judíos vivieron una de las más terribles persecuciones por los cosacos y tártaros. Antes en España cuando fue decretada su expulsión en 1492 y, después, en Alemania, donde se sitúa la historia de Daniel, cuya familia, que embarcó en el Saint Louis en 1939 desde Alemania a Cuba huyendo de los nazis, finalmente, fue exterminada en un campo de concentración. Esta persecución de siglos acabó provocando en ellos un espíritu de gueto, o tendencia al aislamiento, y a vivir en cercanía endogámica, con negocios entre judíos, matrimonios entre judíos, comidas entre judíos, etc. Además, tanto en el siglo XVII, como en la Alemania nazi, alentados por los rabinos, aceptaron la persecución y el exterminio con sumisión, como si formara parte del destino que les tenía reservado Dios. 

Los judíos y los alemanes 

Elías  Kaminsky, en sus conversaciones con Mario Conde, establece un curioso paralelismo entre las aspiraciones de los judíos y de los alemanes durante el periodo nazi:

“Lo jodido de la historia es que cuando los judíos las practicaban (la avaricia , la cobardía y la ambición) al modo alemán, era porque soñaron con parecerse a los alemanes, porque muchos quisieron ser más alemanes que los propios alemanes, pues consideraron a esos hombres entre los que vivían como la imagen perfecta de cuanto hay de hermoso y bueno en el mundo de la burguesía ilustrada, de la cultura, la urbanidad a la cual muchos de ellos aspiraban a pertenecer para dejar de ser diferentes y para ser mejores…”

“el sueño de los alemanes era justo lo inverso: parecerse a lo esencial de los judíos, o sea, ser puros de sangre y espíritu como decían ser los judíos, sentirse superiores, como los judíos, por su condición de pueblo de Dios, ser fieles a una Ley milenaria, ser un pueblo, un Volk, como decían los nacionalsocialistas, y gracias a todas esas posesiones maravillosas resultar indestructibles, como los judíos, quienes a pesar de no tener patria y de haber sido amenazados mil veces con la destrucción, siempre habían sobrevivido. En pocas palabras: ser diferentes, únicos, especiales, gracias al amparo de Dios”

El arte: la pintura 

La intriga de la novela, como se ha dicho, gira en torno a un cuadro valioso, que podía haber beneficiado a la familia Kaminsky, en especial a los padres de Daniel, Isaías y Esther, y a su hermana Judit,  aunque finalmente no les benefició. Pero sobre todo comentamos las explicaciones que le da Rembrandt a Elías Ambrosius sobre el arte y cómo expresar en el lienzo algunos sentimientos:  

“Si eres capaz de pintarte a ti mismo y poner en tus ojos la expresión que deseas, eres pintor (…) El resto es teatro…, manchas de colores, una al lado de la otra…”

“La tristeza está más allá de los ojos (…) Por eso, muy pocos hombres han logrado retratar la tristeza… Un hombre triste nunca miraría al espectador. Buscaría algo que está más allá de quien lo observa, una huella remota, perdida en la distancia y a la vez dentro de sí mismo (…) Debe tener la mirada fija en lo insondable”

También mencionamos la reflexión que le hace el rabino Samuel a Elías, después de contemplar el cuadro de Rembrandt: “El arte es poder; pero no para dominar países y cambiar sociedades, para provocar revoluciones u oprimir a otros. Es poder para tocar el alma de los hombres y, de paso, colocar allí las semillas de su mejoramiento y felicidad…”

La amistad 

Para Daniel Kaminsky la amistad con sus amigos cubanos fue de las experiencias más importantes de su vida. Por eso, cuando perdió a Pepe Manuel, alias Calandraca, sufrió una gran sensación de desvalimiento: “El vacío que dejaba la muerte de aquel hombre bueno había caído sobre el estado de desorientación y la pesada tristeza que ya lo acompañaban, y le reveló la medida exacta de todas las pérdidas que acumulaba en aquel instante…”

También para Conde son muy importantes los amigos con los que se reúne para conversar y sincerarse: “En la soledad del paraje y atrapados por una historia de muerte y amor, otra vez la sensación de tiempo detenido (…) Aquellos concilios de practicantes fundamentalistas de la amistad, la nostalgia y las complicidades tenían el efecto benéfico de borrar los dolores, las pérdidas, las frustraciones del presente …”

La revolución cubana 

No hay una crítica directa al régimen comunista, pero sí indirecta, a través de lo que dicen o piensan los personajes:

Roberto Fariñas, que luchó contra la dictadura y se quedó en Cuba apoyando la revolución, califica a los dirigentes de esta de “talibanes políticos“. La profesora que mantiene relaciones con Judith le dice a Conde que no haga pública la conversación con ella “por tres razones que va a entender: porque soy lesbiana y me gusta serlo, pero vivimos en un país donde todavía mi preferencia sexual es un estigma…”.  

La corrupción también afecta a los dirigentes de la revolución, después de cincuenta años, según cuenta Manolo, un amigo de Conde: “Hay una tonga de gente gorda presa o en camino. Pero gordas gordas. Ministros, viceministros, directores de empresas (…) Qué bonito, ¿eh? El mejor de los mundos posibles… Y ahora, así, de pronto, descubren que ese mundo estaba lleno de corruptos, putas, drogadictos, aberrados que prostituyen a niñas…”

Hablando de los jóvenes, como Judy, la doctora Cañizares, especialista en este tipo de tribus urbanas, le dice a Conde: “Chico, la cosa es que esos muchachos no creen en nada porque no encuentran nada en que creer. El cuento de trabajar por ese futuro mejor que nunca ha llegado, a ellos no les da ni frío ni calor, porque para ellos ya no es ni un cuento…, es mentira. Aquí los que no trabajan viven mejor que los que trabajan o estudian, los que se gradúan en la universidad después se las ven canutas para que los dejen salir del país si quisieran irse, los que se sacrificaron por años hoy se están muriendo de hambre con una jubilación que no les da ni para comer aguacates”.

Cuando Mario Conde lamenta que a sus 55 años nunca había viajado, aunque le hubiera gustado hacerlo sobre todo a Italia, podemos leer: “Pero siempre fueron puros sueños, irrealizables para sus posibilidades económicas y de un ciudadano de un país con las fronteras prácticamente clausuradas por murallas de decretos y prohibiciones…”

La libertad

Como se ha dicho, es muy importante para Daniel que decide libremente renegar de su fe, a causa del destino trágico de sus padres. También defiende la libertad ante sus alumnos Elías Ambrosius, antepasado de Daniel, que la considera otorgada por el creador: “Yo, Dios, te he dado vida y muerte; bendición y maldición: escoge vida, recalcando la posibilidad de elección más que la elección misma”. Igualmente, Rembrandt  le habla de la libertad a Elías, como hemos mencionado. Y los emo, a los que pertenece Judith, “están cansados de que les digan lo que tienen que hacer y cómo tienen que ser. Para ellos solo vale la pena militar en la tribu que han elegido libremente.

Con respecto al estilo, comentamos que Padura domina el arte de la narración y de la descripción, como por ejemplo, cuando Elías Ambrosius evoca la primera noche que tuvo una relación íntima con su novia, que es un prodigio de pasión y delicadeza: “Sí, esto es lo sagrado”, se dijo cuando sintió cómo, luego de un breve forcejeo con el virgo, su cuerpo se deslizaba dentro de las entrañas de Mariam Roca. Ella, después de la ruptura, que le provocó la molestia de un dolor sobre el cual ya estaba advertida, abrió los ojos, tragó aire, mientras devoraba hacia sus entrañas el pene circuncidado que ocupaba con ambición su espacio propicio de mujer, dándole el mayor sentido a la vida. Adiestrado por las lecturas bíblicas, Elías Ambrosius tuvo la suficiente lucidez para ejecutar la estrategia de Onán y desconectarse, para eyacular sus simientes fuera del pozo de la joven. Sabía que antes de darse al goce pleno sería preciso romper las copas con las que se recordaban las ceremonias tradicionales celebradas por sus antepasados en el demolido Templo de Jerusalén. Por ahora debía conformarse con aquella revelación de lo sagrado, sin pretender eternizarla con el milagro de la procreación”.

Finalmente, Benito explicó la importancia de las referencias musicales en Herejes,  en particular las preferencias de Mario Conde y sus amigos, que son las del propio Padura y que él ha recogido en La biblioteca musical de Mario Conde. “Herejes” … de su blog “Así suenan los libros” y en el podcats correspondiente:

Próxima lectura: Vestida para un baile en la nieve de Monika Zgustova, novela que ha propuesto Lola Cortés y de la que hablaremos el 21 de febrero, martes, a las 17 horas, en el Albergue Juvenil.

Guion sobre Herejes

CLUB DE LECTURA

(Sesión del 15 de diciembre, jueves, a las 17 horas, en el Albergue Juvenil)

GUION PARA EL DEBATE

1. Presentación del autor en su época a cargo de Paco Paños

2. Opinión breve sobre la novela: si nos ha gustado o no y por qué.

3. Base histórica de Herejes

4. El título: significado

5. Género literario al que pertenece la novela

6. Punto de vista narrativo

7. Espacios

8. Tiempo

Histórico o externo

Interno

9. Estructura

10. Intriga: ¿cómo se genera?

11. Personajes

Mario Conde

Daniel Kaminsky

Pepe Manuel Bermúdez

Roberto Fariñas

Elías Kaminsky

Joseph

Caridad

Ricardo

Isaías Kaminsky

Rembrandt, el Maestro

Elías Ambrosius

Judy Torres

12. Temas

Las herejías

Las religiones: judía y católica

Los judíos: su persecución, su sentido de la obediencia y la sumisión

El miedo

Los judíos y los alemanes

La dictadura de Batista

El arte: la pintura

La venganza

La amistad

La revolución cubana

La libertad

13. Estilo

Características

Simbolismo: el ruido

Sentido del humor

14. Próxima lectura

La realidad y la ficción

La sesión de ayer del Club de Lectura la dedicamos a hablar de Plata quemada, una novela donde Ricardo Piglia juega con la realidad y la ficción, pues recrea literariamente, bastantes años después de que sucediera, una historia donde un grupo de delincuentes, después de perpetrar un robo con asesinato en Buenos Aires, huyen a Uruguay y se refugian en un piso de la capital, donde son rodeados por la policía.

Pero la sesión comenzó con la presentación del autor, nacido en 1940, en Adrogué, provincia de Buenos Aires, Argentina. Estudió Historia en la Universidad Nacional de La Plata y trabajó durante diez años en editoriales. Fue profesor de la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de California en Davis y la Universidad de Princeton. En 2014 se le diagnosticó esclerosis lateral amiotrófica (ELA), enfermedad de la murió el 6 de enero de 2017, a los 76 años.

Piglia publicó en 1967 su primer libro de relatos, La invasión, que fue premiado por Casa de las Américas. Siguieron las narraciones incluidas en Nombre falso (1975). En 1980 apareció su primera novela, Respiración artificial, que tuvo una gran repercusión en el ambiente literario y que lo consagró internacionalmente. Otras obras suyas son: Prisión perpetua (relatos, 1988); La ciudad ausente (1992); Plata quemada (1997);  y Blanco nocturno (2010). También ha escrito ensayos: Crítica y ficción (1986), Formas breves (1999) y El último lector (2005); y sus diarios que están divididos en tres volúmenes: Los años de formación, Los años felices y Un día en la vida. Estos son autobiográficos y están firmados por su álter ego, Emilio Renzi, que aparece también en Plata quemada, como cronista de los hechos para el diario El Mundo de Buenos Aires. 

No pertenece a ninguna generación literaria, aunque se puede incluir entre los escritores latinoamericanos posteriores al boom (un movimiento literario que surgió entre 1960 y 1970, cuando las obras de un grupo de novelistas latinoamericanos, entre los que se encuentran García Márquez, Julio Cortázar y Vargas Llosa, fueron difundidas en Europa y en todo el mundo).  

Su estilo, ha escrito Guillermo Saavedra, “no es el mismo en sus novelas que en sus cuentos. En las novelas es el resultado de múltiples operaciones, de cruces entre diversos registros y distintas voces -como se puede apreciar en Plata quemada– (…) En cambio, en sus cuentos, el estilo surge de una economía extrema en la forma de narrar, de una suerte de ética de la discreción que tiene como modelos a grandes maestros del género como Chéjov, Hemingway y Onetti. Es un permanente ejercicio de la omisión, de la elipsis, un trabajo sutil de ocultamiento de lo esencial…”.

En el debate sobre Plata quemada hubo división de opiniones: a algunos de los asistentes no les había gustado, bien porque les evoca los años oscuros de la dictadura franquista, o bien porque los personajes son demasiado negativos; en cambio otros valoramos la capacidad de Ricardo Piglia para novelar unos hechos reales y para indagar en la historia personal de unos personajes violentos la cual nos ayuda a entender su conducta.   

Otra opinión que nos ha llegado por WhatsApp: “Hasta casi el final no me ha gustado la novela. El tema es muy duro y la forma de mostrarlo, tremendamente plástica, incluso agresiva. Sin embargo, reconozco la maestría literaria y las diferentes perspectivas narrativas empleadas por el autor. No es fácil ni cómoda su lectura. No habría llegado a ella, a no ser por el Club. Gracias”.

Comentamos lo acertado del título, que hace referencia a los billetes robados que los atracadores acabaron quemando antes de morir: “Primero salió un humo blanco por la ventanita del baño (…) Luego en un momento dado se supo que los delincuentes estaban quemando cinco millones de pesos que les quedaban del atraco de la Municipalidad de San Fernando (…) Empezaron a tirar billetes de mil encendidos por la ventana…”. La quema del dinero representa la destrucción de uno de los valores más importantes de la sociedad capitalista.

También el punto de vista de narrador omnisciente, que no sólo cuenta la historia sino que se mete en la cabeza de sus protagonistas para decirnos lo que piensan; pero lo hace como si fuera una crónica periodística basada en sus investigaciones y en las declaraciones de los testigos, lo cual da credibilidad a lo narrado: “Algunos testigos aseguran haber visto a Malito en el hotel con una mujer. Pero otros dicen que sólo vieron a dos tipos y que no había ninguna mujer…”. 

Coincidimos en que el ritmo de la narración es continuo y dinámico, y lo consigue Piglia mediante procedimientos lingüísticos, como los cambios de tiempo verbal. Por ejemplo, en el inicio de  Plata quemada, utiliza el presente en la presentación de los protagonistas  y cambia al pasado para contar los prolegómenos del atraco. Pero vuelve al presente cuando se refiere a los que presenciaron los hechos: “Los testigos se contradicen como siempre sucede, pero todos coinciden en que el chico parecía actor y que tenía una mirada extraviada”.

El epílogo nos parece esclarecedor, pues el autor cuenta cómo tuvo conocimiento por primera vez de esta historia, cuándo se decidió a escribir sobre la misma y qué materiales le sirvieron de base. Igualmente nos informa sobre la suerte que corrieron algunos personajes, como el Gaucho Dorda, asesinado en la cárcel, y Blanca Galeano. Esto hace que el epílogo forme parte de la novela.

Entre los personajes, nos detuvimos en los dos jóvenes protagonistas que tienen un origen social diferente, pero se entienden a ciegas, actúan de memoria y también se acuestan juntos, cuando escasea la carne. Según el psiquiatra de la cárcel, ”aunque son dos, actúan como una unidad. El cuerpo es el Gaucho, el ejecutor pleno, un asesino psicótico; el Nene es el cerebro y piensa por él”. Igualmente mencionamos a Emilio Renzi, alter ego de Ricardo Piglia, que escribe la crónica de los hechos para el diario El Mundo de Buenos Aires. Está presente en el cerco y tiene conciencia clara de que la policía argentina, encabezada por el comisario Silva, quiere matar a los atracadores, porque algunos agentes les han ayudado a huir de Argentina a cambio de una parte del botín. 

Comentamos que la violencia la ejercen tanto los delincuentes como la policía, pues en las comisarías se maltrata a los detenidos, como le sucedió a la loca Margarita, un travesti, al que torturaron hasta la muerte y tiraron desnudo a un río, pero al que no le sacaron una palabra. El propio Gaucho Dorda, según se afirma en el epílogo, fue asesinado en la cárcel por un infiltrado de la policía durante una rebelión de presos.

Nos referimos a la depravación de algunos personajes,  capaces de cometer los actos más  abyectos, como lo que cuenta el Nene sobre lo que hacía con niñas pequeñas: “Me acordaba de minitas de ocho, diez años que había conocido en la escuela y las hacía crecer, las veía desarrollarse, saltar la soga, a la hora de la siesta, les veía los soquetes blancos, las piernas flacas, las tetitas que empiezan a llenarse, y a la semana de estar en ese mambo ya me las estaba moviendo, no las dejaba crecer mucho, me las movía en el terraplén, atrás de la vía hay un yuyal y después unas cañas y un campito y yo les hacía el virgo, las ponía boca arriba y las sostenía en upa, apenas, con las dos manos, del culito, y se la metía, tardaba como una hora y al final las desvirgaba”.

Otros temas que aparecen en el libro son:

El del espectáculo mediático, porque el cerco a los atracadores en un piso de Montevideo es transmitido por los medios de comunicación con morbosidad y grandilocuencia: “La niña Andrea Clara Fonseca, de seis años, que se desprendió de la mano de su madre, fue alcanzada por una ráfaga de metralla que uno de los delincuentes había disparado y su rostro quedó convertido en una cavidad sangrante…”. Los vecinos también se acercan al lugar y todos los habitantes de Montevideo pueden seguir los hechos terribles: “Multitud de curiosos habían comenzado a rodear el área cuando se escucharon los primeros disparos y las cámaras de TV del Canal Mantecado de Montevideo habían comenzado una transmisión en vivo que cubrió directamente los hechos (…) Incluso los pistoleros veían en la TV de su cuarto los acontecimientos que estaban viviendo…”.

La dimensión épica, pues, como se escribe en el epílogo, a los atracadores sitiados se les puede considerar héroes que deciden enfrentar lo imposible y resistir, y que eligen la muerte como destino. El cronista, cuando entró en el departamento y vio el espectáculo dantesco, con la sangre inundando el lugar, escribió “que parecía imposible que tres hombres hubieran logrado tal decisión y heroísmo”. Pero en realidad el Gaucho Dorda y el Nene son antihéroes, porque se trata de delincuentes que carecen de interés en redimirse.

Y la venganza, ya que al final los vecinos y curiosos que siguen los hechos, instigados por los medios de comunicación, exigen castigo para el único superviviente: “Cuando bajaron a Dorda por la escalera, los curiosos y vecinos agolpados en el lugar y los policías se lanzaron sobre él y lo golpearon hasta desmayarlo (…) La avalancha lo rodeó y cientos de voces se alzaron hasta el sol pesado de la tarde pidiendo su muerte: ¡Que lo maten!…¡Mátenlo!…¡Que lo maten…”

Finalmente, en cuanto al estilo, comentamos que el lenguaje es sencillo y preciso, como corresponde a una crónica periodística, porque Piglia quiere dar verosimilitud a lo que cuenta; pero, en medio de la violencia extrema, durante el cerco policial al piso, hay pasajes llenos de lirismo y ternura que nos muestran el lado humano de los atracadores: 

“Por fin Dorda llegó junto al Nene y lo arrastró hacia la pared, a cubierto, y lo levantó contra su cuerpo, lo tendió sobre él, abrazado, semidesnudo.

Se miraron; el Nene se moría. El Gaucho Rubio le limpió la cara y trató de no llorar (…)

-No aflojes, Marquitos -dijo el Nene. Lo había llamado por el nombre, por primera vez en mucho tiempo, en diminutivo, como si fuera el Gaucho quien precisara consuelo. Y después se alzó un poco, el Nene, se apoyó en un codo y le dijo algo al oído que nadie pudo oír, una frase de amor seguramente, dicha a medias o no dicha tal vez sentida por el Gaucho que lo besó mientras el Nene se iba”.

No obstante, quizá el rasgo lingüístico más característico y que obedece a la condición social de los protagonistas, es la presencia de abundantes términos y expresiones del español hablado en Argentina, particularmente del lunfardo (jerga de delincuentes de Buenos Aires): “Pero por qué no subís vos, apuráte, a tu hija le están haciendo el culito y vos acá como un gil, la tienen en el baño del telo, un flaco con un gorompo como un brazo, y ella da grititos de gusto y se caga encima cuando empieza a gozar”. Así, con esta zafiedad, le habla al comisario Silva uno de los delincuentes, probablemente con el mismo registro que el utilizado por éste con los presos a los que torturaba y a los que rebajaba hasta convertirlos en muñecos sin forma. Tanto unos como otros -dice Ricardo Piglia- “son los únicos que saben hacer de las palabras objetos vivos, agujas que se entierran en la carne y te destruyen el alma como un huevo que se parte en el filo de la sartén”.

Próxima lectura, a propuesta de Paco Paños: Herejes de Leonardo Padura, novela de la que hablaremos en el mes de diciembre, en fecha y lugar aún por determinar.

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Guion de Plata quemada

Club de lectura

(Sesión del 10 de noviembre, jueves, a las 17 horas, en el Albergue Juvenil)

GUION PARA EL DEBATE

  1. Presentación del autor en su época a cargo de María Sanjuán.
  1. Opinión breve sobre la novela: si nos ha gustado o no y por qué.
  1. Una historia real: ¿qué fuentes utilizó Piglia?, ¿dónde están los límites entre la realidad y la ficción?, ¿por qué le denunciaron?
  1. Género: ¿se trata de una novela policíaca al uso?, ¿en qué se diferencia?
  1. El título: ¿qué explicación tiene?, ¿qué representa la quema del dinero?
  1. Punto de vista: ¿cómo lo utiliza Piglia?
  1. Estructura

Externa: ¿cuál es la estructura de la novela atendiendo a rasgos formales?

Interna: ¿cómo es el desarrollo interno de la historia?, ¿qué sentido tiene el epílogo?

  1. Tiempo 

Histórico: ¿en qué época se sitúan los hechos?

Interno: cambios en el tiempo verbal

  1. Espacio: ¿en qué espacios se desarrolla la historia?, ¿qué relevancia tiene el espacio cerrado donde se atrincheran los delincuentes?
  1. Intriga: ¿cómo se genera?
  1. Personajes

Gaucho Dorda

Nene Brignone,

Malito

Chueco Bazán

Cuervo Mereles

Fontán Reyes

Blanca Galeano

Hernando Heguilein, Nando

Comisario Silva

Martínez Tobar

Emilio Renzi

  1. Temas

La violencia ilegal: ¿quién la ejerce?

La depravación

La drogadicción

El entorno social: ¿qué influencia tiene en el comportamiento de los personajes?

La corrupción institucional

El espectáculo mediático

La importancia del azar

La trata de mujeres

La dimensión épica

La venganza

La homofobia

  1. Estilo: lenguaje, rasgos del español hablado en Argentina, sentido del humor
  1. Próxima lectura

Historia de una familia

Joyce Carol Oates, autora de Qué fue de los Mulvaney, ha declarado que su intención fue escribir sobre el complejo vínculo de una familia que está compuesta por individuos tan unidos que se definen a sí mismos por su relación entre ellos. Por esta razón, a raíz de la violación de Marianne, la familia se disgrega y se viene abajo. En la sesión que dedicamos ayer a hablar de la novela, coincidimos en la vigencia de este mensaje, porque en las familias a veces suceden hechos que no se hablan y que acaban erosionando lentamente las relaciones entre sus miembros.

En la presentación de la autora, María recordó su nacimiento en 1938 en Lockport, Nueva York; sus estudios superiores de Lengua y Literatura Inglesa en Siracusa y Wisconsin; el doctorado por la Universidad de Rice, y su trabajo en la universidad como profesora de ficción literaria, durante muchos años.

Siguiendo la corriente narrativa inaugurada por William Faulkner, comenzó escribiendo relatos (Junto a la puerta del Norte, vio la luz y Sobre un torrente arrollador), aunque ha destacado sobre todo en el género de la novela:  Un otoño tembloroso (1964),  Gente adinerada (1968), con la que consiguió el Premio Nacional de Narrativa; El tiempo pasará (1988); Agua negra (1992); Qué fue de los Mulvaney (1996); Blonde (2000) una novela sobre Marilyn Monroe, que ha sido llevada al cine recientemente; La hija del sepulturero (2008).

Joyce Carol Oates considera que Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll es la obra que más le ha influido; pero también hay que citar a Henry James, Ernest Hemingway y William Faulkner, escritores a los que ha leído mucho y admira.

La crítica ha destacado la densa experiencia vital que acumulan sus personajes y el interesante análisis sociológico sobre la violencia que ejercen los hombres sobre las mujeres. Otros temas que aborda en sus obras son: la pobreza rural, el afán de poder, las tensiones de clase y el terror sobrenatural.

Su nombre se ha barajado con frecuencia para el Premio Nobel de Literatura, aunque aún no lo ha conseguido.


El turno de opiniones sobre la novela lo abrió María Jesús quien había disfrutado mucho su lectura, por el carácter cinematográfico, porque Oates sabe retratar bien la evolución de la familia Mulvaney y porque todos los personajes le habían interesado, especialmente, Corinne, aunque no entiende su actitud hacia Marianne. Esta última le parece un personaje cándido, que ni siquiera es crítica con su familia, cuando la obligan a abandonar la casa, a pesar de ser la víctima. El único personaje que le parece desdibujado es el narrador Judd. Destacó, finalmente, el acierto de la autora al combinar la vida personal de la familia con el contexto histórico.

Carmen también la había disfrutado y, en ningún momento, se le había hecho pesada, a pesar de su extensión: cerca de 800 páginas. Todos los personajes le habían agradado, excepto el padre, cuyo pasado no acabamos de conocer bien. Elogió la fusión del narrador testigo, que cuenta la mayor parte de la historia, con el narrador omnisciente. El fresco de la época que hace Oates, sobre todo en lo que tiene que ver con la América profunda, le había evocado Las uvas de la ira de John Steinbeck; la historia de los Mulvaney le había recordado los problemas aparentemente menores que surgen en las familias, que no parecen tener solución y que se acaban enquistando; y el conjunto de la novela había traído a su memoria el tema clásico del “Ubi sunt”.

A Víctor, aunque la novela le había gustado, le parece que hay capítulos, como el de la poetisa para la que trabaja Marianne, que sobran, porque no aportan nada. Tampoco encuentra justificación al final feliz, después de los problemas que tienen todos los personajes. Es como si de súbito interviniera el “Deus ex machina» de las tragedias griegas para resolver una historia que perfectamente podía haber acabado antes. Se pregunta por qué el padre actúa así y la respuesta que encuentra es por la presión social, por las repercusiones que tuvo la violación de su hija entre los ciudadanos de Mt. Ephraim.

Bela reconoció que le había costado entrar en la novela, pero que, poco a poco, le fue atrapando hasta el punto de no querer dejar la lectura. Valoró positivamente el recurso utilizado por Oates de mezclar al narrador testigo con el omnisciente, pues el primero hace más creíble la historia y el segundo le permite introducirse en los pensamientos de los personajes, que le parecen complejos y con capacidad para sorprender, aunque no entiende el comportamiento de Corinne con su hija, sobre todo después de echarla de casa, cuando esta le insiste en volver y ser perdonada por el padre. Finalmente, se refirió a la vigencia de la novela en cuanto a los problemas de muchas mujeres para denunciar la violencia que se ejerce contra ellas, a causa del sentimiento de culpa, de la presión social, del miedo a no ser creídas, y de la deficiente actuación de la justicia en muchos casos, como se ha podido comprobar en el de Nevenka y en el de la Manada.  

Paco Paños, que aún no ha terminado de leer la novela, confesó que le estaba interesando mucho la complejidad del punto de vista narrativo, cómo pasa de una voz a otra, sin que apenas lo notemos, cómo introduce el estilo indirecto libre. No le parece justificada la reacción del padre; pero sí entiende que la hija por razones religiosas no denuncie al violador. El ambiente de desconfianza que se crea es terrible, pero se explica por la época en que se desarrolla la historia. 

A María, que había propuesto la lectura, le ha gustado sobre todo el personaje de Marianne y cómo expía su culpa refugiándose en la religión. También la relación entre los hermanos y cómo vive la tragedia cada uno de ellos. El personaje del padre refleja, a su entender, el sueño americano, pues, después de ser expulsado de su casa, poco a poco llega a triunfar, tanto en la familia como en el trabajo, y a ser aceptado por la sociedad de St. Ephraim como uno de los suyos; pero, después de la violación de su hija, cuando esta misma sociedad tiene que elegir entre él, que es un recién llegado, y la familia del violador, sufre el rechazo de la misma. El padre le parece un personaje profundo por la incapacidad para entender a la hija, lo que le lleva a su autodestrucción;  pero los demás personajes no afrontan ninguno de ellos el problema que tienen, con la excepción de Patrick que acaba asumiendo la venganza.

Paco Ortiz, finalmente, intervino para destacar la evolución de la familia Mulvaney, desde la felicidad hasta la caída en desgracia. Igualmente, el peso que ejerce la religión en el desarrollo de la historia, que le permite a algunos personajes, como Marianne y Corinne, refugiarse en ella, y el hecho de desarrollarse en un pueblo pequeño, que explica el rechazo y el aislamiento de la familia.


Coincidimos en que Joyce Carol Oates sabe generar la intriga desde el principio cuando el narrador, Judd, dice que va a contar la verdad de su familia, la cual pasó de ser admirada a compadecida, aunque duela contarla:

“Durante mucho tiempo nos envidiaron, nos compadecieron. 

Durante mucho tiempo nos admiraron; luego, pensaron: «Dios mío, se lo merecen». —Demasiado directo, Judd —diría mi madre, retorciéndose las manos con inquietud. 

Pero yo creo en la verdad, aunque duela. Especialmente, si duele”.

Más adelante con sutilidad y de forma progresiva va dando a entender la violación, aunque sin nombrarla:

“Nadie sería capaz de mencionar lo que había sucedido, ni siquiera Marianne Mulvaney, a quien le había ocurrido”

“Patrick ni siquiera había pensado en preguntarle a Marianne por qué necesitaba que la fueran a recoger en coche para regresar a casa”

“¿Por qué no me dijiste nada? ¿Cómo pudiste dejar que te llevara a casa sin saber lo que sentías, lo que estabas sufriendo?”, se pregunta Patrick. 

Durante este viaje de regreso a su casa, ella se encuentra tensa, rígida, con las manos cruzadas con fuerza sobre el regazo, rezando.

Los personajes, a los que consideramos complejos, acapararon la mayor parte del debate, en especial, algunos de ellos:

Michael, el padre, era un hombre sociable y atractivo que caía bien y era respetado por ser buen tipo, aunque a raíz de la violación de Marianne, se volvió taciturno y hosco, y sus relaciones, tanto en la granja con su familia como en Mt. Ephraim con sus antiguos amigos, se deterioraron sensiblemente: “Al mismo tiempo, papá parecía no tener ilusiones, y ninguna esperanza…”. Se siente impotente por no poder hacer nada y, como dice Patrick acabó borrando a Marianne de la casa para poder borrarla de su pensamiento. El proceso de autodestrucción en el que entra, le lleva a comportarse violentamente con su mujer y con su hijo pequeño Judd: “Incluso tenía un moretón pálido en la parte inferior de la mandíbula, y se me pasó por la cabeza, como un tiro: Se lo ha hecho papá”. Sin embargo, se muestra defensor y protector de los derechos de la mujer: “Si alguien trata a una chica o una mujer con rudeza delante de vosotros… vosotros debéis protegerla. Si ello significa ir contra vuestros amigos, al diablo vuestros amigos, ¿lo entendéis?”. 

Corinne, la madre, es una mujer segura de sí misma, alegre y extrovertida. Se jactaba de ser capaz de leer el rostro de su marido e hijos; pero no se enteró de lo que le había sucedido a Marianne hasta que esta se lo contó. El comportamiento que tiene con ella, al obligarla a marcharse de casa, sólo tiene como explicación el amor que sentía hacia su marido que no podía soportar la presencia de su hija. 

Marianne, la hija, tiene un carácter dulce, inocente y bondadoso: “era la muñequita de todos”. Muy sociable y valorada por sus amigas. En casa la llaman cariñosamente Botón por lo mona que era. Es muy religiosa y no sabe mentir. Esto explica su negativa a denunciar a Zachary pues ella estaba bebida, en el momento de la violación, y no tenía certeza de nada. Únicamente encuentra consuelo en la religión: “De la oscuridad vine. A la oscuridad puedo volver”, se repetía a sí misma. La obligan a irse de casa, porque el padre desesperado no ha conseguido que se haga justicia y no puede soportar su presencia. 

Patrick, el hermano mediano, es tímido, pero inteligente y vivo de genio, tanto que era capaz de ver lo que no era visible. Le gustaba estar solo y observar las estrellas por un telescopio que él mismo había montado. Se considera a sí mismo científico experimental, biólogo. Sus héroes son Galileo, Newton, Los Curie, Einstein. Por eso, tiene una mente racional, que contrasta con la religiosidad de su madre. Era el más lector de la familia y apenas tenía relación con sus compañeros de clase, a los que en privado despreciaba por su ordinariez al hablar y por su desmedida afición a los deportes. A pesar de estos rasgos de su carácter, asume el papel de justiciero por la violación de su hermana.

En cuanto los temas, además de los que se han mencionado hasta ahora, comentamos los siguientes:

Los Mulvaney representan el llamado sueño americano: “Mira alrededor, todo el mundo se casa joven, también hay un auge económico, todo el mundo está observando sobrecogido”. Pero respetan los respetan, mientras son triunfadores, porque, después de la violación de Marianne, dejaron de hacerlo, les volvieron la espalda en el pueblo donde vivían.

La familia se comunica a través de los animales, código que hay que respetar respondiendo de la misma manera:

“Papá tenía la costumbre de hablar a algunos de sus hijos a través del gato Muffin:

-Muffin, hay una cosa que no entiendo y quizá tú puedas aclarármelo. ¿Por qué después de habértelo pedido, hace cinco días, el neumático del maldito John Deere todavía está deshinchado?

El objetivo de este comentario solía ser Mike, quien tenía tendencia a descuidar sus tareas. Entonces Mike decía a Muffin, con una sonrisa:

-Muffin, explícale a papá que voy un poco atrasado, todavía estoy limpiando esos malditos establos. Dile que lo siento, ¡señor!”

Marianne rompió este código familiar con su madre, después de haber sido violada, como si expresara así su queja por no haber recibido ayuda. 

También comentamos, aunque una vez finalizada la sesión, el tema de la justicia, ya que el padre intentó que se hiciera justicia legal sin conseguirlo y, después, Patrick planeó la venganza por su cuenta contra el violador: “No podría seguir con mi vida. Mi vida normal. Hasta que se haga justicia. Hasta que nuestro enemigo haya sido castigado”.

Finalmente nos detuvimos en los símbolos:

Las puertas abiertas en la granja simbolizan que la familia es feliz; pero, a raíz de la violación de Marianne, empiezan a cerrarse: “Mariannne últimamente no había ido a clase y, al menos cuando yo me encontraba en casa, parecía esconderse en su habitación con la puerta cerrada”.

Las antigüedades que colecciona Corinne anuncian, como sus relojes antiguos que dejan de funcionar, la decadencia de la propia familia, que se inicia con la expulsión de la hija y la marcha posterior de los tres hijos, y culmina con la separación matrimonial.

El zoo de animales maltratados o enfermos representa también a la descompuesta familia Mulvaney y a sus diferentes miembros, particularmente a Marianne que reconoce en las manos de Whittaker, cuando se posan en su hombro, un cariño y una comprensión que no había recibido hasta ese momento.

Próxima lectura: Plata quemada de Ricardo Piglia, novela de la que hablaremos el 10 de noviembre, jueves, a las 17 horas, en el Albergue Juvenil.

Guion sobre Qué fue de los Mulvaney

CLUB DE LECTURA

GUION PARA EL DEBATE

(Sesión del 5 de octubre, miércoles, a las 18 horas, en el Albergue Juvenil)

  1. Presentación de la autora en su época por María Sanjuán
  2. Opinión breve sobre la novela 
  3. Dedicatoria 
  4. Punto de vista narrativo
  5. Estructura 
  6. Espacio
  7. Tiempo: externo e interno
  8. Intriga 
  9. Intencionalidad: de la autora y del narrador 
  10. Personajes: Judd, Michael padre, Corinne, Mike hijo, Marianne, Whittaker West
  11. Temas: la violación, la justicia legal y la justicia por cuenta propia, la familia, la decadencia, la sociedad americana, la religión (aliada y enemiga), la injusticia, los apodos, la comunicación a través de los animales, la guerra de Vietnam, la historia de América y la historia de la familia Mulvaney 
  12. Estilo: características, simbolismo 
  13. Próxima lectura 

La cólera de Aquiles

La cólera de Aquiles sobrevoló la sesión del club de lectura que dedicamos ayer a la novela El asedio de Troya de Theodor Kallifatides, porque la actitud de este personaje condiciona el desarrollo de la historia, tanto cuando se niega a participar en la guerra, porque se siente deshonrado por Agamenón, como cuando finalmente decide a hacerlo para vengar la muerte de su amigo Patroclo.

La sesión empezó con la presentación del autor a cargo de Paco Paños. Nació en 1938 en Grecia, aunque con 26 años emigró a Suecia, donde reside actualmente. Ha escrito libros de ficción, ensayos y poesía. Ha traducido del sueco al griego a autores como Ingmar Bergman y August Strindberg; ha sido guionista de cine y ha dirigido una película. Entre sus libros destacan: Madres e hijos, donde reproduce una conversación con su propia progenitora; Otra vida por vivir; Lo pasado es un sueño; Timandra, una novela histórica sobre una de las mujeres más fascinantes de la antigüedad griega, que convivió con el héroe Alcibíades; y una trilogía de novela negra. Finalizó la presentación con unas palabras de Julio Llamazares: “En El asedio de Troya, la novela que leí en aquellos días de la pandemia,  Kallifatides cuenta una historia que, a la luz de lo que estaba ocurriendo en el mundo entonces o de lo que ocurre en Ucrania hoy, cobra todo su significado”. 

El propio Paco Paños comenzó el turno de opiniones diciendo que le parece una maravilla de novela por su intencionalidad antibelicista; por el estilo sencillo en el que está escrita; porque  trata temas importantes, como la amistad y el amor; y por el papel predominante que desempeñan las mujeres. Está inspirada en la infancia del autor, que se encontraba en Grecia, durante la ocupación alemana, y que contempló una escena similar a la que se describe en la novela: la ejecución pública de varias personas por los nazis. Por lo demás, le ha llamado la atención que no sepamos nada de los compañeros de clase de Dimitra y el narrador, y que éste último sorprendentemente no tenga una imagen negativa de los alemanes.

A María Jesús los héroes de la Ilíada, capaces de luchar con valor en el campo de batalla, pero también de emocionarse y llorar, le han recordado a las columnas de Irene Vallejo publicadas en El País Semanal. La novela, en su opinión, va creciendo, a medida que se avanza en la lectura, y los dos planos, el real y el ficticio, se van entrelazando. El estilo poético en que está escrita le parece muy sugerente y los personajes se alejan del maniqueísmo por su humanidad. Finalmente, comentó que se había metido en la historia hasta el punto de emocionarse. 

Para Miguel El asedio de Troya es una novela divulgativa y simple. En la adaptación de la Ilíada que ha hecho Theodor Kallifatides, el papel de los dioses es irrelevante, lo cual desvirtúa el sentido de la obra de Homero, donde estos condicionan completamente las vidas de los personajes, que no son responsables de sus actos. Por otra parte, la historia de la ocupación nazi apenas está desarrollada.

Carmen comentó que había ido entrando en la novela progresivamente. Destacó el valor de lo narrativo y de lo novelístico:  cómo el narrador desconocido, de modo similar a lo que hace Cervantes en El Quijote, da la palabra a la maestra para contar la Ilíada a sus alumnos. Por su lenguaje sencillo, la recomendaría como lectura en la asignatura “Literatura Universal” de Primero de Bachillerato, pues es una forma de dar a conocer la inmortal obra de Homero a los jóvenes.

Paco Ortiz también reconoció que se había ido metiendo poco a poco en la historia hasta resultarle una novela agradable. Destacó como algo positivo la ausencia de los dioses griegos, pues la presencia abrumadora de estos en la epopeya de Homero había hecho infructuosos en el pasado sus dos intentos de leerla. No obstante, le le chirrían algunas cosas en El asedio de Troya: la convivencia pacífica de los griegos con los nazis, aunque al final la situación cambia; y el personaje de la Señorita, una maestra que en realidad no daba clases y, por tanto, no se ganaba el sueldo.

Benito valoró la historia de la Ilíada en lo que tiene de divulgativo; pero la historia de la ocupación nazi tarda demasiado en relacionarse con la primera y, cuando finalmente lo hace, se acaba la novela y nos quedamos con las ganas de un mayor desarrollo. También ha echado en falta el factor sorpresa, que él considera fundamental en una novela.

Víctor dijo que había acabado aburrido de tanta batalla y, además, a medida que iba leyendo, se preguntaba por qué le había interesado a los jóvenes de la escuela la historia del asedio de Troya, pues no le parece creíble. No obstante, la novela le había gustado por su intencionalidad antibelicista que aclara el propio Kallifatides en el epílogo: “Ya desde mis años en el instituto, la Ilíada me ha despertado fantasía y admiración. A mi modo de ver, es uno de los más firmes poemas antibelicistas jamás escritos”.

Bela comentó que había iniciado la lectura con muchas expectativas: la maestra que le cuenta a su alumnado la historia del asedio de Troya, para que se olviden, en cierto modo, de la ocupación nazi. Pero esta historia le resultaba lejana y, además, echaba en falta un mayor protagonismo de los alumnos. Entonces, centrada en la Ilíada, empezó a valorar la forma de escribir, el tratamiento de la mujer, etc. Así, hasta que las dos historias se entrecruzan y se resalta el valor universal y antibelicista de la novela, porque las guerras, de las que únicamente somos responsables las personas, sólo ocasionan dolor y muerte. Por eso, le parece ideal para leerla en los centros de enseñanza.

Enrique, finalmente, confesó que, aunque lo había intentado, no había conseguido leer la novela, porque el tema de la guerra de Troya no le interesaba.

En el debate comentamos la estructura interna con las dos historias, que se van entrelazando poco a poco hasta prácticamente fundirse en este poema donde la abuela de uno de los ajusticiados por los nazis expresa su dolor, que es el de todos:

“Niña, ¿cómo he de albergar

tanto dolor?

Si lo extiendo por el valle y las montañas

los pájaros picotearán en él.

Si lo lanzo al mar

los peces lo mordisquearán.

Si lo coloco sobre las cruces del camino

lis caminantes se tropezarán con él.

Mejor lo guardo en el corazón.

Así puedo retirarme un rato a descansar

cuando duela demasiado”. 

Hablamos del punto de vista narrativo que corresponde a una persona mayor de cerca de 70 años, la cual recuerda la ocupación alemana de su pueblo, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando tenía 15. Y también de la narración en tercera persona de la guerra de Troya a cargo de la maestra.

En cuanto a los personajes, nos detuvimos en los siguientes:

La Señorita Marina, la nueva maestra a la que los alumnos llaman bruja, porque conseguía “que los furiosos y temerosos perros callejeros dejaran de ladrar»; pero que consigue granjearse la simpatía de la clase al contarles la historia del asedio de Troya, según la Ilíada de Homero. 

El narrador, que en esa época era un joven de 15 años, enamorado de su maestra y al que le gustaba mucho leer. No cree en Dios, sino en las personas con las que se relaciona y forman parte de su vida: “Sí, creo en ti -le dice a Dimitra-. Creo en la Señorita. Creo en mis padres. Creo en las personas, sencillamente. Algunas son tontas, otras son malas, pero no hay otra cosa en la que creer”.

Dimitra, compañera de clase, que está enamorada del narrador, aunque no es correspondida. No acepta su destino de mujer entregada al cuidado de los hijos y la casa: “Odio ser una chica”. Muestra también su feminismo al criticar los abusos de que eran objeto las mujeres en la Ilíada: “Señorita, ¿por qué eran tan atroces los griegos? ¿Por qué abusaban de las esposas e hijas de los troyanos?”. Cuando la maestra le responde que “el cuerpo de la mujer es el campo sobre el que los hombres se pisan, unos a otros, el honor y la gloria”, Dimitra, consciente de su valía, le responde: “Tengo catorces años y mi cuerpo no es ningún campo. Yo soy mi cuerpo”.

Héctor, hermano de París, que, a diferencia de éste, es valiente en el campo de batalla, aunque demuestra cierta debilidad, cuando huye de Aquiles, temiendo por su vida. También se comporta amablemente con Helena, amante de su hermano Paris, a la que defiende de las habladurías de los demás. Era conocido como El domador de caballos.

Aquiles es el mayor de todos los guerreros aqueos; pero, cuando Agamenón le roba a su amada Briseida, se siente tan ofendido que renuncia a luchar. Sólo toma de nuevo las armas para vengar la muerte de su amigo Patroclo, mostrándose cruel y despiadado. Era conocido como El de los pies ligeros por su velocidad; pero precisamente en el talón estaba su único punto débil, la única parte vulnerable de su cuerpo.

Helena, a la que se considera como la mujer más bella que jamás haya existido, se siente culpable de la guerra, así como de sus terribles consecuencias y lamenta su situación: 

“¿Quién querría intercambiarse conmigo y ponerse en mi lugar? -pensaba, y dispuesta estaba a cortarse el cabello, lastimar su hermoso pecho y rasgarse los muslos blancos como lirios con un afilado cuchillo, si acaso pudiera ser de alguna utilidad o consuelo.

Iba a perder o al padre de su hijo o a su amante, Esparta o Troya, su tierra o la de Paris. Ganara quien ganara la guerra, ella siempre sería derrotada”

Briseida, esclava y amante de Aquiles, convence a éste para que entregue el cadáver de Héctor a su padre, con el fin de que pueda ser enterrado con la dignidad de un héroe: “Has humillado a Héctor, que hizo lo mismo que tú también habrías hecho. Defender a su gente y su ciudad. Era tu igual, pero los dioses estaban de tu parte y lo venciste. Deberías dejar que su esposa y su hijo, su madre y su padre, sus amigos y el pueblo troyano volvieran a verlo, se despidieran, llorando su muerte y lo quemaran en una pira tal y como corresponde a un hombre que ha sacrificado su vida por ellos. Es hermoso ser justo en la hora de la derrota, pero más hermoso aún es ser justo en la hora de la victoria”.

Ifis demuestra inteligencia, sensatez y entereza, cuando le dice a Aquiles, compungido por la muerte de su amigo Patroclo, que coja la armadura de éste y le vengue: “Lamentarse no es opción. Lo mejor es ahorrarle tus quejas al alma de tu amigo. Levántate y acepta esta armadura que sólo él ha llevado. Él murió en tu armadura. Si los dioses quieren que tú mueras en la suya, que así sea. No hay nada más honorable que morir por un amigo”.

Comentamos los temas principales que aparecen en la novela:

La guerra, que tiene diferentes causas: la Segunda Guerra Mundial, la ambición de Hitler; y la de Troya, el rapto de Helena por Paris. En cuanto a sus consecuencias, se escribe en el epílogo: “Él -se refiere a lo que pretendía Homero con la Ilíada– quería hablar de una sola cosa: de que la guerra es fuente de lágrimas y de que en ella no hay vencedores“. 

Los héroes, pues la historia del asedio de Troya está llena de hombres a los que se admira por sus hazañas y virtudes; pero a los que también se les reprochan sus debilidades. Por ejemplo, la inseguridad de Aquiles que llora desconsoladamente la muerte de Patroclo sin decidirse a entrar en combate; o la cobardía en la batalla de Héctor, que huye de Aquiles, temeroso de perder su vida.

La literatura oral, porque la Señorita, -como había hecho el propio Homero- les cuenta a sus jóvenes alumnos la historia de la Ilíada; y se introduce en la lucha entre troyanos y aqueos, hasta el punto de que en un momento determinado no puede seguir, pues la situación de Helena, que tiene al padre de sus hijos en un bando y a su amante en otro, le da pena: “A la señorita se le quebró la voz. Algo en la garganta o en el corazón la hizo callar. Se dejó caer sobre la silla”.

También los alumnos que escuchan su narración se emocionan, como Dimitra, al saber cómo Agamenón roba a Briseida, porque le recuerda la historia de Katerina, una joven de su pueblo: “Mi compañera de juegos, Dimitra, tenía lágrimas en los ojos”.

La amistad que se forja entre los combatientes aqueos, después de diez años de cerco: “Lo único que había mejorado con el tiempo eran los lazos de amistad que los unían. Todo lo soportaban juntos, el escudo de uno protegía al otro. La muerte de uno a menudo conducía también a la muerte del otro”. Además, entre el joven narrador y Dimitra hay igualmente una sana amistad, del mismo modo que entre  Héctor y Polidamante, y entre Aquiles y Patroclo: “-Éramos más que gemelos. Éramos un solo hombre. Confiaba más en él que en mí mismo. De haber muerto yo primero, él cuidaría de mi hijo, mi único hijo”, dice el primero. Estas palabras nos llevaron a pensar que la relación entre ambos iba más allá de una simple amistad.

Y el amor, que es el sentimiento que despierta Paris en Helena y que ella nunca había sentido hacia su esposo, Menéalo: “Cuando veía a Paris, centenares de mariposas le danzaban en el pecho”. También Aquiles y Briseida están enamorados: “Briseida logró que el corazón de Aquiles, duro como el sílex, se abriera como un girasol ante la primera luz del día. La amaba”. Y es también lo que siente el narrador hacia su maestra: “La Señorita se enjugó la frente con un pañuelo blanco, que a continuación introdujo en la manga con un gesto casi inconsciente. Yo adoraba hasta el más mínimo de sus movimientos. La manera en que se le movían los labios al hablar, en que se colocaba el pelo hacia un lado, en que se estiraba, en que caminaba y en que se quedaba quieta”. Pero se trata de un amor no correspondido, como el que siente Dimitra hacia él.

Concluimos elogiando el estilo sencillo en el que está escrita la novela, aunque hay pasajes especialmente brillantes, sobre todo para mostrar la crueldad de la guerra: “Con la rapidez de un incendio en un bosque árido corría Aquiles con sus caballos de un lugar a otro con la muerte tras de sí. Su carro estaba manchado de sangre, sus manos también, pero él aún no estaba satisfecho, sino que seguía batallando de manera más encarnizada que las mismas erinias, diosas de la venganza”.

También imágenes, aparentemente simples, pero de una gran expresividad y capacidad de sugerencia:

“La Señorita cedió, pero yo creo que ella también ansiaba continuar. Adoptósu semblante característico. Se cubrió la cara con las manos como si quisiera esconderse de nosotros para, justo después, retirarlas y reaparecer despacio como la luna detrás de las nubes”.

“La autora barrió las tierras igual que barre el rubor las mejillas de una niña”

Después de la sesión y para celebrar el final del curso, cenamos en un restaurante cercano.

Próxima lectura: ¿Qué fue de los Mulvaney? de Joyce Carol Oates, novela sobre los vicios y virtudes de la sociedad norteamericana, de la que hablaremos el 5 de octubre, miércoles, a las 18 horas, en el Albergue Juvenil.

Feliz verano lector para todos y todas.

Guion para El asedio de Troya

Guion para el debate 

(Sesión del 16 de junio, jueves, a las 19:30, en el Albergue Juvenil)

  1. Presentación del autor en su época a cargo de Paco Paños
  1. Opinión breve sobre la novela
  1. Punto de vista narrativo 
  1. Espacio
  1. Tiempo externo
  1. Estructura
  • Externa
  • Interna
  1. Intencionalidad
  1. Personajes
  • La Señorita Marina
  • El narrador 
  • Dimitra 
  • Paris
  • Héctor
  • Menelao
  • Agamenón
  • Ulises
  • Aquiles
  • Helena
  • Briseida
  • Ifis
  1. Temas
  • La guerra: causas, consecuencias, precio…
  • Los héroes
  • Papel relevante de las mujeres
  • El machismo de la sociedad antigua
  • La literatura oral
  • La amistad 
  • El amor
  1. Estilo
  1. Próxima lectura 

Búsqueda interior

“Yo no creo en la imaginación. Escribir no es una cuestión de imaginación, sino de búsqueda interior. Sondeo en mí misma, en mis propias intuiciones e inquietudes, y de ahí sale una historia, que tiene relación indirecta conmigo. Pero no sucede fuera”. Estas palabras de Sara Mesa, para explicar cómo entiende ella el oficio de escribir, las leímos ayer lunes en la sesión dedicada a Un amor; y coincidimos en que leer esta novela había significado para nosotros una búsqueda interior, aunque no con el mismo grado de satisfacción. 

Sara Mesa nació en Madrid, en 1976, aunque su familia se trasladó cuando era una niña a Sevilla, ciudad en la que se ha criado y en la que vive. Estudió Periodismo y Filología Hispánica; ha trabajado como funcionaria en el Consejo Audiovisual de Andalucía y ha colaborado en periódicos, como El Mundo y la revista Sevilla Cultural; pero, en la actualidad, se dedica completamente a la literatura. Empezó publicando un libro de poemas, Este jilguero agenda (2007), galardonado con el Premio de Poesía Miguel Hernández; pero es sobre todo una narradora, dueña de un mundo propio muy personal. Ha publicado tres libros de relatos: La sobriedad del galápago (2008), No es fácil ser verde (2009) y Mala letra (2016); y seis novelas: El trepanador de cerebros (2010), Un incendio invisible (2011, Premio Málaga de Novela), Cuatro por cuatro (2013, Finalista del Premio Herralde), Cicatriz (2015, Premio Ojo Crítico de Narrativa), Cara de pan (2018) y Un amor (2020). 

Es una de las autoras más importantes de la literatura española contemporánea y sus libros han sido traducidos a diferentes idiomas: inglés, italiano, holandés, francés, alemán, griego, serbio, portugués, danés y noruego. 

En sus obras abundan los espacios cerrados y opresivos, los personajes solitarios e hipersensibles, los enigmas sin una solución clara, las rutinas asfixiantes y las transgresiones imprevisibles. Por eso, ha declarado, se siente más cómoda en el formato breve, sea cuento o novela corta. Además, porque en este formato se puede generar una tensión interior que no decae con el paso de las páginas.

Finalmente, en la presentación, se leyó el poema “Sísifo”, perteneciente al primer libro que publicó Sara Mesa y donde se siente sola encerrada en la ciudad, como Nat en La Escapa, ambas condenadas a empezar de nuevo:

“La ciudad desolada 

hoy no susurra nada en mis oídos.

Despega los labios y permanece muda.

Se agotó la palabra.

Tengo miedo; estoy sola.

Cada calle es idéntica y todas giran

formando un laberinto.

No hay escapatoria 

para mí, para nadie.

Un rayo azul, metálico, ha devastado el cielo.

Los pájaros no cantan: chirrían como puertas oxidadas,

como instrumentos desafinados e infernales.

No encuentro el sol.

Una gaviota sucia busca entre la basura,

la nada es negra, o blanca, pero es nada.

La ciudad ya no me ofrece cosa alguna 

No me dice ni una sola palabra.

Estiro mis brazos y giro

como un molino en una encrucijada.

Podrían atropellarme 

pero también el tráfico parece detenido.

Me siento.

Me pregunto dónde está la belleza, dónde el bien.

Yo sé que existen.

Los he besado con mis propios labios.

He pasado mis dedos azulados

por sus suavísimos contornos.

Yo mismo he sostenido sus pilares

y pinté sus colores

y pronuncié sus nombres.

Dónde afluyó entonces todo eso, 

dónde ha parado.

La ciudad no responde a mis preguntas.

Me mira con su ojo impasible, despiadado.

Estoy sola entre escombros.

Otra vez estoy sola

y he de empezar de nuevo a levantar mi piedra

con paciencia infinita

como mi condena”.

Quizá este poema sea más pesimista en su final, que la novela, donde Nat parece haberse reconciliado consigo misma, sin importarle demasiado lo que sucede a su alrededor, porque cuando se muda a una localidad cercana y repite las tareas de limpieza en la nueva casa, ella lo interpreta como un avance.

El turno de opiniones sobre Un amor lo inició José Ángel, quien, después de haber leído esta novela, no entendía el lugar destacado que ocupa su autora en la narrativa actual. Señaló que no sabía muy bien lo que había querido contar; no le había quedado claro el mensaje. Añadió que se trata de una novela femenina, porque la mirada y el protagonismo corresponden a una mujer, y donde los hombres son estereotipos: el vecino es el pater familias, Andreas es el amante, el casero es el machista acosador, Píter es el amigo, etc. El tema principal para él es el lenguaje unido a los problemas para comunicarse de Nat.

Paco comentó que ya había leído Un amor, y que en esta nueva lectura le había interesado más el origen de la novela: un sueño recurrente, según la propia autora, fue el impulso; pero la dejó y la volvió a retomar, hasta su publicación definitiva en el año 2020. No obstante, le ha dejado frío la actitud de Nat ante la vida, sus obsesiones; y en cambio, Andreas le ha parecido un personaje sencillo que sabe lo que quiere. Tampoco le ha gustado cómo se resuelve la historia.

Enrique la ve como una novela psiquiátrica y, por eso, no le ha interesado. Es una exposición de teología moral: amor mercenario, amor real, alzheimer, etc. Demasiado para un novelista. Carece de argumento, lo cual es otro hándicap, aunque sí le ha gustado el estilo ágil en el que está escrita.

Bela dijo que Un amor le ha gustado, entre otras razones, porque le recuerda a la historia de otras mujeres, que han tenido que ir superando obstáculos, a lo largo de su vida. La lectura le ha generado inquietud desde el principio; se ha sentido atrapada por las reflexiones de Nat; y ha vuelto atrás continuamente para releer, dada la intensidad de lo que se cuenta, especialmente el final que le ha encantado. Se ha sentido implicada en su terapia, en sus divagaciones, provocadas por la inseguridad y la búsqueda permanente. Al final, el rechazo de Andreas y de la comunidad de La Escapa le llevan a superar esta inestabilidad, aceptándose a sí misma.  El punto de vista narrativo contribuye a mostrar la complejidad psicológica de la protagonista, pues a veces no se sabe si lo que se dice es real o son meras elucubraciones.  

Víctor comentó que se lee bien y que le había gustado más que Cicatriz, otra novela de Sara Mesa, pues la autora consigue expresar sus contradicciones y planteárnoslas a nosotros, los lectores. Le había llamado la atención cómo cambian los personajes a medida que se relacionan con otros personajes, y cómo la actitud de la comunidad hacia Nat cambia también, pues es aceptada, cuando se sabe que ha roto con Andreas.

A Lola le gustó mucho la primera vez que leyó esta novela y le ha vuelto a gustar esta segunda lectura. El estilo sencillo se ajusta al contenido y los temas que plantea son actuales, pues se introduce en la cabeza de personas de ahora, como Nat, para mostrar su desconcierto, sus dudas. Le había llamado la atención la importancia que tiene el lenguaje en la novela, ligado al trabajo de la protagonista y a sus problemas de comunicación. En este sentido, leyó un pequeño fragmento donde Nat, que tiene asumida su ruptura con Andreas, reflexiona: “El alemán, un hombre cualquiera, como cualquier otro. Y ella, piensa, se había empeñado en traducirlo, en llevarlo a su terreno. Qué absurda pretensión, se dice, Si no fuese ridículo, sería hasta divertido”.

A Carmen empezó a gustarle la novela; pero, a medida que avanzaba, fue perdiendo interés, porque se recrea en cosas que no le interesan, incluido el final precipitado. Esta valoración negativa, la atribuye, en parte, a su propio estado anímico, que demanda en estos momentos lecturas menos retorcidas y más edificantes. Un amor, en este sentido, le ha recordado a Murakami, cuyos personajes están a años luz de sus intereses.  

Finalmente, escuchamos una grabación con la opinión de María Jesús que no pudo asistir a la sesión y a la que el libro también le había intrigado al principio; pero le fue desilusionando porque la historia le parece plana. Además, tiene un final poco convincente, pues da un giro inesperado en el que se da a entender que las cosas ocurren por algo, en un intento de cuadrarlo todo. Sí, consigue la autora introducirnos en el ambiente hostil de La Escapa, como si hubiéramos estado viviendo en esa aldea, en la que nada le va bien a Nat. Especialmente desagradable le resulta Andreas, un personaje oscuro, que le hace una propuesta absolutamente grosera a Nat, la cual inicia con él una relación incomprensible, teniendo tan pocas cosas en común. También ha visto simbología en los nombres (La Escapa, Glauco..) y cómo los elementos geográficos y temporales contribuyen a la sensación de malestar predominante. Por todo eso, no entiende que Un amor haya sido considerada como la mejor novela del 2020.

En el debate coincidimos en que el amor no es el tema fundamental del libro, aunque sí aparecen los celos, las obsesiones y el sexo. Por eso, el título lo interpretamos en clave irónica, una especie de provocación.

Igualmente se estuvo de acuerdo en que, aunque escrita en tercera persona, la historia se cuenta desde la perspectiva de la protagonista, pues vemos todo a través de sus ojos, asistimos a las mismas sorpresas que ella y vivimos los mismos descubrimientos. Se trata por tanto de un estilo indirecto libre, que le permite a la autora marcar una distancia con respecto a su protagonista, salir de ella y volver a entrar.

La novela se ajusta, en líneas generales, al esquema clásico de introducción, nudo y desenlace, ya que el primer capítulo acaba con la insólita propuesta de Andreas a Nat; el segundo abarca la relación que mantienen ambos, a partir de ese momento, hasta la ruptura; y el tercero empieza con las insistentes llamadas de ella a él, que no responde, lo cual se ve agravado por el incidente del perro que desencadena la hostilidad de los habitantes de la aldea.

Nos detuvimos fundamentalmente en dos personajes

Nat 

Es una mujer que nos sorprende continuamente: había robado un objeto valioso que no necesitaba en la empresa donde trabajaba. Descubrieron el robo y la perdonaron; pero ella dejó el empleo.  Es decir, que rompe la regla contra la posesión, contra el deseo y contra el perdón, con lo cual muestra su desajuste con el mundo, su inadaptación. Pero sigue rompiendo convenciones cuando paradójicamente, siendo mujer y joven, alquila una casa muy deteriorada en el campo, en un lugar inhóspito, y realiza un trabajo de traducción literaria para el que no está dotada. Además, acepta un trueque sexual insólito por parte de Andreas.

Algunos de los asistentes consideran a Nat como una mujer valiente; pero otros, justamente por este comportamiento errático, la ven insegura, en permanente búsqueda de sí misma.

Andreas

Es complejo tal y como nos lo muestra Nat, quien piensa, al principio, que se trata de un hombre de campo, sin experiencia ni cultura, sin capacidad de seducción y que se ve obligado a proponer el trueque sexual; pero, cuando empieza a conocer otros aspectos de su vida (sus estudios universitarios, la historia de su madre curda que se vio obligada a emigrar, su condición de hombre divorciado…), todo cambia, y empieza a verlo como un hombre más fuerte y libre.  

Oculta un pasado difícil que condiciona su vida actual y que lo ha convertido en alguien que no especula con lo que le sucede, sino que se limita a vivirlo, incluyendo su relación con Nat, que empieza siendo un mero trueque sexual para él, pero que se convierte en algo más profundo. Por eso, porque le importa Nat, rompe con ella cuando esta le echa en cara que intercambiara mano de obra por sexo.

En cuanto a los temas, comentamos los siguientes:

La incomunicación y la soledad

De esto trata Un amor y más concretamente de la dificultad que tiene su protagonista para comunicarse, pues, por un lado, vive en un medio hostil, como la sociedad de La Escapa, que no la mira con buenos ojos, y, por otro lado, mantiene una relación con Andreas, un hombre parco en palabras, que no se entrega en la misma medida que lo hace ella. 

El lenguaje

Ligado a la incomunicación de Nat, está el tema del lenguaje, que atraviesa la novela de principio. No es casual que su trabajo sea el de traductora, que se pelea con las palabras, tratando de elegir siempre la más adecuada, porque ella en su vida cotidiana en la aldea, tiene también dificultades para entender y hacerse entender con los demás. 

El sexo: los roles de la mujer y el hombre, el capital erótico, la distinta entrega de los amantes, la inversión de papeles, los celos

Todos estos aspectos relacionados con la relación amorosa aparecen en la novela. Nat, por ejemplo, se plantea lo que se espera de un hombre, después de que invite a cenar a una mujer: ¿besarla?, ¿llevársela a la cama? Considera al vecino de la casa colindante como un “macho a la caza de una nueva presa que caiga rendida de admiración, la mirada penetrante y con voluntad de seducción”. Y en la relación que inicia con Andreas la entrega le parece desigual, lo cual acaba provocando, primero, los celos de ella, al comprobar que sus ideas preconcebidas sobre la relación no se corresponden con la realidad, y, después, la ruptura. En ese momento, los papeles se han invertido, pues Nat deja de tener poder sobre Andreas: “ella se vuelve cada vez más pequeña, y él más fuerte. Ella, más dependiente, y él, más libre”.

El acoso y el miedo

La protagonista siente miedo del casero, que tiene una copia de la llave de su casa y sueña con que entra en su casa sin su permiso por la ventana de su habitación, mientras ella duerme. Es decir, la amenaza del abuso sexual está presente desde el principio, porque Nat, delante de este hombre, se siente débil e indefensa, como paralizada, sin capacidad de reaccionar. Así, hasta que un día la amenaza se convierte en realidad.

Finalmente, elogiamos el estilo sencillo y austero, sin apenas artificios, que contrasta con el contenido oscuro, turbio de la historia; y leímos en alto un fragmento donde Nat se siente liberada, a pesar de que el pueblo ya ha dictado sentencia contra ella:  “Se pone el chaquetón y sale. El sol ya está alto, pero no calienta. Más tramoya, se dice. Un Sol pintado, de pacotilla. El cielo se tensa sobre el contorno de El Glauco, el camino se extiende ante ella, marcando la dirección que ha de seguir. La furgoneta de Andreas no está en su lugar, pero esta vez Nat no se conforma con mirar en la distancia. Se acerca y se sienta en el suelo, junto a la puerta. Permanece allí varias horas, sin importarle que los demás puedan verla, sin importarle lo que digan de ella, lo que rumoreen de ella, las acusaciones que reciba o las faltas que se le imputen y definitivamente sin importarle lo más mínimo su dignidad -o eso que ella había llamado en otros tiempos dignidad y que ahora es solo una palabra escurridiza-”

Próxima lectura, a propuesta de Paco Paños: El asedio de Troya de Theodor Kallifatides, novela breve (176 páginas) de la que hablaremos el 16 de junio, jueves, a las 19:30 horas, en el Albergue Juvenil.

Guion sobre Un amor

CLUB DE LECTURA

(Sesión del 19 de mayo, jueves, a las 18 horas, en el Albergue Juvenil)

Guion para el debate 

  1. Presentación de la autora en su época a cargo de Matías Regodón 
  1. Opinión breve sobre la novela: si nos ha gustado o no y por qué
  1. Título: ¿por qué este título?, ¿es el tema principal o se trata de una ironía?
  1. Punto de vista: ¿desde qué perspectiva se cuenta Un amor?, ¿qué importancia tiene?
  1. Espacio: ¿en qué lugar se desarrolla la historia?, ¿cómo es la casa donde vive Nat?, ¿se refleja  en su estado anímico?, ¿qué doble significado puede tener La Escapa?
  1. Tiempo: ¿el hecho de que la historia tenga lugar en verano contribuye a incrementar la tensión?
  1. Estructura: ¿las tres partes de la novela se corresponden con la estructura tradicional de introducción, nudo y desenlace?, ¿cómo se puede interpretar el final?
  1. Intriga: ¿cómo se genera?, ¿qué mecanismos utiliza Sara Mesa?
  1. Personajes
  • Nat
  • El casero
  • Píter
  • Andreas 
  • Roberta 
  • La vecina embarazada
  • Sieso
  1. Temas
  • La incomunicación y la soledad
  • La adaptación al medio rural
  • Las normas no escritas
  • El lenguaje: importancia que tiene en la novela
  • El sexo: los roles de la mujer y el hombre, el capital erótico, la distinta entrega de los amantes, la inversión de papeles, los celos
  • El acoso y el miedo
  • El destino
  1. Estilo
  • Lenguaje
  • Ambigüedad
  • Paralelismo entre el trabajo de Nat y lo que le sucede en La Escapa
  • Simbolismos: la casa, el Glauco, Sieso, la víbora, la hormiga
  1. Próxima lectura