Guion sobre Arte de Yasmina Reza

CLUB DE LECTURA DEL IES GRAN CAPITÁN

Guion para el debate

(Sesión del día 9 de mayo, a las 18 horas, en la Bilblioteca)

Presentación de la autora en su época, a cargo de Miguel Osuna

Opinión breve sobre la obra

Género literario en el que se podría encuadrar

¿En qué cuadro se inspira Yasmina Reza al escribir Arte?

Estructura

Estructura formal
Estructura interna:

¿A partir de qué hecho se desarrolla la acción?
¿Qué supone para Marcos hacer un dibujo en el cuadro? ¿Qué representa el esquiador?
¿Por qué Sergio le incita a hacerlo?
¿Cómo interpretamos el final?

¿Con qué intención escribe Yasmina Reza Arte?

Temas:

El arte: ¿qué diferencia lo que es arte de lo que no es? ¿cualquier cosa puede ser arte?, ¿se compra el arte por esnobismo?, ¿tiene más valor una obra de arte por el precio que pagamos por ella que por la emoción que nos suscita?, ¿hemos sentido alguna vez que nos tomaban el pelo delante de una obra de arte contemporáneo?, ¿es elitista el arte contemporáneo?, ¿se necesita una guía para comprenderlo e interpretarlo?, ¿el arte es sólo negocio? ¿Un cuadro vale lo que se paga por él?
La amistad: ¿consiste en decir siempre la verdad?, ¿qué momentos muestra la obra de la amistad?, ¿cómo se revela la fragilidad de este sentimiento?, ¿por qué es difícil mantener las relaciones de amistad con el paso de los años?, ¿estás de acuerdo, como dice uno de los personajes, en que “la amistad hay que cuidarla día a día”?, ¿por qué se desmorona la amistad entre Iván, Sergio y Marcos?, ¿qué nos parece la frase de Cicerón: “Quien contempla a un verdadero amigo, contempla un retrato de sí mismo”?

La incomunicación y la frustración: ¿qué personajes la experimentan en?

El matrimonio: ¿qué visión se da sobre él?

Personajes: ¿cómo evolucionan?

Marcos
Sergio
Iván

Estilo: ¿cómo surge el humor?

Próxima lectura.

Por encima de la conciencia está la libertad

Esta sería la conclusión más importante a la que llegamos ayer, jueves, en la sesión del Club de Lectura dedicada al libro de relatos A sangre y fuego de Manuel Chaves Nogales, pues fue precisamente la defensa de su libertad intelectual la que le llevó a abandonar el país y a escribir sobre los excesos de unos y otros, durante la Guerra Civil Española: “Me fui cuando tuve la íntima convicción de que todo estaba perdido y ya no había nada que salvar, cuando el terror no me dejaba vivir y la sangre derramada me ahogaba. ¡Cuidado! En mi deserción pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejercían el terror rojo en Madrid como la que vertían los aviones de Franco asesinando mujeres y niños inocentes”.

La sesión comenzó con la presentación del autor, que nace en Sevilla en 1897. Su padre, también periodista, le inicia desde muy joven en el oficio. Es redactor en Madrid de los periódicos Heraldo de Madrid, Ahora y Estampa. Consigue el premio Mariano de Cavia en 1927 por un reportaje sobre la primera mujer que cruzó en solitario el Atlántico en avión. El ejercicio del periodismo le permite conocer el territorio español y distintos países europeos, como Francia, Alemania, Italia y Rusia. Apoya a la Segunda República en lo que tiene de intento modernizador de la España rural y atrasada; pero se exilia a Francia, a los pocos meses de iniciada la Guerra Civil, porque es cesado como director del periódico Ahora y porque está convencido de que ya no puede hacer nada por su país. En Francia escribe para diarios como L´Europe Nouvelle, Candide, France Soir; inicia la colaboración con periódicos latinoamericanos; y realiza emisiones de radio para España y América Latina, que refuerza más tarde colaborando con la BBC en el exilio en Londres. En esta ciudad falleció, a causa de un cáncer de estómago, en 1944.

Entre sus libros, además de A sangre y fuego, destacan:

  • Juan Belmonte, matador de toros; su vida y sus hazañas, que Chaves Nogales escribió no por su afición al toreo sino por la calidad humana e intelectual de Juan Belmonte, así como por su talante conciliador.
  • La agonía de Francia, donde trata de explicar las razones que llevaron a este país a sucumbir ante el fascismo y firmar un armisticio con Alemania en junio de 1940.
  • ¿Qué pasa en Cataluña? Recopilación de una serie de reportajes, donde figura una definición del soberanismo catalán que se podría firmar en la actualidad: “rara sustancia que se utiliza en los laboratorios políticos de Madrid como reactivo del patriotismo -se entiende español-, y en los de Cataluña como aglutinante de las clases conservadoras”.

Finalmente, en la presentación, recordamos los años que pasó en la ciudad de Córdoba, donde formó parte de la redacción que fundó el periódico La Voz, en 1920, del cual fue redactor jefe.

El turno de opiniones se inició con la lectura de un correo electrónico que nos había enviado Enrique: Es una obra desgraciadamente más cercana y actual para nosotros que la anterior. Cercana y llena de realidad porque esos episodios, si no pasaron, pudieron perfectamente pasar. En una guerra civil personas como Nogales están de más, porque la verdad es la primera asesinada. Hizo bien en quitarse de en medio y en hacerlo cuando el Gobierno legítimo lo hizo: una bofetada sin manos”.

Miguel comentó que los relatos le parecían completamente reales, en especial, “La columna de hierro”, “Consejo obrero” y “Gesta de los caballistas”. Sobre éste último, mencionó el caso del rejoneador Antonio Cañero Baena, que da nombre a uno de los barrios de Córdoba y que participó, junto con otro rejoneador, el Algabeño, en actos de violencia similares a los que se cuentan en el relato, según testimonios recogidos por el historiador Francisco Moreno: «Al Algabeño y a Cañero los he visto yo tirotear con fusiles de montería a los presos de la cárcel de Antequera, donde yo estaba de guardia…».

José Ángel considera A sangre y fuego como un interesante mosaico de lo que fue la Guerra Civil, las distintas caras de una misma realidad. En los relatos -añadió- se funden el reportero y el literato, tal es la verosimilitud de los mismos. Por esta razón, su lectura en clase sería muy adecuada para estudiar este conflicto social y bélico que se desarrolló en nuestro país entre 1936 y 1939.

A Víctor le había llamado la atención la imagen tan diferente que se ofrece de los soldados marroquíes, cuyo papel en la guerra, según la historiografía republicana, siempre había estado asociado a los actos de barbarie que cometieron en las ciudades y pueblos conquistados. En este sentido, valoró lo que tienen estos relatos de investigación periodística.

Benito manifestó que le habían gustado muchísimo y reconocía en algunos de ellos una dimensión cinematográfica. En su opinión, tenía mucho valor que Chaves Nogales los hubiera escrito en la misma época que ocurrieron los hechos que se cuentan. Leyéndolos, además, había recordado lo que le contaba su abuela sobre la violencia ejercida por uno y otro bando, durante la Guerra Civil.

A Inés lo que más le había agradado es el prólogo donde el autor se define a sí mismo con extraordinaria precisión: “Yo era eso que los sociólogos llaman un pequeño burgués liberal, ciudadano de un república democrática y parlamentaria. Trabajador intelectual al servicio de la industria regida por una burguesía capitalista…, que en mi país había monopolizado tradicionalmente los medios de producción y de cambio.., ganaba mi pan y mi libertad con una relativa holgura confeccionando periódicos y escribiendo artículos…”

Carmen, que había leído el libro con muchísima atención, también expresó su admiración por el prólogo, que le parece magistral y con cuyas ideas, especialmente la defensa de la libertad intelectual, se identifica. Añadió que los relatos le habían recordado a la novela autobiográfica Tiro de gracia de Emilio Pérez Rosas, de la que hablamos hace unos años en el Club de Lectura y que cuenta su experiencia en la Guerra Civil y cómo logró superar el tiro de gracia que le disparó un soldado enemigo, cuando tenía 18 años. Curiosamente, este autor, fallecido en 2016, se situó, con respecto a la contienda fratricida, en una posición análoga a la de Chaves Nogales, criticando a los dos bandos.  

María, finalmente, dijo que lo había releído con gusto y sin ninguna pereza; pero reconoció que se trata de una lectura dolorosa para ella, entre otras razones, porque en su familia se ha vivido y padecido mucho la Guerra Civil.

En la valoración global, coincidimos en lo acertado del título, “A sangre y fuego”, que refleja bien lo que es una guerra, y del subtítulo, “Héroes, bestias y mártires”, con el que se refiere a todos los que participaron en ella, “sin vocación heroica, sin malos instintos y sin espíritu de sacrificio o santidad”.

Con respecto a si los relatos están más próximos al periodismo o a la literatura, comentamos que, aunque son fruto de una investigación periodística, sin duda, se trata de textos literarios, por la brillantez con la que están escritos y por su cuidada estructura.

Sobre si aparecen en estos relatos los estereotipos que los dos bandos en conflicto utilizaron para contar lo sucedido, respondimos que, por una lado, sí, pues los milicianos son ignorantes, antirreligiosos, cobardes y escasamente preparados para la guerra, tal y como los ha presentado la historiografía franquista, y los soldados del bando rebelde son violentos y sin valores morales, capaces de matar indiscriminadamente a las personas, tanto militares como civiles, como se han referido a ellos los historiadores republicanos; pero, por otro lado, no, porque hay personajes  complejos que se salen de estos modelos, como Arnal (“ El tesora de Briesca”), Valero (“¡Masacre, Masacre!”), Bigornia (“Bigornia”) o Daniel (“Consejo obrero”).

En cuanto al punto de vista que Chaves Nogales adopta sobre la Guerra Civil, él mismo escribe en el prólogo que cuenta con fidelidad lo que ha visto y ha vivido, es decir, trata de ser imparcial. Por eso, los personajes se le escapan de entre las manos diciendo y haciendo cosas que él no querría que dijesen o hiciesen. Sin embargo, en opinión de algunos de los asistentes a la sesión, no lo consigue del todo, porque se nota una falta de comprensión hacia los campesinos que huyeron de la terrible represión de las tropas fascistas, al referirse a ellos despectivamente, por ejemplo, en “Y a lo lejos una lucecita”: “Los vastos salones del palacio, cubiertos de ricos tapices, servían ahora de albergue a una oscura masa de familias aldeanas fugitivas de los pueblos invadidos por las tropas rebeldes. Sobre las gruesas alfombras de nudo habían colocado sus sucios petates, sus cacharros de cocina, sus enjalmas y aperos, y allí hacían su vida disparatada de tribu trashumante…”

Elogiamos el estilo cuidado de Chaves Nogales que brilla sobre todo en las descripciones: “Desde Madrid la guerra se veía como el flujo y reflujo de una gigantesca marea humana cuyas oleadas impresionantes iban a romperse en el acantilado del frente”.

El primer relato “¡Masacre! ¡Masacre”, lo consideramos como una presentación de credenciales por parte del autor, al describirnos la violencia ejercida por los dos bandos en conflicto: los bombardeos indiscriminados de los aviones franquistas que siembran el pánico en Madrid, y la venganza de los republicanos con la matanza, también indiscriminada, de los oficiales sediciosos. Nos llamó la atención, igualmente, la imagen que se da de los intelectuales antifascistas, pues a Malraux lo presenta como un luchador que vuelve del frente de batalla deshecho y que despierta compasión, mientras que a los intelectuales españoles los describe con desprecio: “Alberti con su aire de divo cantador cantador de tangos, Bergamín con su pelaje viejo y sucio de pajarraco sabio embalsamado y María Teresa León, Palas rolliza con un diminuto revólver en la ancha cintura”.

El título del relato, “Gesta de los caballistas”, lo interpretamos como una ironía por parte del autor, pues lo que hacen en realidad los caballistas es “cazar rojos”. Asimismo, comentamos las diferentes razones para participar en la guerra que mueven, por un lado, al marqués en defensa de sus privilegios, sus tierras y su cortijo, y, por otro, a los comunistas que son son capaces de morir por sus ideas revolucionarias.

Consideramos “Y a lo lejos, una lucecita” como el relato quizá de estructura y ritmo más cinematográficos, porque cada búsqueda, durante la noche, de los espías franquistas, que se comunican desde lejos, con la luz de una linterna, se corresponde con la secuencia de una película. Además, elogiamos la sutilidad con la que Chaves Nogales sugiere que el último de estos espías es un miembro de la iglesia: “En la coronilla, erizada de pelos cortos y tiesos, se le advertía aún la señal de la tonsura”.

De “La columna de hierro”, que nos pareció de los textos más realistas, llamó nuestra atención Buenaventura Durruti, personaje al que se presenta como un jefe inflexible, autoritario y violento: “El que flaqueaba, el que desobedecía, el que intentaba huir, pagaba con la vida… Este bárbaro caudillo fue eliminando del frente a los criminales y a los cobardes que habían acudido sólo al olor del botín”. También la camaleónica Pepita, que, en principio, aparece como una miliciana comprometida con la causa republicana pero, después, descubre su auténtica cara: “Yo no tengo odio a los fascistas… ¡Yo soy fascista! -le dice a Jorge- ¿Te enteras? Eso que tú llamas el pueblo es una banda de asesinos”.

Valoramos el cambio de actitud sobre el destino de las obras de arte, que experimenta Arnal, protagonista de “El tesoro de Briesca”, que llega al pueblo con la intención de salvarlas, en nombre del gobierno republicano, pero, al comprobar que en la guerra la vida humana había perdido todo su valor, se pregunta:”¿qué sentido podían tener ni el arte, ni los testimonios de un glorioso pasado, ni todos aquellos valores espirituales por cuya conservación se desvelaba? ¿Es que todo aquello que tan celosamente defendía había servido para ahorrar un solo crimen?”.

Manifestamos nuestra sorpresa por la imagen extraordinariamente positiva que se ofrece de los guerreros marroquíes, en el relato del mismo nombre, pues aparecen como bravos y orgullosos bereberes que se alistaron en el ejército español para luchar contra los rojos, y en concreto a Mohamed, el protagonista, se le considera un soldado valiente, experimentado y seguro de sí mismo, frente a los milicianos de la República que son descritos como cobardes y torpes tiradores.

Este contraste desencadenó entre los asistentes a la sesión un apasionado debate, que nos llevó a la conclusión de que los soldados marroquíes fueron utilizados, como arma psicológica, por los generales franquistas, que los animaban a cometer actos violentos contra la población civil de los pueblos conquistados, para sembrar el terror entre los partidarios de la República. Así, lo entendieron también los madrileños: “la exhibición de los moros prisioneros por las calles no provocaba en la masa del pueblo una gran irritación contra ellos. El buen pueblo de Madrid consideraba a los moros -que hubieran podido entrar a sangre y fuego por sus calles y plazas- como a instrumentos inconscientes del mal que hacían… La gran masa popular, que no sabe hacer la guerra ni conoce sus exigencias se mostraba indulgente con los moros y les hubieran perdonado la vida”.

En “¡Viva la muerte!”, la xenofobia la representa Paco Citroen, uno de los personajes más estrafalarios del libro, cuyo complejo de inferioridad nacional le hace reaccionar contra todo lo que no sea típicamente español: “¡Viva el cocido y muera el Foreign Office! ¿muera la gimnasia sueca y vivan los toros! ¡Abajo los cuartos de baño y las piscinas!”. Además, en este relato, existe una contraposición entre Rosario, una joven socialista que salva la vida del señorito Tirón, y éste que es incapaz de salvarla a ella, por cobardía.

Un personaje que causó la admiración de todos es Bigornia, descrito satíricamente, al principio, como una especie de semental que no para de hacer niños y con aspecto de ogro;  pero que, después, tiene un conducta ejemplar en el campo de batalla.

En el último relato, “Consejo obrero”, aparece un personaje, Daniel, que identificamos con el propio Chaves Nogales. De hecho, estas palabras, que pronuncia ante el comité de obreros que dirige la fábrica donde trabaja y de la que quieren echarle, por su falta de espíritu revolucionario, enlazan con lo dicho por el autor en el prólogo, con lo que el círculo se cierra: “Yo servía al patrón… La fábrica era suya; él mandaba y nosotros, los trabajadores, obedecíamos. Procuraba estar a buenas con él. Vosotros luchabais; yo no. Vosotros queríais mandar; yo me he resignado a obedecer. Vosotros queríais ser los dueños de la fábrica; yo no lo he soñado nunca. ¡Ya sois los amos! ¡Ya mandáis! No os pido más sino que me dejéis vivir y trabajar como me dejaba el patrón. No os discuto la victoria, no os reclamo una parte. Yo no era de los vuestros, no estaba en vuestro sindicato, pero tengo derecho a la vida y al trabajo. ¡No vais a ser peores que los burgueses!”.

 

Próxima lectura: Arte de Yasmina Reza. Hablaremos de esta obra de teatro el próximo 9 de mayo, miércoles, a las 18 horas, en la biblioteca.

Sin esperanza

“Sin esperanza” es el sintagma que más se repitió en la sesión del Club de Lectura de ayer, que dedicamos a una selección de cuentos de Antón Chéjov, porque la corriente profunda, que hay detrás de la aparente simplicidad de cada uno de ellos, casi siempre nos conduce a este estado de ánimo. Así, lo dejó escrito el pensador político anarquista Kropotkin: “Nadie mejor que Chejov ha representado el fracaso de la naturaleza humana en la civilización actual, y más especialmente el fracaso del hombre culto ante lo concreto de la vida cotidiana”.

Hay algunos aspectos de la biografía del autor, al que presentó José Ángel, que nos ayudaron a entender este pesimismo existencial. Chéjov nació en 1860, en el seno de una familia sencilla y pobre, y era nieto de un siervo de la gleba. Realizó los estudios secundarios en su ciudad de nacimiento, Taganrov, y cursó medicina en la universidad de Moscú, a donde se había traslado la familia, por las deudas que había contraído su padre alcohólico y de carácter violento. Durante el tiempo que ejerció como médico, sus pacientes le contagiaron la tuberculosis, enfermedad que le obligaba a pasar largas temporadas en ciudades, como Yalta (Crimea) y Niza (Francia), de clima más cálido que los crueles inviernos rusos. Se casó muy mayor, a la edad de cuarenta años, con Olga, una de las actrices que participó en la representación de sus obras teatrales. Murió cuatro años después, en 1904, a causa de la tuberculosis.

Antepuso su interés por la literatura a la ciencia médica. El arte de escribir relatos probablemente se lo transmitió su madre, que entretenía a los hijos contándoles historias de los viajes que había hecho por toda Rusia. Chéjov comenzó escribiendo narraciones breves de carácter humorístico, que publicaba en periódicos, y de las que “Muerte de un funcionario público”, que comentamos ayer, es un buen ejemplo. Influido por el escritor Grigorovich escribió textos de mayor profundidad, donde la descripción de las miserias humanas se convirtió en su preocupación principal.

Entre sus obras dramáticas, destacan La gaviota, Tío Vania, Las tres hermanas y El jardín de los cerezos, que se caracterizan más por la definición de los personajes que por la historia. Algo similar ocurre en su relatos cortos, que presentan una serie de elementos comunes: el estilo sencillo y sobrio; el predominio de la atmósfera y el estado de ánimo de los personajes sobre el argumento; la presentación sutil de estos y la profundización en sus sentimientos; la capacidad para sugerir y para generar la intriga; la desesperanza que impregna todos los cuentos; los finales abiertos, que exigen la colaboración permanente del lector; y la resistencia a moralizar, aunque se puedan extraer determinadas enseñanzas de cada uno de ellos.

En el turno de opiniones breves, Carmen expresó su satisfacción por que la lectura de los cuentos de Chéjov había supuesto para ella un reencuentro con la literatura con mayúsculas, fundamentalmente, por lo que sugieren, más que por lo que dicen. A Víctor le habían gustado en especial algunos de ellos, como “Enemigos”, sobre todo por el cambio que experimentan los protagonistas, Kirilov y Abogin, que acaban odiándose mutuamente. Paco, que coordina otros clubes de lectura y que nos obsequió con su presencia por primera vez en el nuestro, desveló que había leído los cuentos de Chéjov, cuando estudiaba en la Facultad de Filosofía y Letras, y que en esta relectura había disfrutado, especialmente, con “La dama del perrito”.

Enrique, en cambio, manifestó que los textos de este autor ruso los puede escribir cualquiera, por su simplicidad. Incluso nos propuso la escritura de un cuento a cada uno de nosotros para la siguiente sesión. Justo, a quien también damos la bienvenida al club de lectura, coincidió en esta idea de la simplicidad, aunque tras ella, reconocía un estudio profundo de la condición humana. Añadió que le había sorprendido la capacidad para describir los ambientes y los personajes, como, por ejemplo, el inicio de “La tristeza”: “La capital está envuelta en las penumbras vespertinas. La nieve cae lentamente en gruesos copos, gira alrededor de los faroles encendidos, extiende su capa fina y blanda sobre los tejados, sobre los lomos de los caballos, sobre los hombros humanos, sobre los sombreros. El cochero Yona está todo blanco, como un aparecido. Sentado en el pescante de su trineo, encorvado el cuerpo cuanto puede estarlo un cuerpo humano, permanece inmóvil. Diríase que ni un alud de nieve que le cayese encima lo sacaría de su quietud”.

Miguel confesó, de entrada, que el cuento no es un género literario que le guste, y que en concreto los escritos por Chéjov le parecen como un juego, que se puede hacer mejor o peor. Además, en su opinión, se repite mucho el mismo sentimiento de tristeza; y en cuanto a los personajes, no le había llegado ninguno, con la excepción de Agafia, quien demuestra su independencia y su carácter, yéndose a pasar la noche con Savka, aunque es una mujer casada. Inés expresó su admiración por el teatro de Antón Chejov, en particular, su obra, El jardín de los cerezos. Entre los cuentos, citó “El pabellón número 6”, que le había gustado por su profundización en el mundo de los enfermos.

Lola comentó que, cuando llevaba leídos la mitad de los cuentos, se dio cuenta de que algo le fallaba, empezando por aspectos lingüísticos, derivados probablemente de la traducción. También advirtió que se repetían determinados temas, muchos de ellos ya superados; que la estructura siempre era igual, normalmente sin desenlace; y que un sentimiento de desesperanza acababa saliendo a flote, al acabar la lectura de cada uno de los textos.

A José Ángel, finalmente, lo que más le atrae de estos relatos breves es que apenas cuentan nada, pero, detrás, hay un corriente subterránea, una profundidad que le conmueve.

Después de este turno de opiniones breves, hablamos de cada uno de ellos. Así, de “La tristeza” valoramos cómo se da a entender la situación anímica del protagonista, Yona, mediante detalles, como que la historia se desarrolle en invierno, bajo una intensa nevada, y que su caballo y él permanezcan quietos y callados, a la espera de un cliente; y también su final sorprendente. Coincidimos en que Chejov pone de manifiesto la indiferencia de la sociedad ante el dolor ajeno.

“El beso” a algunos nos recordó la leyenda de Bécquer “El rayo de Luna”, pues del mismo modo que Manrique, el protagonista de esta, ve agitarse, entre el follaje, en una noche cerrada, el traje blanco de una mujer misteriosa, que le impulsa a seguirla, preso de un amor repentino, sin lograr darle alcance, el protagonista del cuento de Chéjov, el capitán ayudante Riabóvich, durante una fiesta, en un cuarto oscuro, recibe el beso de una mujer desconocida, que le provoca una agitación interior y le incita a descubrir, en vano, su identidad. Al final, prefiere quedarse con esa imagen ideal de la autora del beso, quizá por temor a que la realidad le defraude. También llamó nuestra atención el comportamiento frívolo de la nobleza, invitando a los oficiales del ejército que llegan al pueblo a cenar y bailar, porque así lo exigen “los buenos modales”

De “La señora del perrito”, elogiamos su inicio, cómo Chéjov sugiere, con gran economía de recursos expresivos, la soledad de la protagonista, al presentarla con la única compañía de este animal: “Después la volvió a encontrar en los jardines públicos y en la plaza varias veces. Caminaba sola, llevando siempre la misma boina, y siempre con el mismo perrito”. Y también su final abierto, pues los amantes, a pesar de que ambos están casados, deciden evitar que su relación permanezca en secreto y vivir en distinta ciudad. Como escribe Chéjov, “aún les quedaba un camino largo que recorrer y, que la parte más complicada y difícil no había hecho más que empezar”.

Hubo coincidencia en que, por su extensión, “El pabellón número 6”, es más una novela corta que un cuento. Nos detuvimos en el punto de vista, pues se trata de un narrador que cuenta la historia en primera persona, dirigiéndose en ocasiones a los lectores; pero que en realidad actúa como un narrador omnisciente, que juzga a los personajes:

• “Si no temen ustedes que les piquen las ortigas, vengan conmigo por el estrecho sendero que conduce al pabellón, y veremos lo que sucede dentro de éste…”, dice invitándonos a que le acompañemos.

• “Me agrada esta persona cortés, servicial y delicada con todos…” opina, refiriéndose al protagonista Iván Dimítrich Grómov.

Por lo demás, se produce un contraste entre dos concepciones de la vida: el escepticismo y la indiferencia ante los problemas de Efímich, frente al compromiso social y la voluntad de afrontar estos por parte Grómov.

“Vanca” nos pareció el cuento que tiene un carácter social más marcado, por la situación de pobreza y necesidad, que padece el niño. De hecho, el resto de los personajes se dividen en dos bloques contrapuestos, pues, por una lado, están los que se portan mal con él: sus tutores, maestros y compañeros; y por el otro, los que le han tratado bien: su abuelo y Olga, la hija de los señores.

Constatamos los dos estilos diferentes que emplea Chéjov, según tenga la voz el narrador, contando la historia, o el niño escribiendo la carta: “Por la mañana me dan un mendrugo de pan; para comer, unas gachas de alforfón; para cenar, otro mendrugo de pan. Nunca me dan otra cosa, ni siquiera una taza de té. Duermo en el portal y paso mucho frío; además, tengo que arrullar al nene, que no me deja dormir con sus gritos… Abuelito: sé bueno, sácame de aquí, que no puedo soportar esta vida. Te saludo con mucho respeto y te prometo pedirle siempre a Dios por ti. Si no me sacas de aquí me moriré”.

No obstante, surgió la duda sobre si esta carta llegará a su destinatario, el abuelo de Vanka; y nuestra respuesta fue que no, porque las señas que escribe éste son claramente insuficientes, “En la aldea, a mi abuelo. Constantino Makarich”; y porque la frase con la que termina el cuento no indica buenos augurios: “El perro Serpiente se paseaba en torno de la estufa y meneaba el rabo…”.

Hubo coincidencia en la valoración positiva de “Enemigos”, sobre todo por la evolución de los dos personajes, que en principio se muestran con buenos sentimientos, el dolor por la muerte de su hijo de Kirilov y el amor hacia su mujer enferma de Abogin, pero acaban aborreciéndose como enemigos y provocando el rechazo del lector: el primero, porque el odio se antepone al dolor; y el segundo por su egoísmo. Demuestran así la incapacidad para comprenderse.

“El profesor de lengua” lo protagoniza un personaje, Nikitin, al que ha costado mucho conseguir el título universitario que le permite ejercer la docencia, pero que acaba casándose con una mujer, perteneciente a la nobleza, a quien todo le ha venido dado. Aparentemente son felices, pero poco a poco él va tomando conciencia de la abulia en la que vive y decide volver a su clase social: “¿Dónde estoy, Dios mío? Vivo rodeado de vulgaridad y de más vulgaridad. Unos seres aburridos, insignificantes, ollitas con crema de leche, jarritas con leche, cucarachas, mujeres estúpidas … No hay nada más horroroso, más insultante, más angustioso que la vulgaridad. ¡Huir de aquí, huir hoy mismo; si no, me volveré loco!”.

En este cuento, además, aparece un personaje, Varia, hermana de la mujer de Kikitin, que llamó nuestra atención por su inteligencia y lucidez, que le hacen cuestionar todo lo que afirman los hombres, a los que echa en cara sus contradicciones. Este comportamiento crítico, tan ajeno a la sociedad machista donde se desarrolla la historia, la lleva a permanecer soltera, a pesar de su belleza, porque los hombres no quieren acercarse a ella, pues prefieren a mujeres sumisas y obedientes.

En el titulado “Una apuesta”, de nuevo se plantea un conflicto, en este caso entre el mundo material, representado por el banquero, que está incluso dispuesto a matar, con tal de no pagar su apuesta de dos millones de rublos, y la espiritualidad, representada por el jurista, que le lleva a despreciar esta recompensa. Comentamos igualmente uno de los temas que aparecen en este cuento: la lectura, como experiencia vital: “Es verdad, yo no veía la tierra ni la gente, pero en los libros bebía vinos aromáticos, cantaba canciones, en los bosques cazaba ciervos y jabalíes, amaba mujeres… En sus libros… veía verdes bosques, prados, ríos, lagos, ciudades; oía el canto de las sirenas y el son de las flautas de los pastores; tocaba las alas de los bellos demonios que descendían para hablar conmigo acerca de Dios… En sus libros me arrojaba en insondables abismos, hacía milagros, incendiaba ciudades, profesaba nuevas religiones, conquistaba imperios enteros…”

Nos preguntamos por el sentido último del “El estudiante”, y llegamos a la conclusión de que el protagonista, Iván, al comprobar la reacción de las dos mujeres viudas, cuando él les cuenta episodio bíblico de la negación de Pedro a Jesucristo, toma conciencia de que hay leyes que se repiten, a lo largo de la historia, tanto en le mundo natural (las estaciones del año), como en el humano (los sentimientos de las personas).

Después de casi tres horas de debate, todo un récord en el club de lectura, aún nos quedaron dos cuentos en los que profundizar: “Agafia”, donde aparece una mujer independiente, que decide por sí misma, como mencionó Miguel, y “La muerte de un funcionario público”, que está escrito en clave humorística, y cuyo protagonista, Tcherviakof, un pobre alguacil, muere tanto física como socialmente, al no conseguir que le perdone el Consejero de Estado, al que había salpicado accidentalmente.

Próxima lectura: A sangre y fuego, un libro de cuentos, escrito por Manuel Chaves Nogales, del que hablaremos el 4 de abril, miércoles, a las 18 horas, en la biblioteca del IES Gran Capitán.

Selección de Cuentos
Antón Chéjov
CLUB DE LECTURA DEL IES GRAN CAPITÁN
GUIÓN
(Sesión del día 21 de febrero, miércoles, a las 17:30, en la biblioteca)

1. Presentación del autor en su época.
2. Opinión breve sobre los cuentos.
3. Elementos comunes: estilo, atmósfera, presentación sutil de los personajes, profundización en sus sentimientos, capacidad para sugerir y para generar la intriga, finales abiertos, resistencia a moralizar.

4. “El beso”

4.3. Intención: ¿se puede reconocer una intencionalidad por parte de Chéjov?

4.4. Intriga: ¿cómo se genera?

4.5. ¿Cómo interpretamos el final?

5. “La señora del perrito”

5.1. ¿Cómo sugiere el estado anímico de la señora?

5.2. ¿Qué función desempeña el perrito?

5.3. ¿Cómo mantiene la atención del lector?

5.4. ¿Es un final cerrado o abierto?

6. “El pabellón número 6”

6.1. ¿Por qué el título?

6.2. ¿Cómo nos da a entender, desde el principio, que la vida en el hospital es como en una cárcel?

6.3. Punto de vista narrativo: ¿a quién corresponde?

6.4. Personajes:

• Nikita
• Grómo
• Andrei Efímich

6.5. Intención: ¿qué tipo de forma de pensar se critica?

7. “El profesor de lengua”

7.1. Personajes:

• Maniusia
• Nikitin
• Varia
• Ippolit Ippolítych

7.2. Temas:

• La hipocresía.
• Las clases.
• El temor a permanecer soltera de Varia.
• El amor.
• La vulgaridad, en la que en realidad viven los personajes.
• La insatisfacción y el deseo de cambiar y volver a la época de estudiante.

7.3. ¿Qué puntos de vista se alternan?

8. “Una apuesta”

8.1. El título

8.2. Punto de vista

8.3. Personajes:

• El jurista
• El abogado

8.4. Temas:

• La pena de muerte.
• El desprecio de los valores mundanos.
• La literatura, una experiencia como la vida.
8.5. La intriga: ¿cómo se genera?

9. “Agafia”

9.1. Punto de vista

9.2. Temas:

• La atracción sexual

• El machismo

9.3. Personajes:

• Savka
• El narrador
• Agafia

9.4. Final: ¿abierto o cerrado?

10. “La tristeza”

10.1. El inicio: ¿cómo se da a entender la situación del protagonista?

10.2. El final: ¿intuimos de alguna forma lo que va a suceder?

11. “Vanca”

11.1. El inicio: ¿se vuelven a dar las claves sobre la situación anímica del protagonista, Vanca?

11.2. Personajes:

• Vanca
• Personajes que se comportan mal con él.
• Personajes que le trataron bien en el pasado.

11.3. Temas:

• La nostalgia de la vida en el campo
• La soledad
• La falta de cariño y el maltrato
• La hipocresía social

11.4. ¿Cómo se puede interpretar el final? ¿Llega la carta al abuelo?

11.5. Estilo: ¿qué diferentes estilos utiliza Chéjov en la carta y en el resto del cuento?

12. “Enemigos”

12.1. Temas:

• El dolor por la pérdida de un ser querido produce un sentimiento
menos duradero e intenso que el odio.

• La imposibilidad del perdón.

12.2. ¿Con qué posible intención se escribe el cuento?

12.3. ¿El final es abierto?

13. “El estudiante”

13.1. Temas:

• La pobreza y la opresión.
• La traición de Pedro y Judas a Jesucristo, ¿tiene su reflejo en el de la viuda Vasilisa y su hija?
• El pasado y el presente, ¿pueden estar unidos?

13.2. ¿Por qué se siente feliz el protagonista al final?

14. “La muerte de un funcionario público”

14.1. El humor: ¿dónde esta la base del humor en este cuento?, ¿qué tipo de humor se utiliza?
14.2. El final: ¿cómo lo interpretamos?, ¿se trata de una muerte física o social?

15. Próxima lectura.

Sátira menipea/melopea

Dentro de este género literario clasificamos ayer, en la sesión del club de lectura, a la novela El maestro y Margarita, pues Míjail Bulgákov, lleva a cabo una crítica moral y social; mezcla lo serio con lo cómico, lo realista con lo fantástico, y el drama con la comedia. Además, es una obra que parece caótica, aunque esto se debe a que su autor no cree en el orden y la racionalidad en el mundo. Su nombre, sátira menipea, está relacionado con Menipo, escritor satírico de la antigua Grecia, que vivió en el siglo I antes de Cristo.

Lo de “melopea” es porque a algunos de los asistentes, como José Ángel, les pareció, con sentido del humor, que El maestro y Margarita había sido escrita bajo los efectos de una intoxicación etílica, tal es la sensación de caos que transmite.

En la presentación de Bulgákov, Clara mencionó algunos datos biográficos: su nacimiento en Kiev en 1831; su trabajo como médico en Smolens; su colaboración con los contrarrevolucionarios blancos durante la guerra civil; su deserción de las tropas independentista ucranianas, cuando los bolcheviques liberaron Kiev; su dedicación plena a la literatura, a partir de 1920; su ingreso en la Unión de escritores soviéticos, aunque tuvo siempre reticencias contra el socialismo; sus problemas con la censura revolucionaria; su peculiar relación con Stalin, quien, por un lado admiraba algunas de sus obras, pero, por otro, no le permitió salir del país; y su fallecimiento en 1940.

Entre sus obras citó: Los días de Turbin, de la que era un entusiasta Stalin; La Comuna de París, bien acogida por la crítica y el público de Moscú; Los huevos fatales, una sátira contra la burocracia, donde gigantescos reptiles se apoderan del territorio soviético; y El maestro y Margarita, que fue publicada 31 años después de ser escrita.

En el turno de opiniones breves, Inés comentó el desconcierto que le había producido esta novela, hasta que encontró en Internet la lectura en alto de la misma y los comentarios de Yamil Cuéllar y de otra joven estudiosa, que le fueron de gran utilidad.

Carmen reconoció que no le había gustado, porque se perdía en el mundo caótico de Bulgákov y, además, no había conseguido encontrar su valor literario, desde el punto de vista formal. Una opinión similar la expresó José Ángel, a quien no le había enganchado la novela, a pesar de su humor carnavalesco.

A Clara le había costado, sobre todo, localizar la crítica al sistema comunista, aunque se había sentido atraída por personajes ambivalentes, como Voland.

Miguel confesó que la primera parte le había distraído con tantos personajes; pero que luego, considerando la época en que fue escrita, en plena dictadura comunista, donde la libertad estaba muy limitada, había empezado a entender la crítica de Bulgákov, en clave humorística, como Miguel de Cervantes en su novela Don Quijote de La Mancha. La segunda parte le parecía magnífica, en particular, el epílogo, donde se reconstruyen las piezas del puzle, estableciéndose la relación entre las tres historias, que se cuentan.

Víctor reconoció también que había empezado la lectura desorientado, hasta el extremo que la novela le pareció un cómic gamberro. Después, poco a poco, a medida que fue captando su sentido crítico, cambió su percepción de la misma, valorando especialmente el humor.

En el debate propiamente dicho, comentamos la influencia del Fausto de Goethe, pues, del mismo modo que el protagonista de esta novela vende su alma al diablo, lo cual le ayuda a conquistar a la joven Margarita, el maestro, en el libro de Bulgákov, llega también a un pacto con Voland, a cambio de estar siempre con su amada.

Nos detuvimos en el punto de vista, que parece corresponder a un narrador que observa y escucha lo que sucede, pero que, al mismo tiempo, lo juzga e incluso trata de influir sobre el lector:

“Pero basta ya, lector, te estás distrayendo. ¡Adelante!”

“¿Quién te ha dicho que no puede haber amor verdadero, fiel y eterno en el mundo, que no existe? ¡Que le corten la lengua repugnante a ese mentiroso! ¡Sígueme, lector, a mí, y te mostraré ese amor!”

No obstante, cuenta los hechos, una vez que han pasado, y cuando ya son conocidas sus consecuencias por el informe oficial que se ha llevado a cabo:

“Representantes de la instrucción y psiquiatras experimentados demostraron que los miembros de la banda de delincuentes eran, o al menos uno de ellos (…) hipnotizadores con una fuerza nunca vista, que podían hacerse ver en otro lugar del que estaban realmente, en situaciones ficticias y tergiversadas. (…)

Pues sí, pasaron varios años y los verídicos sucesos relatados en este libro se fueron olvidando, apagándose poco a poco en la memoria.”

En la novela se cuentan tres historias entrelazadas, como se ha dicho:

• La del diablo y su séquito, cuya aparición perturba la convivencia en Moscú, y que culmina con una velada de magia.

• La de amor, que da nombre a la novela, entre el maestro, al que se le ha rechazado su novela, y la joven Margarita, que es infeliz en su matrimonio.

• Y la historia de Poncio Pilatos, que refiere la novela del maestro.

Aparecen, entre otros, los siguientes temas:

• La sátira humorística del régimen soviético, que se concreta: en la burocracia obediente y sometida al poder establecido; en el pueblo avaricioso y poco comprometido con el socialismo, como se aprecia en la actuación de Voland, donde los espectadores se creen los números de magia y son embaucados por el dinero fácil; en la represión del gobierno comunista, que interna en hospitales siquiátricos a las personas que se atreven a decir la verdad, como Iván Nikoláievich; etc.

• La crítica al realismo socialista, pues coincidimos en que la intención de Bulgákov, al introducir una dosis tan alta de imaginación y fantasía, sobre todo, con la presencia de Voland y su séquito, es oponerse artísticamente al estilo oficial del régimen y su exigencia de reflejar al héroe soviético, que es el obrero.

• Los defectos del ser humano, como la avaricia y la vanidad, de la que se burlan Voland y sus ayudantes.

• La libertad, representada por Joshúa que se opone al poder establecido, enseña a los hombres a no ser esclavos, y acaba muriendo por estas convicciones.

• La existencia de Dios, que paradójicamente es defendida por el diablo Voland, frente a dos intelectuales del régimen comunista, Berlioz e Iván:

“Perdonarán mi insistencia, pero me parece entender que, además, no creen en Dios (…)

-No, no creemos en Dios –contestó Berlioz (…)- Pero es algo de lo que se puede hablar con entera libertad.

El extranjero se recostó en el banco y preguntó (…) -¿quiere usted decir que son ateos?

-Pues sí, somos ateos (…)”

• Y la autosuficiencia de la obra literaria, cuando el diablo le explica al maestro que, una vez publicada su novela, tiene vida propia y le acabará dando sorpresas, a pesar de que a éste ya no le interese.

En cuanto a los personajes, nos centramos especialmente en Voland, al que consideramos, en efecto, como un personaje ambivalente, pues, aunque es el diablo, hace el bien, al desenmascarar los vicios de la dictadura comunista: la ineptitud, la pereza, la irresponsabilidad, el egoísmo, la mezquindad. Además, representa justo lo contrario de esta: lo no planificado, el misterio, la imaginación.

Por otro lado, y para contribuir a su ambigüedad, los informes no se ponen de acuerdo en su aspecto su físico.

El maestro, al sufrir el boicoteo, lo asociamos con el propio autor Bulgákov, cuyas obras fueron también censuradas; y a Margarita, su enamorada, que rescató de las cenizas su novela, con la última mujer de éste, quien, veintiséis años después de su muerte, publicó El maestro y Margarita.

A Poncio Pilatos, finalmente, que guiado por su arribismo y su sumisión al César, se comporta con cobardía al condenar a muerte a Joshúa, lo relacionamos con Stalin, un personaje histórico que se mostró incapaz de hacer el bien.

Comentamos la presencia constante del sol y de la luna: el primero que produce la luz, simboliza la alegría y la vida, y se muestra en esos momentos, mientras que la segunda, cubierta de sombra, aparece en situaciones dramáticas, como la muerte de Berlioz:

“Cayó boca arriba, golpeándose ligeramente la nuca. Aún tuvo tiempo de ver –no supo si a izquierda o a la derecha- la áurea luna. Se volvió bruscamente, encogió las piernas y se encontró con el pañuelo rojo, la cara del horror, completamente blanca, de la conductora del tranvía que se le aproxima inexorablemente.”

Así, acabamos la sesión, con la conciencia de que El maestro y Margarita no es una obra cuya lectura enganche de inmediato, sino que hay que familiarizarse progresivamente con ese mundo de fantasía que refleja BulgákovBulgákov y considerar el contexto histórico donde se escribió, para apreciar todo su valor.

Próxima lectura, a propuesta de José Ángel: una selección de cuentos de Antón Chéjov, de los que hablaremos el miércoles, 21 de febrero, a las 17:30.

Guión sobre «El maestro y Margarita»

Guión para la sesión del club de lectura del IES Gran Capitán
(31 de enero, miércoles, a las 17:30)

1. Presentación del autor en su época

2. Opinión breve sobre el libro

3. Género: ¿dentro de qué género clasificarías El maestro y Margarita?, ¿por qué?

4. Influencia del Fausto de Goethe: ¿qué elementos tiene en común las dos obras?

5. Punto de vista: ¿a quién corresponde la voz narradora?, ¿qué tiene de particular?

6. Espacio: ¿en qué dos espacios se desarrollan los hechos que se cuentan en esta novela?

7. Tiempo: ¿en qué épocas?, ¿hay algún elemento común, desde el punto de vista temporal?

8. Estructura:

8.1. Externa
8.2. Interna: ¿qué tres historias se cuentan?, ¿están suficientemente entrelazadas?, ¿cuándo aparecen las pistas que establecen esta relación?

9. Personajes

• Voland: ¿se puede considerar como un personaje ambivalente?
• El maestro
• Margarita
• Iván Nikoláievich
• Poncio Pilatos
• Joshúa
• Popota
• Koróviev
• Azazelo
• Berlioz

10. Temas:

10.1. La crítica a la Rusia comunista: ¿qué aspectos se critican?

10.2. La realidad frente a la fantasía

10.3. El bien y el mal: ¿qué relación se establece entre ambos?, ¿es necesario el segundo para la existencia del primero, como sostiene Voland?, ¿necesitamos conocer uno para conocer el otro?

10.4. Los defectos del ser humano: ¿de qué defectos humanos se ríen Voland y su séquito?

10.5. La libertad: ¿quién la representa?

10.6. La existencia de Dios: ¿quiénes la defienden y quiénes la niegan?

10.7. La autosuficiencia de la obra literaria

11. Presencia constante del sol y de la luna: ¿qué simbolizan?

12. Estilo:

12.1. El arte de la descripción

12.2. El sentido del humor: ¿qué recursos utiliza?

• La parodia: ¿de qué se burla Bulgakov?, ¿con qué intención?

• Presencia de lo macabro: ¿en qué momentos aparece?

13. Próxima lectura

Desmontando el género policiaco

Lo explicó muy bien José Ángel, en la sesión que dedicamos el miércoles pasado, a hablar de la novela Tren nocturno de Martin Amis, pues, aunque el inicio se ajusta al esquema habitual del género, con la aparición del cadáver de Jennifer y la investigación posterior a cargo de la policía Mike Hoolihan, usando la razón y por medio de la observación empírica de pruebas, la conclusión a la que llega no es racional, porque la chica no responde al perfil habitual del suicida. De esta forma, la novela da un giro hacia lo psicológico, que la aleja poco a poco del patrón establecido en el género policiaco y la acerca a la postmodernidad. Y completó la explicación Benito, cuando sostuvo la idea de que Mike, al redactar el informe, supuestamente sobre la muerte de Jennifer, se estaba refiriendo en verdad a ella misma y a su decisión de quitarse la vida, a tenor de las pistas que va dejando a lo largo de la novela, en especial la del tren nocturno, que aparece de nuevo al final.

La sesión se inició, como siempre, con la presentación de Martin Amis, un escritor nacido en Oxford, en 1949, que actualmente colabora como profesor en la Universidad de Manchester, impartiendo clases de «Escritura creativa». Pertenece a la misma generación que Ian McEwan (1948), del que hemos comentado en el club de lectura La ley del menor; Salman Rushdie (1947), autor afincado en el Reino Unido, después de que fuera amenazado de muerte por el régimen iraní, a causa de la publicación de su novela Versos satánicos; y Kazuo Ishiguro (1954), al que han concedido recientemente el Premio Novel de Literatura 2017.

Sus primeros libros son: El libro de Rachel (1973, premio Somerset Maugham), Niños muertos (1975) y Éxito (1978). Le siguen: Otra gente (1981), Los monstruos de Einstein (1987), breves alegorías sobre la destrucción nuclear, y Campos de Londres (1989). Después, ha publicado títulos, como: La flecha del tiempo (1991) Tren Nocturno (1997), y Mar gruesa (1998).

En 2000 aparece Experiencia, una obra autobiográfica, donde analiza la relación con su padre. Koba el Temible, la risa y los veinte millones (2002) es un ensayo biográfico polémico sobre la figura de Stalin, que ha despertado la protesta de los historiadores, así como de los intelectuales británicos de izquierdas. También ha suscitado críticas su novela, Perro callejero (2003).

Sus últimas obras publicadas son: La casa de los encuentros, (2006), La viuda embarazada (2010), Lionel Asbo: El estado de Inglaterra (2012) y La zona de interés (2015). En esta última hace sátira del holocausto, lo cual ha provocado nuevamente una polémica.

Los críticos de Martin Amis se dividen entre los detractores, para los que su obra literaria es oscura y sucia, y los defensores, que han llegado a considerarle como el más grande genio cómico desde Charles Dickens.

Finalmente, en la presentación, leímos algunas reflexiones suyas, extraídas de entrevistas:

• “Los novelistas mueren dos veces: mueren cuando mueren y mueren cuando muere su talento”

• “La vida de un escritor se divide en tres: escribes, lees y vives, hay que vivir. Y estas tres cosas se combinan para crear novelas y relatos”

• “Me hubiera gustado escribir Las aventuras de Augie March de Saul Bellow y Lolita de Navokov.

• “De pronto a uno se le aparece una idea original a través de una imagen, de la visión de una situación o de un solo personaje. Es una sensación especial que te embarga, te das cuenta de que va a funcionar, sabes que a partir de allí puedes escribir un texto de ficción. Luego investigas, lees, te empapas del tema, y es como si el texto ya estuviese allí… La ficción nace de un telegrama del inconsciente”

En el turno de opiniones breves sobre la novela, Mª Carmen dijo que no le había gustado, aunque es de lectura fácil. En la misma línea se manifestó Enrique, que no se explicaba la elección de esta novela, cuya única ventaja es que se lee rápido. E Inés, quien no había encontrado aliciente a la lectura ni en lo que se refiere al contenido, ni en lo concerniente al lenguaje soez empleado por la narradora.

Carmen Jurado, por su parte, comentó que la había leído dos veces en formato digital, que no es su preferido: la primera lectura no le dijo nada, pero en la segunda descubrió toda su profundidad, bajo la apariencia de novela policiaca, incluidos algunos guiños al género, como las dos personas interrogadas en el caso del bebé asesinado, una mujer llamada LaDonna y su novio, un tal DeLeon, que conforman el nombre de la famosa escritora estadounidense de novela policiaca Donna Leon. Añadió que, del mismo modo que Cervantes rompe en el Quijote con los relatos caballerescos, Martin Amis hace lo propio en Tren nocturno con el género policiaco.

A Paco le había gustado el libro, pero confesó que estuvo esperando al desenlace, para encontrar una explicación a los tres tiros que recibe Jennifer, aunque se había quedado frustrado.

Para Miguel Tren nocturno no es ni una novela policiaca ni una novela psicológica, pues carece del desarrollo propio de la primera, ni profundiza lo suficiente en el tema del suicidio, es decir, se queda a mitad de camino entre las dos, lo cual, a su juicio, es su principal defecto. Apenas le había dejado huella y probablemente, dentro de veinte días, la habría olvidado.

A Benito, en cambio, le había resultado sugerente el título por sus connotaciones musicales. De hecho, había escuchado la canción homónima, en especial la versión al piano interpretada por Oscar Peterson, la cual le había servido de estímulo para llegar al capítulo 9, momento en que se produce el interrogatorio de Travel, a partir del cual le había interesado muchísimo la lectura. En su conjunto, considera Tren nocturno como la anti novela negra y muy cinematográfica, como lo demuestra el hecho de que próximamente va a ser llevada al cine.

María reconoció que la primera lectura la había quedado insatisfecha; pero que, al cabo de una semana, había comenzado a hacerse preguntas sobre el contenido de la novela, lo que le había llevado a releerla.

Clara, finalmente, abundó también en este aspecto, porque la historia, a su juicio, quedaba abierta, lo cual le había suscitado muchas interrogantes.

En el debate propiamente dicho, comenzamos hablando del tema más importante que nos plantea Martin Amis: el suicidio, puesto que Mike inicia su investigación para buscar las razones de por qué Jennifer se ha quitado la vida, cuando se encuentra en las antípodas del perfil del suicida, que suele corresponder a personas infelices y deprimidas.

Sin embargo, progresivamente, y a pesar de las pistas falsas que la propia Jennifer fue dejando (la relación con Arn Deb, el consumo de litio, el error garrafal en el trabajo, la compra compulsiva de cuadros…), para que todos pensaran que padecía locura, vamos a ir descubriendo a una chica contradictoria y obsesionada con la perfección, que, dentro de su aparente felicidad, encontró algunas imperfecciones de las que lamentarse, lo que se denomina el síndrome del Paraíso.

En este sentido, Mike se pregunta: “Trader era el amante más tierno del planeta, pero ¿cuánta ternura es esa? Mirian era la más dulce de las madres, pero ¿cuánta dulzura era esa? Y el coronel Tom era el más amoroso de los padres, pero ¿cuánto amor es ese? Jennifer era bella, pero ¿cómo de bella?”

El segundo aspecto que llamó nuestra atención fue el paralelismo entre Mike y Jennifer: ambas se diferencian en los orígenes, pues el de la primera es desgraciado, por los abusos paternos que sufrió, mientras que el de la segunda es feliz; y también en el aspecto físico, ya que Mike es poco agraciada y con rasgos masculinos, mientras que Jennifer es hermosa y femenina: “Las piernas de Jennifer eran del tipo de los caballos de carreras. Las mías son como esas taladradoras que vemos en las carreteras en obras”.

Se parecen, en cambio, en la inteligencia y en que ambas están dispuestas, por diferentes motivos, a tomar el tren nocturno: ”El suicidio es un tren nocturno, un tren que te lleva velozmente a la oscuridad. No podrías llegar tan rápido de otra forma, o por medios naturales. Compras el billete y subes a bordo. El billete te ha costado todo lo que tienes. Pero no hay trayecto de vuelta. Este tren te lleva al interior de la noche, y te deja en ella. Es el tren nocturno”.

Hubo dos interpretaciones para el final de la novela: “Se acabó. Ya pasó todo. Ahora me voy a Battery a recorrer su larga hilera de tabernas. Quiero llamar a Trader Faulkner para decirle adiós, pero el teléfono está sonando otra vez y se acerca el tren nocturno y oigo a ese saco de mierda sin picha descoyuntando las escaleras, y va a ver lo que sucede como se le ocurra impedirme el paso o simplemente mirarme de ese modo o abrir la boca para atreverse a decirme una sola palabra”.

Para unos Mike decide vivir la vida, que hasta ese momento no había vivido; para otros, en cambio, toma la decisión de suicidarse, pues su disposición a recorrer todos los bares de Battery, se entiende que para beber, sabiendo que no puede probar ni una sola gota de alcohol, porque tiene el hígado muy dañado, es una forma de decirnos que va a quitarse la vida. Esta segunda interpretación, además está avalada por la referencia al tren nocturno, que simboliza, como se ha dicho, el suicidio.

De los demás personajes, únicamente, llamó nuestra atención el coronel Tom, el cual podría representar –señaló José Ángel- al lector clásico de novelas policiacas, porque, desde que conoce la muerte de su hija, trata de darle una explicación lógica, que conduzca no a un suicidio sino a un asesinato.

En resumen, Tren nocturno, a pesar de la disparidad de opiniones sobre la misma, ha sido una novela que ha dado mucho juego en el club de lectura, sobre todo por la complejidad que encierra, tras su aparente sencillez.

Próxima lectura, a propuesta de María: El maestro y Margarita de Mijaíl Bulgákov. Hablaremos de esta novela, el 31 de enero, miércoles, a las 17:30.

Felices fiestas. Nos vemos el próximo año.

Tren nocturno

Club de lectura del IES Gran Capitán

Guión para la sesión que dedicaremos a Tren nocturno
(29 de noviembre, miércoles, a las 17:30)

1. Presentación del autor en su época.

2. Opinión breve sobre el libro.

3. Género: ¿se puede considerar como una novela policiaca?, ¿en qué se parece a este subgénero literario y en qué se diferencia?

4. La posición del narrador: ¿desde que punto de vista se cuenta la historia?, ¿acierta con la fórmula Martin Amis?, ¿se adapta el lenguaje a esta voz narradora?

5. El título, “Tren nocturno”: ¿en qué ocasiones aparece?, ¿con qué significado?

6. Espacio: ¿dónde se localiza la historia?, ¿es un espacio real o imaginario?

7. Tiempo histórico: ¿qué datos nos indican la época en la que nos encontramos?

8. Estructura:

8.1. Externa: ¿cómo está estructurada formalmente la novela?
8.2. Interna: ¿cómo se organiza el contenido del discurso?, ¿cómo podemos interpretar el final?

9. Personajes:

9.1. Principales: ¿qué rasgos les caracterizan?, ¿qué paralelismo se puede establecer entre las dos mujeres, es decir, qué las asemeja y qué las separa?

• Mike
• Jennifer

9.2. Secundarios: ¿por qué se caracterizan?, ¿qué función desempeñan en la historia que se cuenta?

• El coronel Tom
• Trader
• Tobe
• Phyllida
• Arn Deb
• Denziger
10. Temas:

• El suicidio: ¿quiénes suelen tomar esta decisión drástica?, ¿sólo afecta a personas deprimidas y fracasadas?, ¿tiene justificación?, ¿no hubiera sido más lógico que se suicidara Mike, en lugar de Jennifer?
• El racismo: ¿compartimos lo que dice Mike de que todos los policías son racistas?, ¿por qué hace esta afirmación?
• El machismo: ¿cómo se manifiesta?
• La política: ¿qué nos parece lo que afirma el coronel Tom de que en política “todo es manipular cabezas y besar culos?
• El alcoholismo: ¿por qué cae en el alcoholismo Mike?, ¿consigue rehabilitarse definitivamente?
• El trabajo de policía: los interrogatorios, las acusaciones falsas, los falsos reconocimientos de culpabilidad, etc.

11. Intencionalidad: ¿se puede afirmar que Martin Amis defiende una tesis sobre el suicidio?

12. Estilo: ¿por qué está condicionado el estilo en que está escrita la novela?, ¿se permite alguna licencia literaria el autor, incluido el sentido del humor?

13. Próxima lectura.

Los que dejan de escribir

El miércoles pasado, en la sesión dedicada a El llano en Llamas de Juan Rulfo, nos preguntamos por qué este autor dejó de escribir, después de su novela Pedro Páramo. Es decir, por qué estuvo sin publicar un libro, durante treinta y un años, hasta su fallecimiento en 1986. Según Vila-Matas (Bartleby y compañía), su caso no es excepcional en la historia de la literatura, pues algo similar les sucedió a Rimbaud, quien tras publicar su segundo libro, cuando tenía diecinueve años, abandonó su actividad literaria, para dedicarse a la aventura; o a Salinger, que es autor únicamente de El guardián entre el centeno y una decena de cuentos, lo cual no deja de ser sorprendente.

Juan Rulfo confesó que ignoraba de dónde salían las intuiciones para escribir Pedro Páramo; pero que fue como si alguien se lo dictara. Después del éxito de esta novela, cuando le preguntaban por qué no había vuelto a escribir, solía responder:

“-Es que se me murió el tío de Celerino, que era el que me contaba las historias.”

Y es verdad que este personaje existió, no es ningún invento de él. “Era –dice Vila-Matas- un borracho que se ganaba la vida confirmando niños. Rulfo le acompañaba muchas veces y escuchaba las fabulosas historias que éste le contaba sobre su vida, la mayoría inventadas”.

Esta explicación no nos pareció muy creíble, sino más bien un recurso del escritor para salir del paso ante las insistentes preguntas. Otra posible explicación -según José ángel- es el temor de no estar a la altura literaria de Pedro Páramo.

María, en la presentación del autor, recordó algunos aspectos de su biografía: su nacimiento, en el seno de una familia adinerada, en 1918, en Apulco, estado de Jalisco, aunque fue registrado en Sayula; la rebelión cristera, que provocó el asesinato de su padre, en 1923, y la ruina de la familia, que perdió todas sus posesiones; el fallecimiento también de la madre cuatro años después y su ingreso en un orfanato, del que guarda pésimos recuerdos; sus estudios, primero, de contabilidad y, luego de derecho; su trabajo en la administración para controlar la entrada de inmigrantes; los dos premios más importantes que recibió: el Nacional de las Letras, en 1970, y el Príncipe de Asturias, en 1983; y su fallecimiento en Ciudad de México, en 1986.

Juan Rulfo se sitúa, dentro de la narrativa hispanoamericana del siglo XX, en la etapa de superación del realismo, que se da a partir de 1940, y que supone una renovación, con la incorporación de lo fantástico, entremezclado con lo real. Son escritores contemporáneos suyos: Jorge Luis Borges, del que ya hemos hablado en el club de lectura; Miguel Ángel Asturias, cuya novela más conocida es El Señor Presidente, donde aborda el tema de la dictadura; y Alejo Carpentier, autor de la novela El siglo de las luces, donde trata de la revolución.

En el turno de opiniones breves sobre el libro, Mª Carmen comentó que el paisaje de El llano en llamas, en concreto el del cuento titulado “Nos han dado la tierra” le había recordado al de la novela Intemperie de Jesús Carrasco, por su soledad y aridez. El libro, en su conjunto -añadió- le había encantado. Además, aunque trata de la parte más negativa de la naturaleza humana, no se recrea en ella.

Para José Ángel el paisaje es un reflejo del estado de ánimo y, en este sentido, el libro le parece desolador. Valoró la extraordinaria capacidad de sugerencia del escritor y encuentra tres niveles de lectura: la que tiene que ver con la anécdota, la política y la metafísica.

Miguel manifestó su incredulidad sobre que el tío Celerino le contara los cuentos, porque, en su opinión, lo que escribe Juan Rulfo, sobre todo en lo referente al paisaje, lo ha tenido que vivir. Reconoció que no había disfrutado leyendo el libro, porque lo que se cuenta, con la excepción de “Anacleto Morones”, es muy duro, una dureza que tiene que ver sobre todo con la rebelión cristera, que padeció el propio escritor, pues tuvo consecuencias terribles para su familia.

Inés nos reveló que, primero, había escuchado los cuentos y, después, los había leído, lo cual le había permitido captar todo el dramatismo y la violencia soterrada que contienen.

Víctor se había sentido atraído por la originalidad del léxico, con abundantes términos del habla campesina mexicana. Y añadió que incluso le habían gustado situaciones que se repiten, como ese vagar sin rumbo de los personajes.

Benito admitió que había habido momentos en que quería dejar la lectura por la dureza de un paisaje, que él no reconoce en el México que visitó, hace años, pues Juan Rulfo describe un paisaje interior, casi humano y desolador. En cambio, sí había captado sensaciones, como el olor a gallináceas, así como el léxico campesino, incluido el uso de diminutivos. En conjunto, los cuentos le habían recordado a películas, como “¡Viva Zapata!”.

Carmen valoró, por encima de todo, la capacidad para sugerir en pocas palabras sentimientos, como la soledad y la tristeza, lo cual sólo está al alcance de los grandes escritores.

María, finalmente, confesó que, aunque había empezado a leerlo por obligación, el libro le había ido seduciendo poco a poco y le había gustado muchísimo, especialmente la forma de contar las historias y la capacidad de sugerencia.

Sobre el punto de vista narrativo, comentamos que la mayoría de los cuentos están escritos en primera persona, lo cual los acerca a la oralidad, hasta el extremo de crearnos la sensación de estar escuchando, en lugar de leyendo. En particular, nos había llamado la atención un cambio en la fórmula de tratamiento, que se produce en “No oyes ladrar a los perros”, pues el padre pasa de tutear al hijo a hablarle de usted, para echarle en cara su conducta violenta.

Hablamos de la concepción circular del tiempo, porque lo que ha sucedido en el pasado es lo mismo que sucede en el presente y que sucederá en el futuro, sin que los personajes puedan hacer nada por evitarlo. Por tanto, hay una especie de fatalismo que se cierne sobre ellos. Es el caso de Pichón y su hijo, quienes en el cuento titulado “El llano en llamas” se llaman igual y están condenados a vivir de la misma manera, aunque el padre fuera un bandido y el hijo no.

Igualmente, nos referimos al título del libro “El llano en llamas”, un sintagma que, además de sugerirnos el ritmo de la prosa de Juan Rulfo, connota la sensación de aridez de esa tierra desolada, en la que habitan seres tristes, esquivos y resignados.

Coincidimos en valorar la sobriedad y la sencillez del estilo, con abundantes términos y expresiones populares, aunque también hay pasajes, donde Juan Rulfo demuestra su capacidad para describir, mediante imágenes expresivas y sugerentes, y un extraordinario sentido del ritmo:

  • “Ya mirará usted ese viento que sopla sobre Luvina. Dicen que porque arrastra arena de volcán; pero lo cierto es que es un aire negro. Ya lo verá usted. Se planta en Luvina prendiéndose de las cosas como si las mordiera. Y sobran días en que se lleva el techo de las casas como si llevara un sombrero de petate, dejando los paredones lisos, descobijados. Luego rasca como si tuviera uñas: uno lo oye a mañana y tarde, hora tras hora, sin descanso, raspando paredes, arrancando tecatas de tierra, escarbando con su pala picuda por debajo de las puertas, hasta sentirlo bullir dentro de uno como si se pusiera a remover los goznes de nuestros mismos huesos.”
  • “Allá llueve poco. A mediados de año, llegan unas cuantas tormentas que azotan la tierra y la desgarran, dejando nada más el pedregal flotando encima del tepetate. Es bueno ver entonces cómo se arrastran las nubes, cómo andan de un cerro a otro dando tumbos como si fueran vejigas infladas; rebotando y pegando de truenos igual que si se quebraran en el filo de las barrancas.”

También estuvimos de acuerdo en considerar a los personajes no sólo como seres de ficción, sino también como arquetipos, pues representan la parte más desventurada del ser humano. De hecho carecen de un rostro que los individualice, porque son personas normales y corrientes.

Nos detuvimos a comentar algunos cuentos:

  • “Macario”, que el propio Rulfo quiso eliminar de algunas ediciones del libro, por su parecido con Faulkner, en cambio, a los asistentes a la sesión nos pareció magnífico, sobre todo por la ternura y compasión que despiertan los personajes, y por cómo vamos conociendo poco a poco que el narrador de la historia es un deficiente mental.
  • “Nos han dado la tierra” plantea la contradicción de que a cuatro hombres les han dado una porción de tierra, aplicando una de las medidas sociales de la revolución; pero la tierra es seca e incultivable, además de peligrosa.
  • “Es que somos muy pobres”, pone de relieve también otra paradoja: la única lluvia que cae, en ese llano árido y seco, es una riada, que acaba con la esperanza de que la joven Tacha sea una mujer decente: la vaca Serpentina, que le había regalado su padre.
  • En el titulado “Paso del Norte” se refleja el México de los cincuenta, cuando se produce la emigración de los campesinos de Jalisco, a causa de la infertilidad de las tierras, del desarrollo industrial y del crecimiento acelerado de las ciudades, lo mismo que ocurrió en España, una década más tarde, con la masiva emigración al Norte del país y a Alemania.
  • “Luvina”, un pueblo, especialmente árido, que está habitado únicamente por mujeres vestidas de negro y donde el tiempo es muy largo, pues “nadie lleva la cuenta de las horas ni a nadie le preocupa cómo van amontonándose los años. Los días comienzan y acaban. Luego viene la noche. Solamente el día y la noche hasta el día de la muerte, que para ellos es una esperanza”. Es el cuento preferido de Juan Rulfo y de algunos de los presentes en la sesión, y el que mejor anticipa lo que sería después su novela Pedro Páramo.
  • Y finalmente hablamos de “Anacleto Morones”, que nos pareció un contrapunto a todos los demás cuentos, un desahogo a tanta tristeza y violencia, porque el tal Anacleto, al que un grupo de “beatas” quiere canonizar, está lejos de reunir las cualidades de un santo. Una de las mujeres, después de mantener relaciones sexuales con el narrador, nos lo descubre: “El niño Anacleto. Él sí que sabía hacer el amor”.

La guinda a la sesión, la puso Benito, en cuyo teléfono móvil, pudimos escuchar emocionados la lectura en alto de “No oyes ladrar los perros”, en la voz del propio Juan Rulfo, una voz seca, directa y sin efectismos especiales, como el estilo en el que están redactados sus cuentos.

Próxima lectura: Tren nocturno de Martin Amis, a propuesta de María. Hablaremos de este libro el 29 de noviembre, miércoles, a las 17:30, en la biblioteca del centro.